Instrumentos de deuda corporativa: ¿siguen siendo una apuesta segura para obtener sólidas rentabilidades en 2020?

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Foto cedida por Alken

TRIBUNA de Antony Vallée, responsable de Renta fija y gestor del Alken Fund Income Opportunities y del Alken Fund Global Convertible Alken. Comentario patrocinado por Alken.

Los mercados financieros disfrutaron de unas condiciones favorables en 2019, principalmente gracias al continuo apoyo de los bancos centrales. El año también se caracterizó por una desaceleración del crecimiento en algunas áreas económicas (por ejemplo, el sector manufacturero de EE.UU. y Europa no tocó fondo hasta hace muy poco), lo que confirma nuestra opinión de que, por el momento, los bancos centrales continuarán respaldando a los mercados. Incluso si la tendencia de crecimiento se desacelera en algunas regiones, sigue siendo firme a nivel mundial. Las perspectivas para 2020 son similares a las de 2019 (el crecimiento del PIB mundial se estima en torno al 3,0% en 2020). Sin embargo, la incertidumbre sobre el impacto de la guerra comercial y el coronavirus divide a los economistas. Puede que este año los mercados registren más volatilidad pero, en general, esperamos que los activos continúen comportándose bien.

A lo largo de los últimos doce meses, los inversores, tanto en bonos gubernamentales como corporativos, se han beneficiado de un estrechamiento de los diferenciales de crédito y del consiguiente aumento de los precios. Sin embargo, esta positiva tendencia mundial no está exenta de efectos secundarios. Un ejemplo perfecto es el reducido rendimiento que ofrecen los bonos denominados en dólares estadounidenses, que han pasado del 4% de principios de 2019 al 2,5% actual. Por eso, la búsqueda de rendimiento volvió a ser noticia, a medida que se hacía más difícil generar rentabilidades sólidas en un entorno de rendimientos bajos o incluso negativos.

El mercado de renta fija se divide en varias categorías que tradicionalmente definen las exposiciones de la cartera (regionales, por tipología de bono, por segmento de riesgo de crédito). La mayoría de los inversores están familiarizados con las carteras gestionadas con un enfoque top-down, que a menudo cuentan con unas 1.000 posiciones, o incluso más. El principal motor de rentabilidad de estos fondos es la capacidad para identificar las tendencias del mercado y localizar áreas de valor de nivel superior. Para seguir generando rentabilidades atractivas en 2020, muchos de estos gestores de fondos tendrán que ampliar las exposiciones de segundo nivel de sus carteras, a expensas de las posiciones principales o core. Estos gestores buscan en segmentos de mayor riesgo, adoptan duraciones más largas y exposiciones regionales alternativas, o recurren a instrumentos ilíquidos que ofrecen un mayor potencial de rendimientos y de rentabilidad.

Pocos gestores de carteras de crédito corporativo ofrecen estrategias de inversión bottom-up en las que el comportamiento de la empresa, y no el del mercado, sea el que determine las decisiones y represente el principal factor de rentabilidad. No obstante, estas estrategias bottom-up suelen centrarse solo en una de las diferentes categorías del mercado. En nuestra opinión, la mejor manera de generar rentabilidades atractivas en este entorno de bajos tipos de interés es combinar la selección de empresas de estas carteras de activos individuales con la flexibilidad para buscar en los segmentos de mercado tradicionales.

Además, creemos que una eficaz diversificación bottom-up será importante en 2020, ya que garantiza que una cartera pueda funcionar en un rango más amplio de condiciones de mercado, al reducir su dependencia de un factor de rentabilidad concreto. Aunque no existen muchos de estos fondos diversificados bottom-up, generan rentabilidad a través de un simple proceso bottom-up, lo que hace que sean fáciles de entender, predecibles y menos vulnerables a las sorpresas negativas del mercado.

¿Cómo puede obtener un gestor de carteras de bonos corporativos robustas rentabilidades en 2020?

La clave para encontrar las mejores oportunidades individuales es identificar empresas de primera clase con un perfil de beneficios crecientes y un balance sólido. El segundo objetivo debería ser la identificación de los títulos de deuda de mayor rendimiento, manteniendo al mismo tiempo un buen nivel de diversificación en la cartera de instrumentos de deuda. La mejor alternativa podría ser un bono convertible de tipo bond like, que los gestores de bonos convertibles tradicionales suelen pasar por alto porque consideran que presentan una sensibilidad a la renta variable demasiado baja (normalmente, menos del 10% o despreciable).

La mayoría de los gestores de bonos corporativos ignoran estos instrumentos que, históricamente, han sido una atractiva fuente de rentabilidad para nosotros. A menudo, este tipo de bonos convertibles cotizan con descuento y ofrecen un rendimiento superior al de los bonos estándar con un riesgo de crédito, una prioridad en la estructura de capital o un perfil de vencimiento comparables. Otros instrumentos de deuda tradicionales son los bonos híbridos, que pueden ofrecer rendimientos atractivos por parte de emisores de alta calidad y, por supuesto, los bonos estándar en general. Otro factor de rentabilidad es la exposición a los sectores globales, que amplía el conjunto de oportunidades frente a la inversión en una única región o mercado (desarrollado o emergente).

Como resultado, invertir en crédito corporativo a través de estrategias diversificadas bottom-up (bonos estándar, convertibles con un delta bajo y bonos híbridos), sigue siendo, en nuestra opinión, una forma sencilla de acceder a rentabilidades atractivas en 2020 que se beneficia de un amplio conjunto de factores de rentabilidad respaldados por una competencia única, simple y comprensible: extraer el valor del perfil comercial de una empresa y de sus títulos de deuda más adecuados.