Por qué es una estupidez llamar "woke" a los criterios ESG

David Bach
Foto: cedida.

TRIBUNA de David Bach, profesor de Estrategia y Economía Política, así como decano de Innovación y Programas del International Institute for Management Development (IMD).

El pasado diciembre, como parte de su guerra contra el "capitalismo despierto", el gobernador republicano de Florida, Ron DeSantis, se comprometió a retirar 2.000 millones de dólares de las inversiones estatales en BlackRock. Su movimiento siguió al de los 19 fiscales generales estatales republicanos que le dijeron al mayor gestor de activos del mundo en una carta: "Nuestros estados no se quedarán de brazos cruzados mientras las jubilaciones de nuestros pensionistas se sacrifican por la agenda climática de BlackRock". Desde enero, estos funcionarios estatales ya no están solos.

Los republicanos recién llegados a la Cámara de Representantes de Estados Unidos están llevando la lucha al ámbito federal. Andy Biggs, el recién nombrado presidente del subcomité de servicios financieros de la Cámara, responsable de las instituciones financieras, declaró al Financial Times que "los bancos deberían ser apolíticos". Sin embargo, el sistema financiero estadounidense, argumentó, ha sido absorbido por la izquierda intolerante con la diversidad". Biggs concluyó: "Para que nuestro país sea económicamente competitivo, necesitamos que nuestro sistema financiero proporcione igualdad de acceso al capital a todo tipo de empresas."

La declaración de Biggs revela, o bien una notable ignorancia sobre el funcionamiento de los mercados financieros y los riesgos de rentabilidad financiera que plantea la exposición sin paliativos a los retos medioambientales y sociales, o bien una cínica voluntad de engañar para ganar puntos políticos. La noción de "igualdad de acceso al capital para todo tipo de empresas" va en contra de uno de los principios fundamentales del capitalismo, un sistema al que los republicanos como Biggs profesan una lealtad interminable. El acceso al capital nunca es igual: depende fundamentalmente del riesgo de la inversión y del nivel relativo de tolerancia al riesgo del inversor.

Además de la tasa de rentabilidad esperada ajustada al riesgo, para los gestores de activos como BlackRock, una consideración adicional es la preferencia del cliente, tanto individual como institucional. Si las inversiones que mitigan los riesgos medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG) ofrecen un mejor rendimiento ajustado al riesgo, y si además un número creciente de inversores rehuye determinados tipos de inversiones -ya sean fabricantes de armas o minerías de carbón-, esto afectará naturalmente a la asignación de capital.

De hecho, Larry Fink, CEO de BlackRock, declaró a Bloomberg TV en Davos que, si bien su empresa perdió un total de unos 4.000 millones de dólares en activos procedentes de varios estados gobernados por republicanos en 2022, añadió 400.000 millones de dólares en total durante el mismo periodo. No hay nada nefasto ni político en esto, solo capitalismo en acción. 

Por qué es una estupidez llamar "woke" a los criterios ESG

Con esto en mente, exploremos un poco más de cerca por qué llamar "woke" a los criterios ESG es tan estúpido. Como señaló recientemente David Remnick, editor de The New Yorker, para "los conservadores de ahora, la “wokeness” es la raíz de todo lo negativo" y los líderes republicanos, desde Donald Trump hasta Ron DeSantis y Kevin McCarthy, compiten por ver quién es el mejor a la hora de denunciar y enfrentarse a la "wokeness".

Remnick entrevistó al lingüista Tony Thorne, quien explicó: "Woke es un término muy interesante en este momento, porque creo que es una palabra inutilizable, aunque se usa todo el tiempo, porque en realidad no significa nada", Thorne remonta los orígenes del término a la década de 1960 e identifica como el primer uso registrado una obra de teatro liberacionista negra de 1971 en la que el protagonista dice: "Debo permanecer despierto". En la última década, y en particular con el advenimiento del movimiento Black Lives Matter, entre los progresistas "woke" se convirtió en sinónimo de "socialmente consciente" o "empático", explica Thorne.

