Reflexiones de la transformación del sector bancario español

Juan Alberto Sánchez (IEB)
Foto cedida

TRIBUNA de Juan Alberto Sánchez, profesor del Máster de Corporate Finance & Banca de Inversión del IEB y director en V4 Financial Partners.

Es imposible analizar la evolución del sector bancario español en los últimos años sin atender una de sus claves: la actividad de M&A. Desde 2008 el proceso de concentración, principalmente a través de fusiones, ha sido extraordinario, pasando de 62 bancos y cajas a las actuales, 12 entidades bancarias supervisadas por el BCE.

Se ha llevado a cabo un profundo ejercicio de restructuración y saneamiento, de obligada ejecución para compensar los desequilibrios arrastrados durante el periodo de expansión hasta el estallido de la crisis del 2008. Podemos afirmar que esta transformación ha sido exitosa. La banca española ha podido sobreponerse a un escenario profundamente adverso, que estuvo cerca de hacer colapsar el sistema financiero español. Muestra de los buenos resultados de esta restructuración son los actuales ratios de eficiencia del sector, siendo ahora la banca española una de las más eficientes de Europa.

Sin lugar a dudas, este proceso ha sido tremendamente complejo y ha arrastrado daños colaterales, al apalancarse en gran medida en la búsqueda de sinergias de costes entre entidades, y afectando en consecuencia tanto al cierre de sucursales como ajustes de plantilla. Desde 2009 se han cerrado en España cerca del 45% de las sucursales de bancos y cajas de ahorros. Estos recortes han sido tan dolorosos como necesarios, toda vez que respondían a un exceso evidente de oficinas: España era el país de la Unión Europea con un mayor número de sucursales bancarias.

Pues bien, apenas superado el obstáculo de la crisis del 2008, ahora el sector se enfrenta nuevamente a uno de los mayores retos de su historia: sobreponerse a la situación estructural de tipos de interés bajos o negativos, combinada con los efectos del COVID-19. En un entorno ampliamente desfavorable, deberá defenderse, reforzarse y reinventarse en el corto y medio plazo.

Las últimas previsiones del Banco de España anticipan que, para finales de 2020, la tasa de morosidad se eleve al 15%, cuando en diciembre era del 4,8%. Este dato sería devastador. De cumplirse las estimaciones, se alcanzaría la peor tasa de la historia, desde que el Banco de España comenzó a hacerlo público hace cerca de 60 años.

El sector ha de volver a evaluar cuáles son las herramientas que le permitirían reparar el daño, tanto el existente como el pronosticado bajo las peores expectativas. De nuevo, las fusiones se plantean como la solución más inmediata, tal y como sugiere el BCE, quien ofrecerá apoyo regulatorio rebajando las exigencias de capital para las operaciones. Vuelve a escena el análisis de las sinergias y la creación de valor, tarea por otra parte, enormemente compleja. Si ya es difícil analizar con precisión los entresijos de un banco, imaginemos la problemática en el ejercicio de encajar todas las piezas de varias entidades.

CaixaBank y Bankia han tomado ventaja en esta nueva carrera de fusiones, tras el reciente anuncio a la CNMV de la existencia de negociaciones. La situación actual es la tormenta perfecta para que se vayan aconteciendo nuevos comunicados de posibles fusiones, tanto en los próximos meses como a lo largo del 2021.

En este baile de parejas debería tomar la iniciativa principalmente la banca pequeña y mediana, que previsiblemente será la más afectada por el incremento de la morosidad y caídas de rentabilidad. Es el caso de Sabadell, a quien asesora Goldman Sachs en este reto de contraer el mejor matrimonio posible. No obstante, la estrategia en ocasiones la desarrolla y define el mercado, en función de la oportunidad. Seguramente, en un entorno tan complejo como el actual, ambos se encuentren explorando las diferentes alternativas bajo un planteamiento abierto.

En este nuevo proceso de fusiones, ¿se podría producir una excesiva concentración del sector en España?

A grandes rasgos, un exceso de concentración en cualquier mercado perjudica al consumidor; una limitación de la oferta bancaria podría implicar posibles prácticas de control sobre el precio, peor servicio y, principalmente, dificultad de acceso a financiación. En un país donde el motor de la economía son las pymes, con un 99% del tejido empresarial, un riesgo de oligopolio podría ser especialmente preocupante. 

En 2008 las cinco mayores entidades (C5) suponían un 42% de cuota de mercado por activos; actualmente los cinco principales bancos acumulan cerca del 70% del mercado. Si bien este dato hay que analizarlo no sólo a nivel nacional sino a escala regional, siendo difícil de precisar dada la escasez de información pública sobre las principales ratios por entidad en cada región o provincia, se antoja ciertamente peligroso. Más aún en términos comparativos: en Alemania el C5 supone el 29,1% del mercado, en Reino Unido el 31,8% y en Francia el 47,8%.

¿Cuáles serían no obstante algunos de los retos a los que se enfrenta la banca en este nuevo proceso de M&A?

Nuevamente, las sinergias operativas de reducción de costes son un aspecto clave a analizar, máxime cuando el escenario actual de tipos de interés penaliza seriamente el margen de intermediación bancario, su rentabilidad y eficiencia. De nuevo, estos recortes tendrían sentido. España sigue siendo el país de la Unión Europea con mayor número de oficinas bancarias por cada 10.000 habitantes y cuenta con una de las ratios más bajos de negocio por sucursal.

