Los ETF cumplen medio siglo dando grandes zancadas para la humanidad

idea inversión Javier García BlackRock

TRIBUNA de Javier García Díaz, responsable del Negocio de Gestoras de Fondos en España, Portugal y Andorra, BlackRock. Comentario patrocinado por BlackRock.

La historia está repleta de casos en los que las pequeñas cosas fueron capaces de protagonizar grandes acontecimientos. Son situaciones en las que el reducido tamaño de algo que busca hacerse un hueco en el progreso de la humanidad, ya sea social o económico, acaba no solo ganando ese hueco, sino que crecen con tal fuerza que engloban dentro a ese mundo a través del que tuvieron que buscar su espacio.

Son avances que encajan muy bien en esa frase que dijera Neil Armstrong cuando su pie se aproximaba hacia la superficie luna: “Es un pequeño paso para el hombre y un gran salto para la humanidad”. Y no decimos que quepan ahí por su reducido tamaño, lo decimos porque son desarrollos que realmente transformaron la forma de entender el mundo que los precedió.

Los microchips son un gran ejemplo de ello. Este desarrollo empezó su andadura en 1971, cuando un equipo radicado en Silicon Valley dio un salto cualitativo de unas magnitudes próximas al que protagonizó Armstrong pocos años antes. Sin embargo, los microchips no fueron el único gran desarrollo que salió del famoso valle californiano ese año. Hubo un avance que vio la luz prácticamente al mismo tiempo con una vocación igualmente transformadora: los primeros ETF.

De esta forma, la gestión indexada empezó a rodar al mismo tiempo que los microchips. Su andadura fue más lenta y la consolidación de su éxito se realizó sobre unas bases más sólidas. Los ETF no experimentaron el rápido crecimiento de los microchips, que en menos de un lustro ya habían consumado la conquista del nuevo orden productivo. Los ETF avanzaron con más calma, pero eso no impidió que ya fueran desmenuzando desde el primer momento las grandes ventajas de un vehículo que finalmente ha logrado materializar esa vocación transformadora.

Su lento caminar no ha impedido que alcancen la primera línea de la industria financiera, lo que ha permitido que esa primera línea se desplace hasta posicionarla cerca de millones de personas que antes no tenían a su alcance soluciones de inversión tan sofisticadas. El potencial transformador de los fondos indexados se materializaba en una realidad en el momento en el que esos millones de personas podían tocar la posibilidad de construir una seguridad financiera más segura en su jubilación, en el momento en el que todas esas personas estiraban el brazo y encontraban un vehículo que los trasladaba a un mundo de la inversión que antes de 1971 solo existía en la cartelera cinematográfica.

Los ETF fueron cumpliendo años y, aunque miraban de reojo a su exitoso quinto, el microchip, fueron capaces de crecer poniendo sobre la mesa una nueva forma de entender la planificación financiera. Crearon un concepto mucho más democrático que daba acceso a perfiles cada vez más amplios gracias a la eficiencia en costes que se desprende de su naturaleza. Demostraron que la racionalidad en el pago de comisiones tiene un impacto directo en la generación de retornos a largo plazo, sobre todo cuando las personas que se habían subido a bordo de este desarrollo disruptivo, avanzaban como lo hacían los ETF: con diligencia, con constancia y con la vista puesta en el largo plazo. Esta diligencia demostró que se podía diversificar un plan de inversiones a un coste más efectivo que el que era habitual hasta su irrupción en la industria.

La asequibilidad de los ETF como elemento de democratización y de racionalización de costes es un elemento que sigue siendo muy importante a día de hoy, lo que permite que todos los desarrollos que se están generando en estos días también se empapen de esa ventaja. Este punto es importante, ya que implica que esa primera línea que se desplazó para acercarse a millones de personas ha vuelto a desplazarse para acercar ahora a esos millones de personas a nuevos universos de inversión. Los últimos años han atestiguado un gran avance en la construcción de índices, lo que ha permitido que estos vehículos crezcan en campos a los que no llegaron en sus primeras etapas: renta fija, optimización por factores, tendencias, sostenibilidad…

Pero es quizá ese último campo, el de la sostenibilidad, el que pueda estar dotando de una nueva identidad a unos vehículos que esta vez miran al futuro desde una posición mucho más consolidada. Llevamos tiempo diciendo que la sostenibilidad tiene la capacidad de ofrecer mejores retornos a largo plazo que las estrategias tradicionales. Creemos que el compromiso de entidades como BlackRock ha sido fundamental para que este concepto pase de avanzar con pequeños pasos a dar zancadas que llegan a todos los rincones de la industria. Y lo están haciendo en gran medida por el liderazgo que ejerce la gestión indexada en esta transformación.

Nuestra división de gestión indexada, iShares, tiene como objetivo representar en gran medida lo que significa esta nueva fase de madurez en el desarrollo de la gestión indexada, ya que su vocación transformadora, igual que la de las pequeñas grandes cosas de Silicon Valley, ha logrado desarrollar la gama más amplia y completa de fondos indexados sostenibles de la industria de gestión de activos. Los millones de personas que alcanzaron la primera línea de la planificación han dado un paso más al frente y ahora pueden pasar su mano sobre un abanico más completo de opciones, pueden trasladar la eficiencia anteriormente mencionada a vehículos especializados en los líderes sostenibles de un sector, o a aquellos que dejan fuera a las compañías con peores datos, o en los que identifican los sectores mejor posicionados para hacer del mundo un lugar mejor para todos.


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