La pareja información e impacto

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Firma: FundsPeople.

TRIBUNA de Ana Claver Gaviña, CFA, responsable para Iberia, U.S. Offshore y Latam, Robeco, y presidenta del Comité de Sostenibilidad, CFA Society Spain. Comentario patrocinado por Robeco.

Desde Robeco llevamos varios años hablando de la importancia de ser conscientes del impacto que generamos con todo lo que hacemos. Un ciudadano cualquiera debiera conocer cuáles son sus consumos mensuales para, disminuyéndolos, entender que efecto tienen en su ahorro económico y medioambiental.

Una empresa conoce bien lo que produce y cómo lo produce. A día de hoy una empresa puede verse penalizada por sus emisiones de CO2, bien mediante impuestos, bien mediante el precio del carbono, sin embargo, no se ve penalizada ante el impacto producido, por ejemplo, al vender coches de combustión interna que, una vez en la calle, producirán significativas emisiones de CO2 (alcance 3).

Y es que nos encaminamos hacia un cambio de paradigma en el que la doble materialidad se va a ir imponiendo, tanto para las empresas como para los inversores.  Ya no va a ser suficiente cuantificar cómo impacta el entorno en la empresa, sino que es absolutamente relevante cuantificar cómo las actividades, servicios y productos de las corporaciones afectan al ecosistema en el que operan, y no solo en el momento de la venta, sino incluyendo también el impacto a lo largo de toda la vida útil del producto final.

Para calcular este impacto, algunos inversores reclaman información a los distintos proveedores de datos con el fin de incorpóralos a sus procesos de análisis. En este sentido es directamente la regulación la que cada vez es más estricta en este ámbito, ya que lo solicita dentro de la ley relativa a la información no financiera.

Esta ley considera significativa la información relativa a las emisiones de carbono y su reducción. También la nueva regulación de Divulgación de Finanzas Sostenibles (SFDR) que exige a las gestoras publicar el impacto adverso que tengan las empresas de sus carteras (por ejemplo, las emisiones de carbono). Y no debemos olvidar la nueva ley de cambio climático española, donde se solicitará información sobre el impacto de los riesgos asociados al cambio climático.

 En consecuencia, ante esta nueva realidad nos enfrentamos a un nuevo reto, la calidad de la información. Como dice nuestro especialista en cambio climático, Lucian Peppelenbos, contamos con datos relevantes a nivel sectorial, pero necesitamos datos a nivel emisor, y eso representa un desafío al que cualquier empresa se enfrenta por la diversidad, las dependencias, y los impactos a múltiples niveles y localizaciones en el mundo.

Es más, no olvidemos que cuando nos ponemos a recabar datos en el ámbito del cambio climático, los históricos son básicos, y que la información acumulada sobre huella de carbono habitualmente no supera los dos años y se refieren a emisiones pasadas. Ello es insuficiente para aclarar cómo de preparada está una empresa para la transición. Este dilema nos hace buscar otra información que pueda adelantarnos los planes de descarbonización de la compañía, como su estrategia, su gobernanza o su capex relacionados con el clima.

A este desafío hay que sumar que, a veces, los proveedores de información entregan datos contradictorios, al ser normalmente modelados. La relación de las empresas con el medioambiente se va tornando en cada vez más compleja, encaminada hacia una realidad inexorable que ya fue predicha por algunos economistas. Aquellos recalcaban la importancia de que las externalidades negativas que producían algunas empresas debían tener reflejo, de algún modo, en los resultados financieros.

Todo esto es algo que los inversores deben prever a la hora de seleccionar dónde invertir su capital con mayores garantías, porque las cosas están cambiando. Resulta interesante esta nueva óptica que se está imponiendo, en la que los inversores reclaman una mayor información sobre los efectos de su capital. Ahora no interesa únicamente entender cómo los riesgos están afectando a mi negocio, en estos momentos, también es clave conocer cómo mi actividad afecta a nuestro entorno social y ambientalmente.

Desde Robeco, nos vemos obligados a entender el impacto que tienen las empresas en el medioambiente y la sociedad, identificando riesgos potenciales, y oportunidades. Para ello, Robeco emplea una herramienta de seguimiento de impacto propia para ayudar a los inversores a cuantificar el impacto de sus carteras en los cuatro indicadores ambientales más significativos: emisiones de GEI, consumo energético, empleo y gestión del agua, y generación de residuos. Mediante esta herramienta de información analítica que informa cuantitativamente por dólar invertido, se ajustarán las ponderaciones empresariales de la cartera y se maximizarán los impactos positivos, limitando los negativos.

Por esta razón siempre hemos afirmado que resulta apropiado continuar fomentando la transparencia y divulgación de la información. Pero, aun así, en Robeco no nos sentamos a esperar, y continuamos interactuando desde nuestros equipos de titularidad activa para mejorar ese flujo de información en diferentes temas, por ejemplo, colaborando desde un grupo especializado en la transición climática de instituciones financieras creado para este fin.

Los datos no son perfectos, pero si son suficientes para tomar decisiones de inversión mejor fundamentadas y actuar. En Robeco seguimos siendo pioneros y pretendemos seguir abriendo camino en el mundo de la sostenibilidad.