Edmund Buckley y Hugo Hickson comentan los factores por los que los inversores en renta variable europea pierden oportunidades si se centran únicamente en los valores cotizados, sobre todo en lo que al sector de mediana capitalización se refiere. Comentario patrocinado por Pictet Asset Management.
TRIBUNA de Edmund Buckley, corresponsable de Private Equity Global y responsable de la estrategia Entrepreneur Capital, y Hugo Hickson, responsable de Creación de Valor, Pictet AM. Comentario patrocinado por Pictet Asset Management.
Desaceleración del crecimiento económico, disminución de los beneficios empresariales, inflación elevada… hay motivos de sobra para que los inversores en renta variable estén nerviosos. Sin embargo, siempre habrá oportunidades de inversión, incluso cuando las condiciones económicas sean difíciles. Creemos que algunas de ellas pueden encontrarse entre las empresas europeas privadas de pequeña y mediana capitalización.
Se trata de empresas que ya han demostrado su potencial y que ahora desean dar el siguiente paso: profesionalizarse y crecer. Los inversores en private equity (PE) pueden ayudar a dichas empresas a avanzar por este camino inyectando nuevo capital y, no menos importante, aportando su experiencia estratégica y operativa.
La oportunidad de inversión es de gran magnitud. En Europa hay unas 63.000 empresas cuyos ingresos oscilan entre los 30 y los 300 millones de EUR(1). Además, en gran medida está sin explotar: hasta la fecha, tan solo en torno al 1,5% de estas empresas en Europa reciben inversiones de PE anualmente(2). El potencial de crecimiento es aún mayor si se toma como referencia EE.UU. Ajustados al PIB, los mercados de PE de pequeña y mediana capitalización son cuatro veces mayores en EE.UU. que en Europa(3).
Las empresas europeas ya estaban cada vez más abiertas a la participación del PE gracias a la aparición de una nueva generación de emprendedores (solo en Francia, la inversión en activos no cotizados se ha triplicado en los últimos tres años)(4). Además, como los costes de financiación han aumentado y el acceso a los mercados públicos se ha vuelto más difícil y costoso, las empresas privadas tienen mayores incentivos para asociarse con gestores de PE.
No obstante, la expansión del mercado de PE europeo no es el único aliciente para los inversores que desean hacer un buen uso de su capital. La experiencia demuestra que esta fase concreta del ciclo económico es especialmente favorable para las inversiones en private equity. Históricamente, las inversiones iniciales de fondos de PE realizadas durante recesiones económicas o inmediatamente después de ellas han sido las que mejores rentabilidades han obtenido (véase la figura 1). Dentro de ellas, las estrategias centradas en el mercado de mediana capitalización han conseguido rentabilidades especialmente positivas(5).
Figura 1. Las más rentables: rentabilidad del private equity global, % de TIR bruta
En tales periodos, la asignación de capital a medianas empresas puede valer la pena y es en ellos cuando los fondos de PE directo pueden tener ventaja. Esto en parte se debe a que las difíciles condiciones macroeconómicas pueden crear un punto de entrada atractivo para la inversión. Pero también obedece a que es durante dichos periodos cuando una gestión empresarial audaz y acertada puede demostrar realmente su valía –una experiencia especializada que los gestores de fondos de private equity pueden ofrecer.
Incorporando megatendencias
En nuestra opinión, muchas de las pequeñas y medianas empresas privadas europeas no desarrollan sus actividades de la manera más óptima. Con frecuencia, no aprovechan plenamente la eficiencia operativa y pueden carecer de presencia global, de enfoque estratégico y de recursos de gestión. Esto resulta ser especialmente cierto a la hora de afrontar algunos de los retos comerciales más acuciantes de nuestra era, tales como la digitalización de la economía o la transición hacia las energías limpias. Ciertamente, se trata de problemas a los que también se enfrentan las empresas cotizadas. Ahora bien, en los mercados privados, los inversores tienen la oportunidad de participar directamente en la planificación de las transformaciones necesarias.
La expansión del mundo digital, por ejemplo, tendrá una gran repercusión en los métodos operativos de las empresas, en su manera de aprovechar los datos, de segmentar a los clientes y de gestionar los pedidos, y todo ello a lo largo de la totalidad de la cadena de valor. Esto puede suponer un reto para las medianas empresas, donde los recursos suelen destinarse principalmente al funcionamiento cotidiano del negocio, lo que limita la energía y los conocimientos disponibles para invertir en nuevas iniciativas digitales.
