Holanda: medicinas sin receta

jaime
Máximo García

Hay quienes con un interés espurio tratan de cuestionar nuestra industria con argumentos en favor de la cotización de los fondos de inversión, como si el sistema actual con administradores y distribuidores cualificados fuera una aberración. El principal argumento que se utiliza es el precio, intentando establecer una relación directa y reducir todo a: si cotizara, el coste sería menor. Sin entender que la liquidez no es el problema y no existe la necesidad de solucionar un problema que no existe (por cierto, este mismo argumento sí que aplica a los ETF: la liquidez supone coste). El coste se puede optimizar aún más, pero la cotización no lo soluciona.

El otro argumento es sin duda el más irritante y tiene que ver con la participación de más agentes, con el acceso más inmediato, sin intermediarios... ¿sin intermediarios? Quienes conozcan cualquier mercado secundario saben que eso no es así, que los intermediarios forman parte necesaria en esa cadena, un gremio exclusivo y excluyente. La experiencia en Holanda, donde la cotización ha supuesto el estancamiento de la industria local, así lo demuestra. Un desastre de dimensiones siderales. Todo esto sin tener en cuenta que una inversión lleva consigo no sólo la operación en sí misma sino la toma decisión y la actualización de dicha decisión de forma continuada (KIID, eventos corporativos...). En otras palabras, Internet existe y no por ello las medicinas deben comprarse por Internet sin prescripción médica, y por cierto, las de verdad valen lo mismo. Vamos, que no cuela. Quizá el sistema actual no es perfecto, pero nadie puede dudar de que es el menos malo y que lo perfecto siempre será enemigo de lo bueno.