2024 será sin duda un año mejor para la captación de fondos que 2023, pero seguirá llevando más tiempo que hace dos años. La futura captación de fondos dependerá de la creatividad del sector a la hora de devolver liquidez a los inversores.
COLABORACIÓN de Pablo Gómez, Alternatives Investment Advisor, y Romain Ribello, Country Head de Iberia de Cedrus & Partners.
Los fondos de Private Equity reunieron 167.700 millones de dólares en el primer trimestre de 2024, lo que supone un descenso de aproximadamente el 10% respecto a los aproximadamente 195.500 millones obtenidos en el mismo periodo del año anterior, según las conclusiones preliminares de los datos de PEI.
La incertidumbre sobre los tipos de interés sigue pesando sobre la actividad de compra y venta, mientras que el dry powder récord – recursos o liquidez disponibles de gestores para invertir en nuevos proyectos, fruto de compromisos de capital realizado por inversores (LPs) en fondos de añadas anteriores – sigue apilado para 2024. Según datos oficiales de S&P, el volumen asciende a 2,6 trillones de dólares.
La necesidad, por un lado, de los LPs de retrasar aún más su compromiso para obtener una mayor visibilidad de los fondos ha provocado un endurecimiento del periodo de fundraising para muchos gestores, alejando la posibilidad de atraer capital rápido para desplegar en primeros proyectos, reduciendo así su capacidad de mostrar visibilidad del fondo.
Dificultad persistente en el levantamiento de capital
Los flujos de capital hacia las denominadas inversiones alternativas se han ralentizado este comienzo de año, desafiando el auge previsto para los fondos con carteras al margen de los activos tradicionales de renta variable y renta fija. Los fondos alternativos (capital riesgo, hedge funds, real estate y crédito) han captado 740.000 millones de dólares desde principios de año, un 27% menos que los 1,02 billones del mismo periodo del año anterior, según datos oficiales de Preqin.
Los datos muestran cómo se ha moderado el interés de los inversores por un sector del que se esperaba un crecimiento superior al año 2023, bien hay que entender cerrado el primer trimestre aún es pronto para anticipar el cómputo anual.
Los inversores institucionales, como los fondos de pensiones, endowments, asociaciones y fundaciones han fijado límites sobre el capital que pueden invertir en cada clase de activo, y los compromisos anteriores en capital riesgo han dejado a muchos sobreexpuestos e incapaces de asignar más peso. Los fondos alternativos tampoco han distribuido la liquidez prevista a los inversores debido a las deprimidas valoraciones y al estancamiento del mercado de M&A, lo que ha provocado que los gestores se muestren reacios a vender activos, restringiendo por ende la posibilidad de asignar nuevos compromisos en fondos
El ritmo de captación es costoso y los fondos están tardando más tiempo de lo esperado. Esto se explica por la falta de distribución y también algunas dudas sobre las valoraciones, ya que el ritmo de salidas ha disminuido drásticamente: falta de liquidez para todo el mercado, ya que muchos gestores no están dispuestos a perder en valoración. El beneficiado en este contexto son los fondos secundarios, especialmente en operaciones dirigidas por GPs.
Discrepancias entre las llamadas de capital y las distribuciones
En estos últimos años, el saldo se inclina mayoritariamente del lado de las llamadas de capital.
La gran mayoría de inversores o LPs, tanto institucionales como family offices (figuras más representativas en el ámbito más privado de la inversión), retrasan su toma de decisión de inversión.
Esta ralentización ha permitido a los LPs dedicar más tiempo al estudio de los gestores y su cartera, aprender más acerca de las distribuciones y métrica de DPI, indagando en su originación, a la vez que revalúan la consistencia en la estrategia del gestor y el seguimiento. El propósito final es la evaluación de la calidad del gestor y, por ende, la probabilidad de hacer reup en un fondo próximo. El desequilibrio de cash flows experimentado desde hace más de dos años, con un fuerte desajuste exacerbado por el aumento de llamadas de capital y recorte en las distribuciones, ha obligado a muchos inversores a afilar su instinto inversor y endurecer su proceso de análisis.
Desde el lado inversor, resuena una petición unánime: la necesidad de una mayor visibilidad. Con menos capital disponible para invertir y la alta concentración de soluciones de inversión de mercado, el inversor racional dedica gran parte de su tiempo a estudiar todas las opciones postponiendo la toma de decisión al cierre del ejercicio natural.
Una presentación e intercambio temprano con el gestor permite al inversor valorar si el fondo es de su interés o no. Idealmente esta fase tiene lugar entre comienzos de año y cierre del primer semestre. En ese periodo el gestor pone a disposición del inversor material adicional como soporte para su due diligence.
