Exprimiendo naranjas

Los Gobiernos vuelven a exprimir la naranja usada en el zumo anterior, intentando recaudar allá donde creen ver agua. Cuando las cuentas no salen, buscamos hasta debajo de las alfombras en busca de unas monedas que meter en nuestra famélica hucha. Vivimos en plena vorágine reguladora y la principal motivación de ese ejercicio viene de la necesidad, la necesidad de los políticos de cuadrar unas cuentas imposibles. Nadie está a salvo de quien antepone la necesidad a corto plazo frente al sentido común y la experiencia de muchos años. Los reguladores y políticos, sacan de la chistera leyes y normas con celeridad, con la improvisación propia de quien no ve más allá del próximo presupuesto a cuadrar, sin la consulta necesaria a los afectados y con mucha, mucha pose, sin debate.

Esta hiperactividad no es buena y pretende en ocasiones tapar las vergüenzas de quien debía ser vigilante y no lo fue, como si una mayor regulación fuera a paliar todos los problemas. Muchos son los ejemplos a los que estamos asistiendo, no solo en España sino en todo el mundo, de una actividad frenética en el ámbito regulatorio y sobre todo fiscal. Desde aquí veníamos avisando que el gran reto de la convergencia y la estandarización en la industria de la gestión colectiva está en que realmente se materialice dicha estandarización en el ámbito fiscal europeo.

Pues bien, estamos cada día un poco más lejos de ese objetivo y lo que es peor: nadie piensa que el escenario vaya a mejorar, ni que la necesidad vaya a desaparecer. Nos estamos quedando sin naranjas y cada uno sigue exprimiendo las suyas de forma distinta.