Íñigo Bilbao, managing partner &CIO Estudios Bursátiles S.L analiza en este artículo para qué tipo de inversores puede ser adecuada la inversión en activos privados.
COLABORACIÓN escrita por Íñigo Bilbao, managing partner &CIO Estudios Bursátiles S.L.
Los alternativos ilíquidos se reservaron hasta recientemente a clientes institucionales y family office a los que se supone expertos en los riesgos que asumen. La década de bajos tipos de interés hizo despertar el ingenio de los directores de inversión. En Europa la renta fija seguía protegiendo la cartera, pero casi no daba rendimiento. En Banca privada se incluyeron en la cartera 60/40 otros productos de mayor volatilidad como multi-activos, mercados emergentes o alternativos líquidos e ilíquidos.
Una regulación favorable de la UE a la inclusión de este tipo de productos en las carteras de inversores minoristas europeos con la llegada de fondos cerrados ELTIF, junto con las inversiones tecnológicas realizadas por plataformas y depositarios desde el comienzo de la década de 2020, han hecho posible el acceso al capital riesgo a los clientes de bancas privadas europeas.
Sin embargo, esta accesibilidad no quiere decir que no siga siendo un producto para expertos. La iliquidez ha sido el argumento más popular para enfatizar la sofisticación de estas inversiones. Un argumento también válido para deuda privada, infraestructuras o inmobiliario.
En private equity y venture capital existe un argumento de más calado. La opacidad del cálculo de valoraciones y la dificultad de conocer el verdadero valor de la inversión, es en mi opinión, la razón principal por la que recomiendo ofrecer este tipo de productos a clientes expertos que conozcan los riesgos que asumen. Tienen por término medio mayor volatilidad que el resto de inversiones alternativas.
Suele coincidir que aquellos clientes minoristas con más alto patrimonio, son más tolerantes al riesgo de invertir en empresas no cotizadas. Suelen disponer de otros recursos que les generan ingresos líquidos recurrentes, lo que disminuye los riesgos de iliquidez y opacidad asumidos. Pero no son los únicos. Existen ahorradores jóvenes con menores patrimonios, que son inversores expertos.
Conocen los riesgos que asumen, y es bueno que puedan acceder a estos activos si lo desean. La decisión de los reguladores europeos de reducir al máximo posible el mínimo de inversión requerido para invertir en estos activos ilíquidos es una buena noticia. Por lo general los alternativos ilíquidos tienen valoraciones estimativas trimestrales, frente a las valoraciones diarias de los activos líquidos como bonos y acciones listadas.
Habiendo siempre hipótesis y cálculos subjetivos y por lo tanto discutibles en la valoración de estos activos, es en el capital riesgo y venture capital donde más controversia anticipo. Incluir private equity y venture capital en proporción adecuada ayuda a diversificar la cartera. En España, los FCR, fondos de capital riesgo regulados por la CNMV se utilizan ampliamente para realizar este tipo de inversiones. Sin embargo, la dificultad de conocer con certeza la valoración real de estas empresas, anticipa problemas para los inversores menos expertos al no tener las mismas obligaciones de transparencia que las cotizadas.
Ante la posible falta de transparencia, un problema que se vislumbra es que el inversor minorista decida dejar de acudir a las futuras llamadas de capital, algo que le hará perder el efecto diversificador que produce incluir estas inversiones en su cartera. La curva J que se produce en estas inversiones junto con épocas de posible turbulencia, le harán dudar de continuar invirtiendo en las posteriores llamadas de capital, en un activo con el que no está familiarizado,
Podemos concluir que aparte de la iliquidez, la dificultad de conocer la verdadera valoración de las inversiones alternativas, las hacen apropiadas principalmente para inversores expertos.
El efecto negativo que la opacidad produce en los inversores afectará tanto a la deuda privada como a infraestructuras e inmobiliario. Pero es en la valoración de empresas que no cotizan, capital riesgo y venture Capital, donde se anticipan mayores dificultades y desavenencias entre asesores y clientes minoristas de banca privada.
Este tipo de activos son adecuados para inversores institucionales y family Office a los que se supone la experiencia necesaria para asumir riesgos de mercado. En el caso de inversores minoristas, aquellos con más alto patrimonio y flujos de caja futuros, podrán asumir mejor los efectos de la opacidad de las valoraciones, que otros con menor patrimonio.
La decisión del regulador europeo de bajar los mínimos de inversión en los ELTIF, fondos cerrados para productos ilíquidos regulados por la Unión Europea, es bienvenida. Existen también inversores expertos de menor patrimonio.