La política climática de la UE: una gran oportunidad

Lucia Catalan_noticia
Firma: cedida (GSAM).

TRIBUNA de Lucía Catalán, directora general para Iberia, GSAM. Comentario patrocinado por Goldman Sachs AM.

En diciembre de 2019, la Comisión Europea se comprometió a alcanzar la neutralidad de carbono de cara a 2050 mediante el Pacto Verde Europeo. Para lograrlo, elevó los objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 al 50%-55% respecto a los niveles de 1990. Por aquel entonces, los legisladores estimaron que la inversión adicional necesaria para alcanzar el objetivo de 2030 era de unos 260.000 millones de euros al año.

La publicación inicial se tituló Turning an Urgent Challenge into a Unique Opportunity(1) (Transformación de un desafío urgente en una oportunidad única), y en retrospectiva, la Comisión no podía haber elegido un título más acertado. La oportunidad única se tornó más tangible que nunca al estallar la pandemia de COVID-19, y la Presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, optó por afrontar la crisis económica y sanitaria con su equipo espoleando una recuperación verde. Manteniendo firme el rumbo y poniendo la lucha contra el cambio climático al frente de la agenda regulatoria, la UE dio a conocer sus prioridades y sentó un precedente de peso para la actuación de los demás países.

En marzo de 2020, poco después de que la pandemia desencadenara el bajón económico más fuerte desde la Segunda Guerra Mundial, la Comisión comenzó a integrar el Pacto en la legislación de la UE, y propuso un marco para lograr la neutralidad de carbono y adaptar la regulación al Parlamento Europeo y al Consejo. A finales de mayo, la Comisión reveló además su plan de recuperación, convirtiendo al Pacto Verde Europeo en la piedra angular de su propuesta. Con el Plan de Recuperación de la UE (NextGenerationEU), que destinará 750.000 millones de euros a impulsar la recuperación tras la pandemia, Von der Leyen se propone aprovechar el poder económico de las transformaciones digital y ecológica del continente para impulsar el empleo y el crecimiento(2). Al fin y al cabo, la industria de renovables creó 1,5 millones de puestos de trabajo a nivel mundial ya solo en 2017, y se estima que 1 € gastado en energía limpia tiene un efecto multiplicador positivo, que se traduce en 0,8 € adicionales de PIB.

En julio de este año, la Comisión publicó su hoja de ruta revisada, Cumplir el Pacto Verde Europeo. La propuesta subraya el objetivo de reducir las emisiones de GEI como mínimo en un 55% de cara a 2030, que encaja con su compromiso en el marco del Acuerdo de París y es un prerrequisito para seguir aspirando a ser el primer continente neutro en carbono de aquí a 2050. Para lograr este Objetivo 55, el bloque se propone movilizar como mínimo un billón de euros de capital público y privado hacia inversiones sostenibles e implementar medidas para:

  1. Ajustar el mercado de carbono intensificando el Régimen de comercio de derechos de emisión (RCDE UE).
  2. Aumentar la proporción de las renovables en la combinación energética de la UE al 40% de aquí a 2030.
  3. Y ampliar los objetivos de descarbonización al transporte, incluyendo un recorte del 55% de las emisiones de coches de cara a 2030 y cero emisiones para nuevos coches desde 2035, y disponiendo la renovación de 35 millones de edificios en los próximos diez años.

Colaborando para cumplir

El año pasado aplaudimos el liderazgo mostrado por la UE a la hora de diseñar una recuperación sin perder de vista la crisis climática. Nuestra esperanza era que otras regiones siguieran su ejemplo, facilitando con ello una recuperación económica acelerada que nos empujara hacia un mañana más verde, y cabe constatar un avance significativo desde entonces. Con cerca de un 60% de las emisiones globales de CO2 cubiertas por compromisos de neutralidad de carbono a nivel nacional, y cerca de un 30% de estos de cara a 2050, las autoridades siguen acercándose al consenso en torno a la necesidad de alcanzar los objetivos climáticos que se han fijado(3). Fuera de la UE, la actuación de China y de Estados Unidos es de crucial importancia.

El objetivo de China de alcanzar la neutralidad de carbono de aquí a 2060 fue bien recibido a nivel mundial, pero la publicación de su XIV plan quinquenal en marzo de 2021 suscitó cierto escepticismo, y al no fijar un límite de emisiones, se consideró meramente en línea con tendencias previas: es probable que las emisiones de GEI sigan aumentando antes de tocar techo esta década.

En Estados Unidos, la concentración en la legislación climática tras la investidura de Joe Biden destaca tanto por su amplitud como por su ritmo. Compromisos notables con ambiciosos recortes de contaminación y las correspondientes medidas legislativas han conducido a un plan de empleo de 2,7 billones de dólares y a la reserva de 73.000 millones para energía limpia en el marco del proyecto de ley de inversión en infraestructura de 1,2 billones de dólares. Para muchos, esto demuestra un respaldo sustancial a la idea de reconstruir mejor y de forma más verde tras la pandemia de COVID-19, siguiendo el ejemplo de la UE de convertir un reto apremiante en una oportunidad única.

En pocas palabras, hemos llegado a una fase en la que los gobiernos reconocen que los compromisos climáticos de ayer requieren medidas en el presente, y están dispuestos a destinar grandes cantidades de capital para empezar a cumplirlos.

Seguir trabajando: la economía todavía importa

Ahora que la Comisión Europea y otros organismos gubernamentales comienzan a cumplir sus compromisos, creemos que los inversores todavía subestiman las medidas legislativas como motor de cambio y de beneficio para las empresas. Las elecciones, la legislación y el entorno regulatorio son aspectos inherentemente difíciles de pronosticar, con lo que los inversores deberían procurar no pecar de entusiasmo ante programas de inversión de billones de euros y seguir concentrados en lo más importante: los motores económicos que subyacen nuestras decisiones de inversión.

En nuestra opinión, lo que impulsa a la economía verde es el hecho de que los mecanismos económicos subyacentes han convertido a muchas soluciones medioambientales en inversiones inteligentes. Ahora que las curvas de costes han disminuido marcadamente y catapultado a tecnologías emergentes a un primer plano, actores establecidos en las áreas de energía limpia, eficiencia de recursos, consumo sostenible, economía circular y sostenibilidad hídrica se están viendo sustituidos por empresas innovadoras y disruptivas capaces de prosperar a lo largo del ciclo de mercado, con o sin respaldo de las autoridades.

Fuentes:

Goldman Sachs Asset Management (GSAM). 1 Comisión Europea, el Pacto Verde Europeo, a 11 de diciembre
de 2019.

2 Comisión Europea, El momento de Europa: reparar los daños y preparar el futuro para la próxima generación, 27 de mayo de 2020.

3 Goldman Sachs Investment Research. Carbonomics: Introducing the GS Net Zero carbon models and sector frameworks, 24/06/2010.


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Las empresas disruptivas son aquellas que en nuestra opinión están alineadas como tendencias clave de crecimiento secular o crean nuevas soluciones innovadoras.

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