La COP26 y las emisiones cero netas: ¿el camino hacia la transformación sostenible?

Firma: cedidas (DPAM).

TRIBUNA de Pierluigi Lonero, PHD, analista de Renta Variable buy-side, y Ophélie Mortier, estratega de Inversión Responsable, DPAM. Comentario patrocinado por DPAM.

La cumbre COP26 encabeza la carrera hacia las emisiones netas cero. Aunque este objetivo es loable, muchos escépticos se preguntan si es posible conseguirlo. Se estima que el coste de la transición será de 150 billones de dólares durante 30 años. No obstante, para asegurar el éxito de la transformación sostenible, también tendremos que invertir estos fondos en las áreas adecuadas. Está claro que la tecnología jugará un papel principal en la transición, sin embargo, algunos proyectos medioambientales todavía se encuentran en fase embriónica o no se han testado a escala global.

La ejecución de proyectos sostenibles sobre renovables se alarga demasiado debido a las complejidades burocráticas. Es necesario resolver las ineficiencias gubernamentales antes de que podamos comprometernos completamente a una revolución sostenible.

Además, no deberíamos olvidar que el consumo en términos absolutos a aumentado en las últimas décadas y es muy probable que siga aumentando si no se tiene pone en cuestión. Las empresas tendrán que sustituir su dependencia del volumen por una estrategia basada en el valor, y los consumidores tendrán que reducir el consumo innecesario. Esto requiere un cambio de paradigma total y reformular el concepto de crecimiento lo que a su vez producirá un efecto dominó significativo a lo largo de nuestros mercados intensos en recursos actuales. En concreto debemos abordar la huella de carbono del sector energético, transporte, industria, construcción, el sistema de alimentación y agricultura.

Sin embargo, también tenemos que considerar formas directas de abordar el problema del carbono y dirigir la mirada a la fuente. Para reformar de manera efectiva nuestra industria energética basada en combustibles fósiles, las energías renovables es lo primero que viene a nuestra mente. La energía hidráulica y eólica ya se han desplegado a gran escala. La energía solar podría ser la siguiente fuente de energía renovable en recibir atención. Esta fuente se ha beneficiado de una reducción de costes considerable en la última década, posiblemente convirtiéndose en la fuente de energía más barata. Otra fuente renovable alternativa es el hidrógeno. El proceso de refinamiento ha experimentado mejoras significativas recientemente. Varias multinacionales en los sectores industriales, calefacciones y móviles tienen un entusiasmo particular sobre el potencial del hidrógeno. También hay algunas aplicaciones prometedoras para el sector de la aviación/aerolíneas.

La segunda herramienta que tenemos es la lucha contra las emisiones de carbono son los medios de trasporte más verdes. Los vehículos eléctricos son la solución más conocida. Las ventas de este sector en Europa van a experimentar un mayor nivel de penetración pronto. El crecimiento en China también es significativo, principalmente incentivado por la regulación. India por su parte, también ha tomado ciertas medidas para promover la penetración en el mercado. Pero a pesar de estas perspectivas prometedoras, todavía hay varias cuestiones que resolver para que esta solución se convierta en un contribuidor totalmente viable para nuestros objetivos de cero emisiones netas. El mayor desafío sigue siendo el proceso manufacturero de las baterías y el origen de la energía para alimentar estas baterías, junto con el tamaño de los vehículos. Además, hay un riesgo real de escasez ya que se espera que el litio y el níquel, ambos elementos principales en las baterías de los coches eléctricos, se agotarán para 2024. Las soluciones de reciclaje y de ciclo de vida del producto son esenciales para guiarnos hacia el éxito de la electrificación de la movilidad. 

La tercera herramienta es la captura y almacenamiento de carbono (CAC). Aunque afronta ciertas controversias, sigue siendo la única manera de capturar emisiones asociadas a las industrias difíciles de descarbonizar como el acero, el cemento y los productos químicos. Si queremos permanecer bajo el aumento de los 2°C de temperatura, la estimación de los requisitos en cuento al volumen de inversión necesaria varía, pero está en el rango de los 2,5 billones de dólares para 2050. Actualmente los programas de captura de carbono y su almacenamiento son limitados con una tasa de implementación lenta. Esto ha llevado que algunos optaran por apoyar la fijación de precios del carbono en su lugar. La cuestión de impuestos transfronterizos y el potencial de un mercado de carbono global será cada vez más relevante.

Para ejecutar y gestionar apropiadamente la transición a una economía sin carbono, tenemos que alinear intereses entre las tres partes principales: gobiernos, empresas y usuarios finales. Es todavía posible pavimentar el camino sostenible del futuro. Sin embargo, tendremos que hacer juegos malabares con todos los factores de forma eficiente y oportuna para asegurar una transición efectiva hacia la neutralidad de carbono. Veamos si la conclusión de la COP26 puede poner estos puntos en práctica.