Oportunidades en un mundo cambiante

David Ardura_noticia
Firma: cedida (Finacces Value).

TRIBUNA de David Ardura, director de Inversiones, Finaccess Value. Comentario patrocinado por Finacces Value AV.

El pesimismo económico es una realidad que ya se ha instalado en nuestras vidas, no sólo ya en el mundo financiero sino también fuera del mismo. Razones no faltan para ello, si consideramos las lecturas de los indicadores adelantados o los miedos a un invierno dominado por las tensiones energéticas.

A pesar de esta caída tan significativa de las estimaciones, la economía real (especialmente el consumo) ha mantenido, a lo largo de los últimos meses, un impulso significativo que, en algunos sectores, ha batido récords de los últimos años.

Esta combinación, caída de la confianza acompañada con un consumo todavía fuerte, supone un precedente nada halagüeño para la economía. Históricamente, altos niveles de consumo coincidentes con niveles de confianza a la baja son uno de los indicadores más fiables de recesión existentes. Normalmente, cuando llegamos a una situación así, el crédito se convierte en motor cada vez más importante del consumo. Lamentablemente, es un mecanismo que tiene poco recorrido y su finalización coincide con el punto álgido de la recesión.

Este fenómeno es algo que ya venimos observando desde hace meses en Estados Unidos, donde una vez agotadas las ayudas del gobierno y los ahorros generados en la pandemia, los consumidores americanos han incrementado la deuda de los hogares para seguir manteniendo un fuerte ritmo de consumo.

En España estamos viendo algo parecido. En plena espiral inflacionista, las solicitudes de crédito al consumo se han disparado en los últimos meses. El final de la historia ya lo conocemos: todo ese crédito deberá ser repagado en los próximos meses, en detrimento del consumo futuro. Este hecho supone un indicador más para seguir deprimiendo las expectativas de cara a los próximos meses, y ya sabemos que entre realidad y expectativas los mercados siempre van a optar por las segundas. Las fuertes caídas de los índices bursátiles y la ampliación de los spreads de crédito son un firme testimonio de esta situación.

Sin embargo, y de acuerdo con la historia, ya nos estamos adentrando en el terreno de las oportunidades. Las valoraciones de algunos sectores en renta variable y los niveles de diferenciales de crédito, tanto en high yield como en investment grade, así lo indican. Es cierto que la variable inflación es un componente que no se encontraba en anteriores recesiones y eso puede suponer un escenario distinto con una hoja de ruta diferente. Es muy difícil, por no decir imposible, diseñar alguna estrategia o pauta de actuación frente a la evolución de la inflación en los próximos meses, salvo la prudencia. Posiblemente sea mucho mejor enfocar los esfuerzos en la inversión en el largo plazo, donde ese factor de inflación se debería ir diluyendo, permitiéndonos así afrontar las inversiones con una mayor amplitud de miras.

De esta manera, no todo son malas noticias para el inversor. Después de años de tipos negativos y rentabilidades bajas, esta repreciación a la que estamos asistiendo ofrece notables oportunidades para el inversor que quiere rentas periódicas. La normalización de la inflación debería suponer que ciertas correlaciones habituales en una cartera mixta de renta variable vuelvan a funcionar, pero con un punto de partida de rentabilidades más altas.

En un escenario como este, los fondos enfocados al reparto de rentas se pueden ver muy beneficiados. Nosotros lo estamos observando en Finaccess Estrategia Dividendo Mixto, donde hemos visto como la rentabilidad final ofrecida por el fondo se ha incrementado sensiblemente respecto de principio de año. No sólo por la parte de renta variable (50% del fondo) sino también por la parte de una renta fija que, en origen, se diseñó como un estabilizador de la cartera (algo que le ha permitido no estar muy afectada por las caídas históricas de la renta fija este año) pero que ahora es una fuente de rentabilidad para el inversor sin tener que haber incrementado ni la duración ni el riesgo de crédito.

En nuestra opinión, dada la imposibilidad de predecir el futuro, nuestros esfuerzos deberían estar enfocados en planificar nuestras inversiones para el largo plazo y, en este sentido, nuestro punto de partida es mucho mejor ahora que hace unos meses.