La oposición republicana

Sin embargo, casi de inmediato, los conservadores aprovecharon la vaguedad del término para convertirlo en una especie de santurronería izquierdista y hacer de "anti-woke" el grito de guerra de cualquier cambio social al que se opusieran. En ese sentido, la etiqueta "woke" pretende deslegitimar la presión a favor del cambio social de la misma forma que los opositores al cambio denunciaron la "corrección política" hace una generación.

Al tachar a los criterios ESG de "woke", los conservadores dan a entender que gran parte de la industria mundial de gestión de activos, valorada en 100 billones de dólares, ha sido secuestrada por los izquierdistas. Habiendo pasado tiempo con muchos gestores de activos, esto me parece bastante improbable.

Por el contrario, el auge de la inversión ESG refleja, por un lado, el creciente reconocimiento por parte de los gestores de activos de que los resultados medioambientales, sociales y de gobernanza de una empresa afectan materialmente al riesgo y a la rentabilidad de la inversión y, por otro, la creciente demanda, tanto por parte de inversores institucionales como minoristas, de fondos que optimicen la rentabilidad a la luz de estos riesgos. En otras palabras, lejos de una conspiración de izquierdas, estamos presenciando el funcionamiento de principios fundamentales del capitalismo: el riesgo y la demanda de los consumidores.

Problemas en el mundo de la ESG

Por supuesto, no todo va bien en el ámbito ESG. El "greenwashing" está muy extendido, y las agencias de calificación y los gestores de activos han sido criticados por no examinar suficientemente los resultados reales de las empresas en materia de ESG. En mayo de 2022, los fiscales alemanes entraron en las oficinas de DWS, la gestora de activos del Deutsche Bank, después de que un denunciante informara a las autoridades que la empresa había exagerado enormemente la proporción de activos invertidos según criterios ESG. Pero, ¿qué revelan realmente este incidente y el debate más amplio sobre “greenwashing”?

Por un lado, demuestran que existe una fuerte demanda de los inversores de activos que se clasifiquen en función de sus resultados medioambientales, sociales y de gobernanza subyacentes: ¿por qué si no tendrían los gestores de activos un incentivo para disfrazar los activos "normales" de ESG? Y, por otro lado, ponen de manifiesto la necesidad de mejorar las normas y la reglamentación, lo cual es de esperar en un campo incipiente en el que hay mucho en juego.

Entonces, ¿qué sucede con la acusación de Biggs de que los bancos -y la comunidad financiera en general- se centran tanto en los aspectos ESG que otros tipos de inversiones o negocios se ven perjudicados? Afortunadamente, el mercado también resuelve ese problema. Todavía se puede conseguir financiación para algunos activos sucios, pero el precio -en otras palabras, el rendimiento que esperarán los inversores- va a ser más alto. Tomemos como ejemplo el carbón.

Casos prácticos

Rio Tinto, Anglo American y Glencore son tres de las mayores empresas mineras del mundo. Han seguido estrategias muy diferentes en lo que respecta al carbón. Rio Tinto salió completamente del carbón, vendiendo su último activo en 2018, Anglo American creó una entidad separada para sus activos de carbón, Thungela, facultando así a sus accionistas para decidir si quieren mantener carbón, y Glencore sigue teniendo carbón en su cartera y quiere reducirlo responsablemente en las próximas décadas. Los inversores, tanto particulares como institucionales, pueden elegir entre estas estrategias. El coste de capital de cada una de ellas refleja la evaluación consensuada del riesgo subyacente, incluido el riesgo derivado de factores medioambientales y sociales.   

En conclusión, el hecho de que una parte cada vez mayor del capital se asigne teniendo en cuenta consideraciones ESG no es una aberración de los principios del libre mercado, sino más bien un reflejo de ellos. El hecho de que los legisladores conservadores estadounidenses se muestren perplejos y sospechen de la existencia de "wokeness" dice más de ellos y de las burbujas cerradas en las que se han movido durante la última década que del estado de los ESG.