Para presumir hay que sufrir

En los últimos días la dirección de los índices bursátiles ha bailado al son de los votos de cada uno de los diputados griegos, de los comentarios lanzados por Merkel Schäuble y Junker en la gestación del acuerdo del Eurogrupo, de las amenazas de las agencias de calificación…nada atiende a fundamentales sino a golpe de titular. ¿De verdad se ha frenado el “riesgo de contagio”? Seguramente no y además es imposible ratificarlo puesto que depende del éxito de las medidas encaminadas a reducir el déficit de los “periféricos”… y a niveles del 3%! Pero un plan creíble aunque requiera sacrificio invita al optimismo y Europa ha extendido la mano a cambio de austeridad. El relevo ha pasado a Estados Unidos que ha dilatado en el tiempo el ajuste fiscal y ahora cuenta con fecha límite para acordar el incremento del techo de su deuda. El tiempo apremia pero la continuidad de la tendencia alcista del Standard & Poors, muy cerca de máximos, dependerá de cuál sea el ritmo de crecimiento de una economía que pretende reducir su nivel de endeudamiento y que ya no cuenta con inyecciones de liquidez. 

A nadie escapa que las medidas expansivas en Estados Unidos provocaron un dólar débil, tipos de interés bajos y una mayor competitividad exterior, lo que permite que sus resultados empresariales sigan batiendo expectativas frente a la fuerte presión en márgenes que sufren las compañías europeas. Una depreciación del euro ayudaría y mucho pero mientras tanto consideramos que la renta variable europea, en especial el sector telecomunicaciones, habría descontado ya la desaceleración del ciclo económico y de beneficios ofreciendo valor. A medida que avancemos en el tercer y cuarto trimestre iremos ganando visibilidad sobre el crecimiento mundial liderado por emergentes. La mejora de la actividad económica gracias a la recomposición de fábricas tras Fukushima servirá también de catalizador y los países desarrollados seguirán con tipos de interés bajos para sostener la demanda interna. En el lado negativo de la balanza seguirá pesando el riesgo periférico, la debilidad del consumo y el ruido relativo a la ralentización de los países asiáticos. Pese a la volatilidad diaria el inversor tendrá que mirar a la renta variable en el medio plazo y estar dispuesto a sufrir los vaivenes de mercado para presumir de rentabilidad a final de año.