Si el euro sigue, el mercado se equivoca

¿En qué está pensando el inversor que acepta percibir un interés del 1,7% durante los próximos diez años? ¿Qué cree que pasará en el mundo el comprador de bonos alemanes o norteamericanos?

Una política de tipos bajos y alto déficit público suele ayudar a que se genere inflación. Si la expectativa de una deflación prolongada no es el motivo. ¿Por qué lo hacen? ¿Por qué se resignan a rentabilidades reales negativas durante diez años cuando podrían comprar una cartera diversificada de grandes valores bursátiles con una rentabilidad por dividendo del 5%, por debajo de su valor en libros y con un PER inferior a 9? Estoy hablando del Euro Stoxx 50.
Sólo puedo encontrar una explicación. Hay miedo a un auténtico cataclismo. Y no es la vuelta a la recesión, no es el temor a que la economía americana o la europea tengan algún trimestre de crecimiento negativo. La bolsa americana registra caídas de un dígito en 2011, y sigue en un nivel un 50% superior al del mínimo alcanzado en la última crisis. La bolsa de la zona euro, sin embargo, ha perdido un cuarto de su valor en el año y está apenas un 10% por encima de mínimos.

¿Qué se teme? No puede ser otra cosa que la ruptura del euro y el regreso al marco, al franco, a la lira y a la peseta. Olvídense de la dracma. Aisladamente, el impago total de Grecia o su salida del euro es un episodio perfectamente digerible por el sistema financiero europeo. El banco privado con mayor exposición a la deuda soberana griega, tiene una posición equivalente a su beneficio semestral. Sólo la asunción de impago por parte de Italia y España pondría en peligro el euro.

Con los políticos pasa un poco como con los gestores de inversiones. Tienen miedo de desagradar al cliente y ello les lleva, muchas veces, a actuar de forma cobarde. Pero los políticos tienen una ventaja. Sus clientes, por ley, son cautivos y, en caso de necesidad, pueden ser forzados a aceptar cualquier subida de tarifas.

Muy incapaces tendrían que ser si dejaran que el proyecto de Unión Europea fracasara estrepitosamente porque ha aparecido un moroso, Grecia, cuya deuda no es superior en términos absolutos a la de los promotores con la banca española. No lo harán, y dejarán en evidencia a los inversores que, aunque no lo crean, están actuando como si el euro fuera a desaparecer.