La correlación directa entre exceso de liquidez y el comportamiento de los activos de capital

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Cedida

TRIBUNA de José Palma, gestor de Inversiones de Belgravia Capital.

Aun después de que hayan transcurridos casi cinco siglos, la teoría monetaria cuantitativa, originariamente sugerida por Copérnico en 1526 y definida por la Escuela de Salamanca en 1556 (Martín de Azpilicueta Navarro), y ampliamente desarrollada y divulgada por autores anglosajones como Fisher, Marshall, Friedman, etc. a partir del siglo XX, sigue teniendo plena validez: los precios dependen de la cantidad de dinero en circulación.

Ahora bien, el dinero no se utiliza sólo para realizar transacciones propias de la actividad económica real, también se emplea en la compraventa de bienes que, o bien no se incluyen en las mediciones de precios extendidas como el deflactor del PIB o el IPC, o se incluyen indebidamente. Entre estos bienes podemos señalar: activos inmobiliarios, empresas, activos financieros (deuda pública, deuda corporativa, deuda personal, renta variable y private equity), arte y coleccionismo, oro y materias primas.

Se puede argumentar que la evolución del conjunto de los precios de los bienes y servicios incluidos en el PIB y de los que no lo están, depende de la evolución de la masa monetaria. Y se puede, por tanto, afirmar que la evolución de estos últimos depende del diferencial de crecimiento de la masa monetaria respecto al PIB nominal, es decir la denominada K Marshaliana, que nos indica el exceso de liquidez en la economía, y que se mide restando al crecimiento de la masa monetaria (m), el crecimiento del Producto Interior Bruto nominal (el valor a precios de mercado) de la producción de bienes y servicios finales producidos en un país.

De este modo, existe una elevada correlación entre el crecimiento o disminución de la liquidez en la economía con la subida o bajada del precio de los bonos y de los índices de renta variable.

Durante los últimos meses, en pleno confinamiento, los principales bancos centrales han ido adoptando acciones para incrementar la liquidez en el sistema, como medida necesaria para paliar el impacto negativo de la COVID-19. Sin entrar a describir cada una de las actuaciones en materia de política monetaria, resulta interesante analizar el impacto que estas medidas están teniendo en el crecimiento de la masa monetaria.

El crecimiento de la masa monetaria (M2 en Estados Unidos y M3 en la Eurozona), con datos a finales de abril de 2020, mostraba una clara aceleración.

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Por su parte, el exceso de liquidez (K) está en niveles muy superiores a los observados en los últimos trimestres y a la media a largo plazo, consecuencia directa de las políticas monetarias expansivas anteriormente comentadas.

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Con este exceso de liquidez, los Bancos Centrales están intentando estimular la recuperación del PIB y, en consecuencia, del empleo. Y como ha venido ocurriendo también durante los últimos años, es muy probable que esto se consiga. En el medio plazo, veremos si el impacto de estas medidas expansivas sitúa el IPC por encima de los objetivos de cada uno de los bancos centrales. No obstante, ese incremento de liquidez es tan importante que posiblemente tenga un impacto significativo en el precio de los otros bienes que no están en el PIB y que podamos ver subidas en el precio de los inmuebles, activos financieros (bonos y acciones).

El exceso de liquidez del sistema ya demostró su capacidad inflacionista sobre los activos financieros durante el 2019 cuando el mercado europeo se revaluó un 26,8% aún con unos beneficios empresariales muy por debajo de los estimados y un descenso en la tasa de crecimiento del PIB.