Con cada nuevo periodo de fundraising, los fondos establecen cierres intermedios, usualmente trimestrales, a lo largo de un año natural. La idea es poder llevar un correcto seguimiento del levantamiento de capital y consecución de los objetivos. Bien para incentivar el temprano compromiso por parte inversores, los gestores ofrecen descuentos de comisiones. Conforme pasan los cierres, esta oferta desaparece y entra en juego la comisión de ecualización o equalization fee. Se trata de compensación para inversores tempranos que entraron en cierres anteriores del fondo, ya que con sus aportaciones habrían financiado los primeros desembolsos en compañías, beneficiando así a inversores posteriores. El nuevo inversor deberá pagar esta prima adicional a la comisión de gestión del fondo.
Conociendo esta dinámica, el inversor actual está dispuesto a alargar la toma de decisión de inversión y realizar un seguimiento continuo de la evolución del fondo a lo largo del año. Cuanto mayor despliegue de capital realice el gestor, materializándose en compras de compañías y dando forma a su cartera, mayor claridad brindará al inversor potencial, facilitando una mayor certeza a la hora de decidir y decantarse entre una alternativa de fondo u otra.
Soluciones tangibles: priorizar una estructura de distribución
Lo que no funcionará es que los GPs tomen decisiones aisladas de salida o retención basadas en la suposición de "venderemos cuando sea el momento adecuado". Los GPs también tendrán que reconocer que no todas las distribuciones son iguales. Los LPs son sensibles a tácticas como la financiación de distribuciones con préstamos vinculados al NAV que generan distribuciones anticipadas, pero obligaciones más adelante y el efecto que en el múltiplo conlleva. Todo ello viene a explicar que la obtención de efectivo significativo en la cartera de un fondo requerirá un enfoque matizado que equilibre la importancia de proteger los rendimientos con la necesidad de aumentar el DPI.
Por lo que respecta a la inversión, las grandes gestoras suelen contar con un comité de inversión para definir estratégicamente la utilización del capital levantado. Con mayor urgencia, será fundamental considerar crear un comité de salida análogo, encargado de planificar las salidas estratégicamente sobre la base de una evaluación clara de las cambiantes necesidades de efectivo de los LPs.
2024 será sin duda un año mejor para la captación de fondos que 2023, pero seguirá llevando más tiempo que hace dos años. La futura captación de fondos dependerá de la creatividad del sector a la hora de devolver liquidez a los inversores. Cabe destacar el esfuerzo considerable realizado por parte de los GPs en términos de flexibilidad, abriendo la entrada a sus fondos a inversores con tickets inferiores, su predisposición a reforzar sesiones de formación al inversor como en la resolución de dudas.
Periodo de tenencia al alza y dry powder en máximos históricos
Generar mayor liquidez es un proceso que dura años y no una solución a corto plazo. Lo que se requiere ahora de los gestores es credibilidad. Para las gestoras que busquen levantar capital en los próximos 24 meses, es altamente probable que los LPs demanden un plan bien definido y atractivo para generar efectivo distribuible a corto plazo, una estrategia integral que ponga a disposición todos los recursos y herramientas del gestor para aumentar el capital desembolsado distribuido o DPI.
El valor intrínseco atrapado de empresas maduras en cartera no basta para resolver por sí solo el problema de las distribuciones. La tendencia en la retención de compañías y por ello el retraso en los exits ha seguido un ritmo similar al dry powder, ambos en máximos históricos, lejos de alcanzar un techo.
A pesar de gozar de estos recursos, la actividad de M&A se mantiene inmóvil, con excepción del auge en secundarios. Nos encontramos con gestores indispuestos a hacer uso del capital disponible y afrontar múltiplos de entrada altos frente a una posición ambiciosa por la parte vendedora. Esta distorsión de la realidad entre ambos actores augura indudablemente un alargamiento del periodo de tenencia de compañías en cartera en detrimento de liquidez para los LPs y la dificultad, por ende, de una posible aceleración del fundraising.
Partimos de años anteriores, en especial desde 2021, de un escenario de valoraciones altas que ha ido descendiendo sin alcanzar lo que en el mercado denominamos equilibrio de precios, algo que seguirá dificultándose en este entorno de incertidumbre de política monetaria e incesante coste de capital.
A corto-medio plazo, la tendencia es clara: se espera que el dry powder alcance nuevos máximos históricos lastrado por una dinámica de mercado que parece haberse asentado, bloqueando así gran parte del capital disponible para invertir.