Gestoras independientes, inesperadas ganadoras del fintech

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TRIBUNA de Salvador Mas, consejero delegado de Finametrix

El fenómeno fintech a menudo se suele presentar como una tensión entre dos grandes tipos de empresas. Por un lado, entidades financieras tradicionales que tienen la gran desventaja de ser muy poco ágiles e ineficientes y con una pésima experiencia de usuario en muchas de sus aplicaciones, presas de pesados legacies tecnológicos y organizativos. Y, por otro, start-ups fintech que poseen en cambio todo ese dinamismo que no tienen los incumbents, normalmente con un espíritu más o menos disruptivo ofrecen soluciones muy transparentes y amigables al cliente… pero a menudo con un grave problema, prácticamente no tienen clientes y su coste de adquisición es altísimo.

Efectivamente, parece que los clientes, a no ser que se les ofrezca algo realmente disruptivo (y cosas realmente disruptivas hay muy pocas), suelen seguir prefiriendo lo tradicional. La marca pesa mucho en general pero en finanzas aún pesa mucho más. Visto el escaso éxito en clientes reales de start-ups que sí fueron muy exitosas levantando capital, las empresas tradicionales podrían pensar que esto del fintech ha sido otra falsa alarma y que pueden echarse la siesta a la espera de que les despierte la próxima burbuja.

Pero cometerían un error. Por dos motivos: primero, porque los principales ganadores del fintech no están siendo las start-ups que lo promovieron, sino nuevas empresas que ni se les ocurre llamarse a sí mismas fintech, ni disruptivas, ni cosas parecidas. A nivel mundial, la verdadera disrupción en la industria de los fondos de inversión se llama Vanguard, que no es precisamente una start-up fintech pero que se ha beneficiado de toda la publicidad que le han hecho, de forma gratuita, robo-advisors que han gastado muchísimos millones  en marketing con unas bajísimas cifras en captación de clientes, como decíamos antes, pero muy influyentes a favor de la empresa de John Bogle.

El caso español

En España tenemos un caso de éxito similar, aunque obviamente (por ahora) no de la proporción de Vanguard. En este caso no tiene nada que ver con la gestión pasiva, sino todo lo contrario. Se trata de nuevas gestoras, lanzadas por profesionales de prestigio en el sector (no precisamente recién licenciados), que dejaron sus entidades anteriores hartos de burocracia e ineficiencias y que en sus nuevas entidades disfrutan de un nivel de agilidad muy superior. Estas firmas han encontrado un aliado inesperado en las posibilidades que les está brindando el desarrollo del fintech.

Es una combinación entre la experiencia y reputación de los profesionales que montan estas entidades y las posibilidades del fintech aplicadas. Desde Finametrix, venimos ofreciendo nuestra plataforma fintech de distribución a muchas de estas buenísimas gestoras. Se menciona a menudo a AZValor, Magallanes y Cobas, que ya hacen más del 90% de sus altas de nuevos clientes y operaciones de forma digital, pero hay bastantes más (en Finametrix ya estamos trabajando con cerca de 20 gestoras). Son entidades que están encontrando nuevas formas de captación y relación con el cliente que antes no existían. Solo a través de la plataforma de Finametrix este grupo de gestoras independientes españolas manejan unas cifras de activos bajo gestión superior a la de las start-ups fintech de gestión de activos… !en todo Estados Unidos!

Estas gestoras independientes, que obviamente parten de un producto mucho mejor que la media, se han encontrado con un camino hacia el alta digital de nuevos clientes que les libra de papeles (a ellas y a los clientes), con una buena integración con el depositario que elijan, con una tecnología que les posibilita cumplir con la exigente regulación, con una nueva vía de distribución directa, con una nueva usabilidad para sus clientes (que pueden hacer operaciones y seguir sus carteras en tiempo real con una sencillez y transparencia y calidad cada vez más valoradas por el cliente).

En fin, se convierten en un ganador inesperado en este proceso. Son empresas que no nacieron llamándose fintech, ni tienen como target precisamente a un público millenial, sino a un segmento que va creciendo en España y en todo el mundo en los últimos tiempos, un cliente digitalizado (independientemente de su edad) y que cada vez tiene una mayor cultura financiera. Y que aprovecha los nuevos mecanismos que ofrece el fintech en la nueva cadena de distribución que la tecnología está propiciando. Así que el sector haría muy mal en relajarse ante el fracaso de expectativas de las start-ups fintech.