Desde otro punto de vista, si bien cualquier recorte de empleo es dramático, hay que tener en cuenta que probablemente los despidos se llevarían a cabo independientemente de las fusiones, para mitigar el mencionado problema de rentabilidad.

Ante posibles sinergias de reducción de costes, el análisis de la territorialidad de la fusión es clave. En el caso de la anunciada entre CaixaBank y Bankia, existe solapamiento de oficinas sobre todo en Madrid y Comunidad Valenciana (con un 36% y un 32%, respectivamente, según un informe de Barclays), lo cual justificaría significativos recortes de costes.

Por otro lado, el estudio de la territorialidad de una fusión puede desprender interesantes sinergias de complementariedad geográfica, principalmente para bancos pequeños y medianos. Este sería el caso por ejemplo de una hipotética fusión Unicaja-Liberbank, quienes han mantenido en los últimos meses negociaciones avanzadas. La presencia de Liberbank se concentra principalmente en Asturias, Cantabria, Castilla la Mancha y Extremadura, mercados en los que Unicaja apenas cuenta con protagonismo, ya que la entidad malagueña centra su posicionamiento en Andalucía y Castilla y León, a raíz de la absorción de Caja España-Duero.           

Otro aspecto relevante serían las sinergias estratégicas de cuota de mercado, sin duda uno de los atractivos para CaixaBank en su posible fusión con Bankia, ya que el liderazgo en España de la entidad resultante le haría recuperar el protagonismo perdido tras la integración de Popular en Banco Santander.

Existen en este sentido argumentos que pueden poner en duda la conveniencia de la formación de bancos de gran tamaño, atendiendo a la tesis de que éstos, cuanto más grandes, más peligrosos en caso de problemas de solvencia. Hablamos de los bancos catalogados como sistémicos, es decir, aquellos que, dado su tamaño o influencia, su caída tendría un grave impacto negativo para la economía.

Actualmente, el Banco de España considera cinco entidades en la categoría de sistémicas: Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell y Bankia. La fusión CaixaBank y Bankia, así como una combinación BBVA y Sabadell reduciría el número de entidades sistémicas, si bien sería mayor el deterioro a la economía española en caso de caer uno de estos bancos. Por otro lado, posibles combinaciones de fusiones de entidades de menor tamaño podrían aumentar el riesgo sistémico de la banca nacional.

A nivel internacional, actualmente sólo Santander es categorizado como sistémico, según la Financial Stability Board (FSB), debido a su relevancia en la economía global. Es probable que la fusión de CaixaBank y Bankia no alcance esta clasificación por el FSB, dada su elevada concentración geográfica en España.

¿Y qué decir acerca de la posibilidad de fusiones transfronterizas? El BCE viene insistiendo en la idoneidad de fusiones entre bancos de la eurozona. Esta operación no se justificaría tanto por mejoras de rentabilidad o eficiencia, al no existir apenas ahorros de costes, pero contaría con importantes economías de escala. Se trata ésta, no obstante, de una opción poco probable. Los bancos internacionales han desarrollado más bien durante los últimos años una estrategia de venta de su negocio minorista en España, tal es el caso de Barclays (CaixaBank), Citi (Popular) o Deustche Bank (cuya filial española estuvo en proceso de venta que finalmente se paralizó).

En el pasado, que un banco internacional tuviera un peso relevante en España era complicado, dada la capilaridad de la banca española y cierto choque cultural. Hoy sigue siendo improbable, por la erosión de rentabilidad en el sector, que lleva a estas entidades a centrarse en elevar su margen en sus geografías estratégicas. No obstante, lo anterior, una compra oportunística justificaría este tipo de operación, lo cual no sería descartable teniendo en cuenta que la banca española cotiza con un descuento sobre el valor en libros por encima del 50%.

Por último, es importante hacer referencia al necesario proceso de mejora tecnológica de la banca, en el cual estos procesos de M&A tendrán un papel destacado. Para que la industria bancaria sea competitiva y rentable, será necesario que avance en su proceso de digitalización, lo cual requiere en el corto plazo un importarte esfuerzo de inversión, pero que permitirá ahorros de costes y mejoras de eficiencia.

Esta necesidad se ha acelerado si cabe durante los meses de confinamiento. Aquellos clientes más reacios a usar canales digitales se han adaptado a su uso por necesidad. El impulso y relevancia que están cobrando las big tech, como Google, Amazon, Apple o Facebook y, por supuesto las fintech, están provocando que la banca tradicional deba replantearse modelos de negocio, adaptando su oferta a la rápida evolución del sector de innovación digital.

Las fusiones bancarias en el entorno actual son, por tanto, al igual que lo fueron en la crisis anterior, un movimiento defensivo y necesario que busca capturar sinergias y protegerse ante: (i) un fenómeno estructural: la erosión de márgenes de intermediación por el escenario de tipos de interés, y la consiguiente caída de rentabilidad, y (ii) una situación coyuntural, provocada por el COVID-19, que conlleva el deterioro de las carteras crediticias.