TRIBUNA de José Mazoy, CIO Global, Santander AM. Comentario patrocinado por Santander Asset Management.
El proceso de subidas de tipos de interés llevado a cabo por una gran mayoría de bancos centrales ha sido particularmente intenso y prolongado en términos históricos, dada la intensidad del shock inflacionista. Los bancos centrales a nivel global (con excepciones como Japón o China) han llevado los tipos de interés a niveles muy restrictivos, que deberían ser suficientes para moderar las tensiones inflacionistas. De confirmarse que realmente los tipos de interés han tocado techo, se despejaría uno de los focos de incertidumbre más importantes para los inversores. En concreto, el panorama de inversión en los mercados más sensibles a tipos de interés (principalmente renta fija) aparece más despejado.
De cara al próximo ejercicio, nuestro escenario central contempla el fin del ajuste al alza de los tipos de interés, un crecimiento más moderado y una inflación a la baja, que permitirá el regreso paulatino a unas políticas monetarias más expansivas. Y aunque salvo en las economías emergentes, los recortes de tipos no se producirán de forma inminente, llegarán en 2024. Con en este entorno macroeconómico, pensamos que es el momento de empezar a buscar soluciones de inversión más allá del corto plazo, que complementen el refugio que ofrecen los mercados monetarios en estos momentos para los inversores. Hay valor en los tramos largos de las curvas de las principales geografías y sería conveniente posicionarse para capturar ese potencial de rentabilidad.
Así, de cara al año que viene, creemos que existen opciones atractivas en el mercado de deuda, como aumentar la duración de los bonos soberanos e incrementar exposición a bonos corporativos investment grade, activos que cotizan a valoraciones razonables, con moderado riesgo crediticio. Esto permite construir carteras de inversión equilibradas, con un balance de rentabilidad-riesgo diferencial respecto a los últimos años. Otra vía para capturar oportunidades de inversión es maximizar la diversificación en carteras de renta fija. La combinación de un posicionamiento en la curva de bonos gubernamentales con primas de riesgo de bonos corporativos con diversificación geográfica y sectorial, podría ofrecer uno de los mejores potenciales de retorno real desde la Gran Crisis Financiera.
Si bien la renta fija toma protagonismo respecto a la renta variable en las carteras de inversión, esto no debería implicar un posicionamiento ultradefensivo e infraponderar excesivamente la renta variable, ya que es el ingrediente fundamental a la hora de generar retornos diferenciales sobre la tasa libre de riesgo en estrategias a medio plazo. Además, existen oportunidades de posicionarse en determinados sectores y geografías donde los niveles de valoración reflejan ya un escenario adverso en crecimiento económico.
El perfil de rentabilidad-riesgo de la renta variable es menos atractivo a corto plazo que el de la renta fija, pero mejora en la medida que se extiende el horizonte de inversión. La oportunidad de volver a sobreponderar renta variable vendrá de la mano de la confirmación del final del ajuste a la baja de los beneficios empresariales. Es un excelente momento para construir carteras diversificadas que combinen ambos tipos de activos, dados los elevados rendimientos disponibles tanto en activos sensibles a tipos de interés (deuda pública) como en activos sensibles al ciclo económico (bonos corporativos y renta variable).
Posicionarse de cara a los nuevos paradigmas
Al mismo tiempo, estamos asistiendo a cuatro transiciones estratégicas en las que conviene posicionarse. El mundo se enfrenta a cambios muy relevantes con respecto al modelo energético, el contexto geopolítico, el uso de la tecnología y el acceso a la financiación. De estos factores pueden surgir oportunidades de inversión (nearshoring, inteligencia artificial, descarbonización, mercados privados…) a largo plazo.
Una estrategia atractiva es tomar posiciones en estas temáticas con el objetivo de generar retornos diferenciales en el largo plazo. Dentro de ellas cabe destacar áreas como el reto de la descarbonización, la inteligencia artificial generativa y la robótica, así como el impulso a la productividad global y los nuevos flujos de inversión (friendshoring y nearshoring), entre otras. Es probable que en la próxima década experimentemos una aceleración en el desarrollo e implementación de estas tendencias, por lo que podría ser una buena opción para los perfiles que inviertan a medio y largo plazo.