Mantengamos el rumbo

Kamil Molendys, Unsplash

Europa está en crisis. Plus ça change. Ha estado en crisis desde que yo soy gestor de fondos. La cuestión es si los inversores se dejan llevar por el flujo de noticias o si adoptan un punto de vista más a largo plazo. Por nuestra parte, preferimos un juego a largo plazo.

 

Es una gran ironía que en medio de la crisis de la deuda soberana, Alemania sea reverencia como un ejemplo de prosperidad económica. Fue solo hace unos pocos años que se la criticaba por su débil demanda doméstica y por el alto desempleo. En cambio, Irlanda era laureada como el tigre celta hasta que su rápido crecimiento demostró estar insosteniblemente alimentado por la deuda.  Las cosas tiene la costumbre de moverse en ciclos, ya sean ciclos de inventarios, ciclos de negocios o ciclos de cincuenta años Kondratiev. Para nosotros, identificar ciclos es un elemento fundamental de nuestra gestión. Nos gusta descubrir tendencias en desarrollo dentro de industrias y compañías y determinar si existe una oportunidad rentable.  Hasta cierto punto creemos en la reversión a la media.  Es muy raro que una compañía sea capaz de conseguir siempre retornos muy elevados. Los ingresos muy altos suelen atraer una avalancha de inversores que empujan las valoraciones muy hacia arriba y se crea por tanto el escenario para una dolorosa corrección. De igual modo, los sectores con ingresos débiles tienden a tener grandes incentivos para cambiar: los rivales se consolidan, los costes se reducen y la lucha darwinista hace que sobrevivan los más fuertes.  

 

Todo esto parece ir ligeramente contracorriente y mientras  podría ser una buena descripción de la manera en la que gestionamos el dinero, se pierde la esencia de lo que trata el espíritu contrario: el debate.  Los contrarios se preguntan si el estado actual de las cosas se mantendrá o cambiará. Cuando analizamos una empresa o un sector, siempre buscamos catalizadores que puedan provocar un de-rating o un re-rating.  Esto necesita no ser repentino. De hecho, una frustración con las inversiones demuestra cuán cortoplacista se ha vuelto.  Los inversores están más preocupados por los flujos diarios de noticias o los informes de resultados trimestrales y se han vuelto ciegos ante las tendencias de ingresos a largo plazo de una compañía o industria.  El trading ha reemplazado la inversión. Cuando invertimos, nos gusta  leer entre líneas y la tecnología es un buen ejemplo.  Muchos inversores se quedaron encerrados en la burbuja de internet en el 2000. Nadie dudaba de que internet iba a revolucionar nuestros estilos de vida, pero lo que la mayoría de los inversores falló en apreciar era que los conceptos estaban una década lejos de convertirse en negocios rentables.

 

Esta es la razón por la que somos algo escépticos sobre el actual romance con los mercados emergentes. Nadie cuestiona que China sea la mayor economía mundial con el crecimiento más rápido.  El problema es que el rendimiento de la renta variable  y el crecimiento económico rara vez están correlacionados. La bolsa china obtuvo bajos rendimientos a principios de la década y en 2010 a pesar de un crecimiento económico estelar.  

 

En efecto, algunos de los temas promovidos por los partidarios de la inversión en mercados emergentes a menudo son más beneficiosos para los mercados desarrollados, como es el caso del crecimiento en el consumo chino.  La nueva riqueza en China es invertida en bienes de lujo y esto se refleja en boyantes ingresos para empresas europeas como Swatch, LVMH y Bulgary. De hecho, nosotros accedemos al mercado mundial a través de compañías europeas.  La mayoría de las empresas  europeas en las que invertimos tienen operaciones en el extranjero o exportaciones lo que hace más pequeño sus negocios domésticos.  Las ventajas de las compañías europeas es que permiten a los inversores jugar temas en todo el mundo, desde las commodities hasta el crecimiento del mercado emergente, con el sólido gobierno corporativo que proviene de un mercado de valores de una región desarrollada.

 

Por tanto, volviendo a la llamada crisis en Europa, es importante ponerla en perspectiva.  Dado que invertimos a largo plazo en las compañías que tienen, desde nuestro punto de vista, fuertes perspectivas positivas, no estamos demasiado preocupados por las caídas y subidas mensuales del mercado.  Puesto que a menudo las compañías europeas son globales en naturaleza, es muy poco probable que los ingresos se vean afectados por los problemas domésticos. Los inversores ahora inquietos con Grecia deberían echar un vistazo al otro lado del Atlántico.  La crisis europea palidece cuando se la compara con la crisis de la deuda estadounidense.

 

La única diferencia es que la crisis norteamericana no está cristalizando porque el dólar sigue siendo la divisa usada como reserva mundial, lo que permite a la Fed imprimir billetes y ganar tiempo. En definitiva, puede que Grecia esté en el candelero hoy en día, pero en algunos años otra cuestión copará los titulares. Esta es la forma en la que el ciclo funciona.