A finales de 2019, tan solo tres de cada 10 empresas europeas habían logrado digitalizar en un grado significativo sus modelos de negocio(6). Aunque se ha logrado recuperar cierto retraso durante la pandemia de COVID-19, aún queda mucho trabajo por hacer. Los rezagados digitales deben acelerar su inversión en tecnología, ya sea mediante la creación de aplicaciones móviles, la incorporación al metaverso o la adopción de la automatización.
La transición hacia las energías limpias es posiblemente una cuestión incluso más urgente. La mitigación del cambio climático ya es una prioridad para los gobiernos y los organismos reguladores y, cada vez más, para los consumidores. Prácticamente la mitad de las mayores empresas del mundo se han comprometido a alcanzar las cero emisiones netas, encabezadas por Europa (Alemania y el Reino Unido en particular). Un problema especialmente delicado para las empresas de pequeña y mediana capitalización es que los organismos reguladores y los inversores se están fijando mucho más en la huella de carbono del mundo empresarial. La adopción paulatina de las emisiones de alcance 3, un indicador cuyo objetivo es determinar la huella de carbono de la totalidad de la cadena de suministro de una empresa, supondrá una carga especialmente pesada para las pequeñas y medianas empresas europeas, ya que son ellas las que suministran los materiales a las empresas más grandes de la región y las que distribuyen sus productos.
No obstante, la transición hacia las energías limpias también traerá consigo oportunidades de expansión empresarial. La economía sostenible necesitará empresas de software para administrar las redes inteligentes, por ejemplo, así como empresas de infraestructuras para excavar los hoyos requeridos para que los cables lleven la electricidad de los parques eólicos a las ciudades. En su conjunto, la descarbonización del sistema energético europeo crea una oportunidad de inversión de 5,3 billones de USD, según BloombergNEF(7).
Colaboración activa
A medida que se amplía el abanico de oportunidades de inversión privada en Europa, podría resultar tentador distribuir la asignación de capital entre una amplia variedad de sectores. Sin embargo, dada la probabilidad de que la coyuntura económica se mantenga volátil durante algún tiempo, creemos que lo más sensato sería concentrar las inversiones en sectores que puedan resistir los altibajos del ciclo económico.
Dichas industrias ofrecen lo que podríamos denominar protección frente a la disminución de valor: son sectores en los que el gasto continúa incluso cuando la economía se ralentiza, en los que los márgenes de beneficio son atractivos y resistentes, y en los que existe una buena visibilidad de los flujos de efectivo futuros de las empresas. La formación y la capacitación es uno de estos sectores anticíclicos, ya que se suele gastar más en formación en épocas de debilidad de los mercados laborales.
En general, creemos que la mejor manera de gestionar el riesgo y maximizar las rentabilidades es mediante la colaboración activa con los fundadores, las familias y los equipos directivos emprendedores de las empresas en las que invertimos. Al adquirir una participación mayoritaria en estas pequeñas y medianas empresas y convertirnos en un socio de confianza de las mismas, podemos contribuir a la transformación de las buenas empresas en excelentes.
Para lograrlo, también es importante ayudar a las empresas en las que invertimos a mejorar sus credenciales ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG). Para nosotros, eso significa centrarse en el comportamiento medioambiental y mejorar la forma en que las empresas gestionan su plantilla teniendo en cuenta, entre otras cosas, la diversidad de su liderazgo y la participación de los empleados. Además de crear valor, el enfoque activo también ofrece protección frente a la disminución de valor: al implicarnos más, aumenta la probabilidad de que detectemos antes los posibles problemas y tengamos oportunidad de abordarlos rápidamente.
Fuentes y notas:
1 Capital IQ, 2022.
2 Invest Europe / EDC.
4 https://www.institutmontaigne.org/en/expressions/unlisted-investment-europes-untapped-potential
5 McKinsey, “Global Private Markets Review”, 2022.
6 IDC, 2019.
7 https://about.bnef.com/blog/europes-path-to-clean-energy-a-5-3-trillion-investment-opportunity/