Artículo de Javier Amo, director del Máster en Bolsa y Mercados Financieros del IEB.
Artículo de Javier Amo, director del Máster en Bolsa y Mercados Financieros del IEB.
La entrada en vigor de MIFID vino a suponer un paso adelante en el marco de relaciones entidad financiera cliente, postulando una mayor libertad de los clientes a la hora de ponderar sus inversiones así como una mayor protección de sus intereses. En el caso de España, paradigma de los países bancarizados (llegamos a tener una oficina bancaria por cada 950 habitantes), es la entidad bancaria la que controla prácticamente todo el circuito de distribución de productos financieros a través de su red. A pesar de que esta situación sigue siendo una realidad palpable, existen ya una serie de movimientos que inevitablemente traerán consigo cambios hacia una mayor independencia.
Un ejemplo de lo que supone esta situación, absolutamente ajena al principio de mercado abierto, lo podemos ver claramente reflejado en el comportamiento de los brókers de los propios bancos, que te permiten comprar acciones de otros entidades bancarias cotizadas. Sin embargo, si lo que quieres es comprar fondos pertenecientes a la gestora de otra entidad, la operativa se tornaba en prácticamente imposible, restringiéndose la oferta a los fondos de la propia entidad o en algunos casos, los que ofrecían a través de ciertos acuerdos de distribución con entidades extranjeras.
Esta anomalía fue el principal argumento para que plataformas privadas como Inversis o Tressis (destinadas a inversores particulares) o Allfunds Bank (instituciones), intentaran rellenar el hueco existente. Si bien se trata de realidades consolidadas, no han acabado de despegar plenamente, especialmente en lo referente al universo de los particulares y, su modelo actual plantea serias dificultades de sostenibilidad a futuro puesto que basan su funcionamiento en la retrocesión de comisiones o “rebates”, algo claramente en el punto de mira de MiFID II.
La Plataforma que está a punto de lanzar BME, viene a también a ocupar ese hueco, con una doble ventaja: además de permitir que cualquier cliente desde su entidad bancaria sea capaz de suscribir cualquier fondo de inversión que se encuentre listado en la plataforma, lo hará también libre de la servidumbre que plantea el modelo de retrocesiones al comercializador, puesto que éste, como tal figura, no existe.
En un principio obviamente listarán sus fondos, aquellas instituciones que no tienen su propia red de distribución y por lo tanto ven limitada su capacidad de acceso al posible universo de suscriptores o inversores. Un claro ejemplo de ello son las gestoras independientes (en torno a un 7% de cuota de mercado), que aún con buenos resultados, ven absolutamente mermada su capacidad de acceso a esos potenciales inversores por las limitaciones comentadas del modelo de distribución cautivo. Posteriormente, lo harán las grandes gestoras internacionales que han conseguido sortear con mayor o menor éxito este problema, vía acuerdos de distribución de sus productos con entidades bancarias y sus redes (actualmente en torno al 35% de cuota de mercado).
En España actualmente están autorizados para su comercialización cerca de 15.000 fondos de inversión y las expectativas son bastante alentadoras en cuanto al número de ellos a los que los clientes podrán acceder a contratar a través de esta Plataforma.
Desde el principio la existencia de la plataforma ha planteado serias dudas sobre su viabilidad (de hecho, han transcurrido casi 10 años para que pudiera ver la luz). Varias de estas dudas han podido solventarse gracias al cambio que para el conjunto del sistema financiero español ha supuesto la implantación del nuevo sistema de liquidación y compensación de valores.
Las participaciones de los fondos que cotizan con hasta 9 decimales, para lo cual no estaban preparados los sistemas de BME. Además, el sistema de traspasos (libres de fiscalidad) complicaban bastante la puesta en marcha de una plataforma que tuviera un comportamiento susceptible de ser integrado en los estándares de liquidación del resto de activos cotizados en mercado.
Es de suponer también que las entidades bancarias no debían sentirse especialmente predispuestas a colaborar en un proyecto que venía a romper con el statu quo tradicional, que consagraba la práctica exclusividad de distribución por parte de los canales bancarios.
Sentadas estas premisas, ¿Cómo será la parte operativa? A expensas de los desarrollos finales, el sistema permitirá comprar o vender cualquier fondo listado desde el bróker con el que opere el cliente, sin retrocesiones y al precio que supondría cualquier operación de compraventa de valores. A ello habría que añadir los gastos de mercado (cánones de Bolsa que no está todavía decidido quien los pagará), más las comisiones por ejecución que cobre el propio bróker.
Las gestoras deberán pagar una especie de “listing fee” por el hecho de que sus fondos coticen y estén disponibles en la Plataforma y esperamos que en este punto BME sea generoso, no imponiendo tarifas disuasorias. Aun así, ello siempre sería menos lesivo que las retrocesiones que bajo el esquema actual y especialmente las gestoras independientes, se ven obligadas a satisfacer en las plataformas actualmente en funcionamiento.
En cualquier caso, MIFID II va a clarificar la situación de la operativa en el tema de las retrocesiones. Los reguladores no se han decantado todavía por un modelo de prohibición total de comisiones o permitirlas bajo ciertos parámetros de concreción explícita de los sistemas de retrocesión (modelo inglés versus modelo holandés).
Obviamente, BME no va a competir con el resto de plataformas en cuanto a asesoramiento sobre las mejores opciones del mercado, manteniendo la más estricta neutralidad en lo que a recomendaciones para los inversores se refiere. Este punto debería llevar aparejado un mayor interés por parte de las instituciones de intermediación y asesoramiento sobre la figura del analista de fondos. Al igual que existe un analista de acciones que estudia una compañía y en función de la ponderación de una serie de factores emite una recomendación, será necesario disponer de analistas que emitan recomendaciones sobre los fondos que a su entender sean los más idóneos y adecuados para los clientes de la institución.
En resumen, nos encontramos ante una gran iniciativa por parte de BME, necesaria y que redundará en beneficio de los inversores, disminuyendo los costes y otorgando valor a la gestión frente a la comercialización. Solo un pequeño pero: quizás ha tardado demasiado tiempo en llegar.