La inversión en alternativos ilíquidos: el momento de la deuda privada

Goretti Arauzo Fernández_noticia
Firma: cedida (BBVA AM).

TRIBUNA de Goretti Arauzo Fernández, especialista de producto, BBVA AM. Comentario patrocinado por BBVA Asset Management.

La paulatina recuperación tras el shock sufrido por la pandemia ha animado a los inversores.  Estos, en la búsqueda de buenos retornos y cierta seguridad en la rentabilidad esperada, en un entorno de tipos deprimidos y  con el aumento de  la correlación entre activos de inversión tradicionales,  están incluyendo inversiones alternativas,  tanto líquidas como ilíquidas, en sus carteras.

La inversión en capital privado o inversión alternativa ilíquida permite obtener retornos absolutos relativamente independientes de la evolución de los mercados. Existen cuatro estrategias, esencialmente:

  • Capital riesgo: inversión en compañías no cotizadas para proponer planes estratégicos destinados a aumentar su valor. Con una fuerte alineación de intereses entre la compañía y el inversor.
  • Deuda privada: financiación a medida por parte de entidades no bancarias a pequeñas o medianas compañías. Con un clausulado estricto en cuanto al control de riesgo y gestión de posibles impagos.
  • Infraestructura: inversión en un conjunto de estructuras físicas y servicios esenciales. Sector muy regulado y con importantes barreras de entrada.
  • Real estate o inversión inmobiliaria: inversión en inmuebles como fuente de rentabilidad por alquiler y revalorización.

Si nos centramos en las dos primeras, según datos publicados por Preqin (principal proveedor global de datos, análisis y perspectivas de inversiones alternativas), en la última década (2010-2020) el capital riesgo global ha crecido en torno a 1,9 billones de dólares, procedentes, sobre todo, de la enorme cantidad de liquidez existente.

La deuda privada presenta una tendencia alcista similar. De un mercado valorado en 575 mil millones de dólares a finales de 2016, ha crecido a 848 billones de dólares a finales de 2020. Pero lo crucial es que se espera que crezca  un 11,4% anual, hasta 1,46 billones a finales de 2025 (conforme  a datos publicados por Preqin).

Este crecimiento obedece, en nuestra opinión, a varios factores:

  • El endurecimiento de los requerimientos de capital para las entidades financieras con Basilea III, que se ha traducido en una disminución del crédito otorgado por el sector a las empresas.
  • El hecho de que la deuda privada sea una extensión natural del capital riesgo. En muchas ocasiones las operaciones de capital riesgo, se completan con deuda privada, consiguiendo así llegar a los objetivos marcados en los planes estratégicos en tiempo y forma. El importante crecimiento de las inversiones en capital riesgo en los últimos años, precisa un incremento de las operaciones de deuda privada, teniendo en cuenta el actual nivel de apalancamiento.
  • Se trata de una financiación a medida, ajustada a la situación concreta. Con periodos de concesión cortos y un clausulado que incluye importantes requerimientos de control de riesgo.
  • Ha demostrado una gran resistencia a la crisis generada por el COVID-19.  Por ejemplo, en Europa tanto los márgenes como la estructura de comisiones, que se habían tensionado en los peores momentos de la pandemia, están ya en niveles cercanos a la situación anterior.
  • Ofrece una rentabilidad esperada interesante en relación con la deuda cotizada, con un cupón periódico variable.

También en Europa, donde históricamente la deuda privada ha tenido menor presencia, hemos visto un importante avance en los últimos cinco años. Reino Unido es el mercado más importante, seguido de Francia y Alemania.

La deuda privada puede ser clasificada en función de la estructura de capital o de la situación financiera de la compañía deudora. En el primer caso, hablamos de la posibilidad de invertir en deuda senior, subordinada, unitranche o mezzanine, esta última ya un híbrido entre deuda y acciones.

En función de la situación financiera del deudor, puede tratarse de situaciones especiales (que impactan en el valor de la compañía debido a un determinado evento, por ejemplo una operación de fusión o adquisición), situaciones financieras complicadas o de dificultad (distressed) o bien de compañías recientemente constituidas.

Para BBVA AM la inversión alternativa es, junto a la sostenibilidad, la gestión discrecional y la inversión temática, una prioridad estratégica. Creemos que la deuda privada ofrece un binomio rentabilidad-riesgo muy interesante, más si cabe en la actual tesitura de mercado. Por ello lanzamos BBVA Deuda Privada 2021 IICIICIL, un fondo de fondos que invertirá principalmente en deuda privada senior.