Tribuna de Tim Stevenson, gestor del Henderson Horizon Pan European Equity Fund.
En los últimos días (en el momento de redactar esto) vimos cómo Grecia recibía por fin una nueva inyección de fondos tras pactar con sus acreedores internacionales un tercer rescate por valor de 85.000 millones de euros. Este paquete de ayuda pone fin al último capítulo en la reciente crisis de deuda que aqueja al país, aunque ha provocado también una nueva ronda de elecciones, con la dimisión del primer ministro Tsipras en un intento por fortalecer su posición tras la rebelión de su partido de extrema izquierda Syriza.
Aunque es aventurado escribir comentarios sobre la situación política de Europa sin que queden inmediatamente desfasados, la dimisión de Tsipras acentúa la incertidumbre política en Europa, con el consiguiente coste para los mercados, materializado en una mayor volatilidad coyuntural. Esto de momento ha servido para acallar temporalmente los acontecimientos positivos registrados en la región: la depreciación del euro, el abaratamiento del petróleo, el repunte de los beneficios y el agresivo programa de estímulos monetarios adoptado por el Banco Central Europeo.
Sin embargo, quizás existe un mensaje claro y favorable que podemos extraer de todo este ruido y aflicción. Nadie pone en duda ya la firmeza de las autoridades gobernantes de Europa al asegurar que todos los miembros de la zona euro cumplirán las reglas.
Una lección para el resto de Europa
La dolorosa y prolongada rebelión del gobierno griego contra la austeridad tuvo enormes consecuencias para la población griega y estuvo a punto de provocar la quiebra del sistema financiero del país (con el posible deterioro del concepto de unidad de Europa). No obstante, siendo realistas, los acreedores de Grecia nunca tuvieron intención de conceder una quita por arte de magia sobre la deuda del país, sometida a la atenta mirada pública e internacional.
La historia reciente nos enseña que los problemas a los que se enfrentó Tsipras y su partido Syriza en Grecia al rechazar la ruta de austeridad asumida pudieron haberse vaticinado. Hace tres años, François Hollande, el presidente "socialista" de Francia, se vio obligado a recular en sus excesivamente grandilocuentes planes y sacar adelante duros recortes presupuestarios para reducir el déficit del país.
En el Reino Unido, el partido laborista, que obtuvo resultados mediocres en las elecciones generales de mayo, se halla inmerso en una guerra interna, atrapado entre sus raíces de izquierdas (encarnadas por el popular Corbyn) y aquellos que desean competir con el partido conservador gobernante para ocupar el centro, un asunto sobre el cual el ex presidente Tony Blair ha sido bastante franco. Aunque Corbyn parece el sucesor lógico para liderar el partido laborista, el problema es que sus políticas tienden a disuadir a muchos votantes moderados.
De esto se desprende esencialmente que las políticas económicas orientadas al centro están abocadas a imperar durante algunos años más y que los partidos opositores más radicales podrían no tener tanto éxito. Este último punto queda evidenciado por las penurias sufridas por el partido anti austeridad Podemos en España, que parece haber perdido impulso.
¿Qué implicaciones tiene esto para la renta variable europea?
A pesar de la preocupación en torno a Grecia, las bolsas europeas se han comportado bien en lo que va de 2015, y las entradas de capital en muchos productos de renta variable europeos se mantienen sólidas. Esta tendencia refleja la recuperación de los beneficios empresariales europeos (siendo la mayoría de ellos similares o incluso superiores a las estimaciones este trimestre), gracias a la política monetaria laxa y a la expansión cuantitativa (QE), así como a la ventaja cambiaria que brinda la depreciación del euro. Estas condiciones, unido a unos precios energéticos bajos (como muestra el gráfico adjunto aquí), parecen propicias para muchas empresas.
No obstante, esta perspectiva positiva debe contemplarse con cautela. Existen importantes señales de aviso externas: China ha constituido un problema evidente en las últimas semanas y se siguen planteando interrogantes respecto a si la economía estadounidense es lo suficientemente sólida para resistir el impacto de una política monetaria más rígida (tipos de interés más altos) de la Reserva Federal de Estados Unidos. Los últimos resultados de muchas empresas han mostrado que la recuperación en áreas en las que el poder de fijación de precios es bajo, es, en el mejor de los casos, moderada. El resultado es que el antiguo cliché de la selección de activos sigue siendo esencial.