La agroalimentación: sembrando las semillas de la sostenibilidad

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TRIBUNA de Alexander Roose, CIO de Renta Variable Internacional, DPAM. Comentario patrocinado por DPAM.

Es cada vez más evidente que la cadena de valor agroalimentaria está en el epicentro de los problemas de la sostenibilidad. Sin embargo, esto no debe desanimar a los inversores. Todo lo contrario, pues estos problemas pueden dar lugar a un amplio abanico de oportunidades de inversión: la cadena de valor agroalimentaria se nutre claramente de tendencias estructurales, como el crecimiento de la clase media o la industrialización de la producción de proteínas en Asia. También vivimos en un mundo en el que empezamos a ver un repunte de la inflación. Afortunadamente, la cadena agroalimentaria tiene también cobertura de la inflación.

Analicemos de cerca lo que hay que hacer y lo que no en las inversiones agroalimentarias, y descubramos cómo encontrar la flor y nata de este fascinante sector.

Aunque el término agroalimentario pueda parecer algo restrictivo para permitir una gran diversificación dentro de la temática, en realidad abarca una gama sorprendentemente amplia de compañías y sectores. A grandes rasgos, la cadena de valor agroalimentaria puede dividirse en tres segmentos diferentes: en la fase previa (las empresas de plantación o la tecnología agrícola), en la fase intermedia (la logística/la transformación o el envasado) y en la fase posterior (la tecnología alimentaria, la producción de proteínas o la alimentación).

Dentro de estos tres segmentos de la cadena de valor, se puede invertir en diferentes temáticas y subtemáticas. Un enfoque top down y la focalización en los fundamentales y los KPI en los criterios ASG deberían permitir encontrar varias compañías interesantes en esta temática.

Los desafíos medioambientales y sociales

No hace falta decir que el inversor también debe estar atento a los factores de crecimiento y a los posibles riesgos que puedan surgir a la hora de seleccionar las mejores compañías para su cartera. Uno de los principales retos a los que se enfrenta la cadena agroalimentaria es el esfuerzo mundial para hacer frente a los desafíos medioambientales y sociales.

La parte inicial de la cadena de valor se enfrenta especialmente a algunos retos clave relacionados con la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (uso de la tierra y emisiones de metano del ganado), que es uno de los problemas medioambientales clave en la cadena de valor agroalimentaria.

La población también está creciendo y la clase media está aumentando. Por lo tanto, alimentar a una población creciente y cada vez más rica es una tarea monumental si hay que reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Además, el avance hacia la sostenibilidad ya no es solo una obligación ética o moral, sino que ha recibido un creciente apoyo legal a nivel mundial. Esto hace que cada vez más empresas (y consumidores) se esfuercen por preservar la biodiversidad y los ecosistemas robustos ofreciendo soluciones, como la agricultura de precisión, las proteínas vegetales, la fermentación, la reducción del metano o la producción y el consumo a nivel local.

Las empresas que pierdan este tren verde se quedarán invariablemente atrás. Al mismo tiempo, las compañías que sean capaces de encontrar soluciones oportunas e innovadoras a estos retos obtendrán mejores resultados a largo plazo. La sostenibilidad es el factor clave de diferenciación para cualquier empresa que opere en la cadena de valor agroalimentaria. En la última década ha quedado muy claro que el cambio climático y la sostenibilidad son una tendencia estructural que ha llegado para quedarse.

Otras tendencias a tener en cuenta

Sin embargo, es importante tener en cuenta que, aparte de los factores sostenibles inmediatos, hay una multitud de otras tendencias que afectan simultáneamente a este sector en su conjunto. Por ejemplo, notamos que la pandemia del COVID-19 puso claramente en primer plano varios temas clave (es decir, la salud, el bienestar, la automatización, el envasado y la economía circular). Además, los consumidores están cada vez más dispuestos a comprar suplementos dietéticos. En consecuencia, veremos una creciente conversión entre la asistencia sanitaria y la nutrición.

Aunque la geografía puede ser un aspecto que merece la pena tener en cuenta, no nos fijamos necesariamente en la ubicación de una compañía como punto de partida en el proceso de inversión. Preferimos centrarnos en el crecimiento. Dicho esto, estas distintas temáticas parecen mostrar ciertas tendencias geográficas.

Si nos fijamos en la agricultura de precisión, por ejemplo, las empresas estadounidenses están claramente a la vanguardia. Además, las empresas estadounidenses de amoníaco/nitrógeno, con sus redes logísticas bien desarrolladas, deberían poder aprovechar mejor la economía del hidrógeno, ya que el amoníaco es un mejor portador de hidrógeno, lo que conlleva unas capacidades de almacenamiento y transporte más seguras y sencillas.

En cambio, dentro de la tendencia de la salud y el bienestar, Europa es la clara vencedora. El mejor ejemplo de este saber hacer europeo son sus capacidades de fermentación, que van desde la sustitución de ingredientes sintéticos hasta el desarrollo de nuevos ingredientes y la búsqueda de soluciones de envasado. Estos, a su vez, son bastante limitados en los Estados Unidos.

En conclusión, la cadena de valor agroalimentaria ofrece grandes oportunidades al inversor. Al estar en la vanguardia de la actual revolución sostenible, el sector en su conjunto consigue ofrecer una convergencia notablemente única de sólidos rendimientos financieros, oportunidades innovadoras y posibilidades de inversión ética. En consecuencia, un enfoque diversificado a lo largo de toda la cadena de valor agrícola, un enfoque en la sostenibilidad y otros temas clave de crecimiento formarán una gran base sobre la que construir una cartera bien diversificada.