Pese a la continua apertura del mundo del private equity y los mercados privados, la inversión en esta clase de activos todavía es compleja, muy limitada, y bastante burocrática.
COLABORACIÓN de Gorka Aguirre Hernanz, Ceo y fundador de Snab y Snab Asset Management Solutions.
Hasta hace no mucho, el private equity y los mercados privados eran temas que sonaban muy lejanos. Un “asset class” alcanzable tan solo por unos pocos privilegiados.
En la última década, según datos de Bain & Co, hemos visto que el acceso a la inversión en fondos de capital privado ha pasado de un ticket medio para el inversor, de alrededor de 5-10 millones en 2010, únicamente accesible por aquel entonces a fondos de pensiones, fondos soberanos, family offices, y Ultra High Net Worth Individuals (UHNWI), a un ticket medio de entre 500.000 dólares y 2 millones de dólares en el año 2024, con cada vez más excepciones llegándose a ver mínimos de 100.000 dólares de inversión requerida.
Esta apertura del private equity y la bajada de los tickets medios de un inversor individual se ha debido probablemente a varios factores. Por un lado, el éxito del modelo de gestión del capital privado, obteniendo consistentemente unos retornos muy por encima de los mercados cotizados, proporcionando un retorno acumulado por encima del 35% desde el periodo 2000 al 2023, de acuerdo con los datos de CAIA - Chartered Alternative Investment Analyst Association.
Adicionalmente, un periodo de tipos de interés muy bajos e incluso cercanos a 0, que ofrecía tasas de retornos muy bajas en otros sectores como los mercados de deuda. Un auge de los fondos de deuda privados, que aprovecharon una gran oportunidad tras el parón del crédito bancario post la crisis financiera de 2008, o el auge de los fondos de real estate, energía o infraestructuras como fuente de inversión necesaria para modernizar las infraestructuras obsoletas de los estados y contribuir a la transición energética y hacia un modelo más renovable y sostenible. Todos ellos han contribuido a que los mercados privados, hayan ido año a año ganando más adeptos y generando una gran demanda por parte de los inversores minoristas.
Al fin y al cabo, ¿a quien no le gustaría obtener retornos de entre el 10% y el 20% anuales? Pese a la continua apertura del mundo del private equity y los mercados privados, la inversión en esta clase de activos todavía es compleja, muy limitada, y bastante burocrática.
El principio del cambio, una vez más, gracias a la tecnología
La democratización del mundo de la inversión es algo que ya habíamos vivido desde hace unos años, pero que todavía no había llegado al private equity y a los mercados privados. Son decenas las aplicaciones móviles (Etrade, Robinhood, Myinvestor, Trade Republic, Heytrade, Etoro, Degiro etc) que hoy en día te permiten comprar y vender acciones de cualquier compañía cotizada, o cualquier fondo de inversión, en cuestión de segundos, y prácticamente en uno o dos clics.
En el capital privado sin embargo, este fenómeno todavía no había llegado. Lo más cercano que habíamos visto era el crowdfunding inmobiliario o de inversión en startups, por medio de plataformas como Urbanitae por ejemplo para el sector del real estate, o Crowdcube para las startups. Quizás al capital privado le ha costado un poco más en llegar debido a la mayor regulación, y al hecho de que al ser empresas privadas, la liquidez y la facilidad del intercambio o compra venta de acciones está mucho más limitada, protegida por las leyes y por los pactos de socios. Pero como decíamos, probablemente estemos ante los últimos días en el que la inversión en capital privado sea compleja y un lujo accesible a unos pocos.
La democratización del private equity está llegando, y a una velocidad de vértigo, o incluso podríamos decir que ya está aquí. Están ya saliendo por todo el mundo aplicaciones que permiten al pequeño inversor participar e invertir en fondos de private equity, por una fracción del ticket que se requería antaño. En España por ejemplo ya se puede invertir en fondos de private equity top tier por 10.000 euros, prometiendo retornos por encima del 10%, y en pocos clics. En esta nueva tendencia, vemos por ejemplo, plataformas como Crescenta, que hacen la participación en fondos de private equity sea posible a día de hoy posible en España. En el resto del mundo, estamos viendo este mismo fenómeno replicarse por medio de plataformas como ICapital, Moonfare, Sidekick, Allocate, 1pltfrm entre otras.
Y realmente todo esto, no ha hecho más que empezar, ya que según datos Prequin se espera para el sector del private equity un crecimiento del 14.8% anual hasta el 2026, hasta alcanzar unos activos bajo gestión de 17.77 trillones de dólares. Por tanto, y teniendo en cuenta el gran éxito de esta clase de activo, todo indica a que muy pronto ya estaremos acostumbrados a comprar y vender participaciones en fondos de private equity a base de clics con nada más que el teléfono móvil, como si de cualquier otro producto se tratara.
¿Cuales son los principales retos a los que se enfrenta el sector?
Es posible que no todo sea camino de rosas para el sector, ya que democratizar el acceso al private equity no sea quizás tan sencillo como tan solo ofrecerlo vía una app o web. Por un lado, existe el reto de educar a los potenciales clientes. Es posible que gente ya vinculada a los mercados privados y a las finanzas, esté ya lista para invertir en esta clase de activos, sin embargo, el público general, es decir cientos de miles o millones de personas, posiblemente no tengan ni idea de lo que es, ni de lo que implica. Por tanto, el esfuerzo en educar al mercado va a ser muy grande.
Por otro lado, la inversión en mercados privados, implica una iliquidez de varios años. Esto puede generar una gran barrera de entrada a muchos inversores minoristas al obligarles a tener una parte del dinero bloqueado durante un periodo largo de tiempo. Desde el punto de vista regulatorio, habrá que ver la evolución de los distintos mercados. Así como en España, ya se puede invertir en esta clase de activos desde 10.000 euros, en otros mercados se requiere cierta cualificación para poder invertir. Por lo que el desarrollo regulatorio en distintas geografías puede resultar un reto también.
Por último, la seguridad en este tipo de inversiones se deberá ver garantizada, primero, mediante una protección legal favorable a los inversores, y segundo, desde un punto de vista de ciberseguridad, garantizando que estos queden protegidos ante ciberataques, o que sus participaciones no se vean alteradas ante un ataque cibernético.
“Este artículo no constituye asesoría financiera, ni una invitación a invertir o utilizar ninguna plataforma mencionada. La información proporcionada es solo para fines informativos y educativos.”