Sobre la necesidad de trabajar más

JoseMiguelMate_tressis2
Cedida

En las últimas semanas no he parado. Cada vez que alguien me pregunta “¿Qué tal todo? Contesto lo mismo: “Pues la verdad es que estoy agotado. No paramos, pero no me puedo quejar” y la respuesta suele ser la misma: “¡Qué bien, me alegro!. Pero efectivamente, no te quejes porque tal y como están las cosas más vale que sobre trabajo...”. Esta breve conversación se extiende durante unos minutos, atenuando o incrementando el mensaje de pesimismo en función del sector en el que trabaje el interlocutor y, sobre todo, del porcentaje de los ingresos de su empresa que provienen del exterior.

Muchos de ustedes se preguntarán que a qué viene esta especie de reflexión “en voz alta”. Pues muy sencillo, después de unos meses en los que, efectivamente, no he dejado de reunirme con clientes, de visitar a potenciales, de entrevistar a candidatos para incorporar a nuestro proyecto o de analizar oportunidades de negocio, he llegado a una conclusión que no por asumida deja de fastidiarme. En las circunstancias actuales, hay que trabajar no ya el doble sino el triple para salir adelante. Y esto significa ni más ni menos, que las cosas siguen estando muy complicadas para los que trabajamos en el sector de la gestión de patrimonios o en cualquiera de las actividades relacionadas.

La realidad a la que nos enfrentamos es bastante cruda. A la reducción de riqueza experimentada desde 2007 se une un cuadro macroeconómico cuando menos sombrío. El crecimiento en los próximos ejercicios será ridículo, entendiendo por ello una cifra que en ningún caso permitirá crear empleo. El elevado déficit público y privado hace imprescindibles medidas de reducción del apalancamiento de la sociedad. Además, el clima de incertidumbre político y económico que vivimos junto con las múltiples ineficiencias de nuestro querido Estado de las Autonomías hace poco atractivo nuestro país para la inversión extranjera.

Por si esto fuera poco, las dificultades de las entidades financieras para conseguir liquidez en los mercados institucionales las obliga a financiarse con sus clientes, prolongando la agónica guerra del pasivo. Y me permito llamarla agónica porque no creo que haya vencedores en la misma. Las entidades no tienen más remedio que participar para conseguir liquidez, aun a sabiendas de que sus márgenes se deterioran sin remedio; los clientes particulares se creen que esto es el paraíso (¡rentabilidades elevadas sin riesgo!); y por último, el supervisor se encuentra entre la espada y la pared ya que no sabe que es peor, si prohibir una práctica cuando menos dudosa desde el punto de vista de la competencia y de la seguridad del cliente o permitirla para no acelerar un proceso de reestructuración de por si muy complejo.

En definitiva, salida masiva del dinero de fondos de inversión, caída de los volúmenes intermediados en Renta Variable española (menor apetito de inversores extranjeros y menor volumen de los fondos de RV españoles), caída de los márgenes en la Renta Fija por el estrechamiento de diferenciales y por el menor volumen de emisión, pocas salidas a bolsa, etc. Es decir, deterioro de márgenes y de cuentas de resultados de casi todos los participantes en la industria.

Bueno, pues a pesar de este panorama, mi visión es positiva. Si, quizás soy un optimista empedernido, si es que eso existe, pero no puedo dejar de ver un mundo de oportunidades. Mucho se ha hablado de la reestructuración de las Cajas. No menos de la necesidad de reestructurar el sobredimensionado y poco eficaz mundo de la gestión de IIC. Pero poco se comenta sobre la necesidad de reformar el mundo de la intermediación y la gestión de patrimonios. Tenemos por delante un reto apasionante. El mercado se ha reducido, pero sigue habiendo una tarta importante deficientemente atendida. Habrá fusiones, compras, ventas, alianzas... La Teoría de la Evolución dictará sus leyes y al final quedarán una serie de jugadores fortalecidos capaces de plantar cara a “los grandes” en un mercado cada vez más competitivo.

¿Quién se atreve a jugar la partida?