Sostenibilidad e inversión: las lecciones de la pandemia

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TRIBUNA patrocinada por Dan Roarty, jefe de Inversión, Renta Variable Temática Sostenible, AB. Comentario patrocinado por AllianceBernstein.

La pandemia de coronavirus ha desencadenado enormes cambios en los países, las sociedades, las personas y las empresas. Los temas medioambientales, sociales y de gobernanza interconectados han reforzado el papel de las estrategias de inversión sostenible como parte indispensable de las asignaciones del inversor para el mundo posCOVID-19.

Cuando se escriba la historia del COVID-19, este periodo de pandemia se recordará como algo más que una simple crisis sanitaria y económica. Ambas crisis han contribuido a que se produzca una reflexión social, con un creciente foco en la desigualdad en todo el mundo, mientras la crisis climática, cada vez más acentuada, añade nuevas e impredecibles amenazas.

Tomadas en conjunto, estas cuatro tendencias de la era de la pandemia han alimentado un cambio conceptual sobre la finalidad de la inversión. Antes de la pandemia, la inversión tradicional consideraba que los temas económicos y sociales pertenecían a esferas diferentes; las compañías existían para enriquecer a sus propietarios (los accionistas). Ahora, estas esferas están interconectadas. No puedes entender a fondo la economía de una empresa sin entender cómo interactúa con sus clientes y con la sociedad. Hay poderosas fuerzas sociales que afectan a las empresas y que son fundamentales para obtener una perspectiva de inversión sobre la trayectoria de crecimiento y el potencial de rentabilidad de una compañía. Exponemos aquí cuatro lecciones que creemos que perdurarán mucho después de que el mundo se haya recuperado del COVID-19.

1. Los temas de sostenibilidad son de gran alcance y muy personales

La pandemia ha hecho que la sostenibilidad sea un tema personal para muchas personas. El COVID-19 es más que una crisis sanitaria, es una crisis de sostenibilidad. Aunque sostenibilidad significa cosas diferentes para cada persona, sabemos que aúna temas sociales como la pobreza, el hambre, la asistencia sanitaria y la educación, con temas económicos como el empleo, la seguridad financiera y la inclusión. Estos temas están estrechamente ligados.

¿Cómo se convirtió la COVID-19 en una crisis multifacética? En países que son miembros de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo, el desempleo se dobló hasta alcanzar el 10% a finales de 2020. La Organización Internacional del Trabajo estima que el número de horas laborales perdidas por la pandemia fue el equivalente a nada menos que 100 millones de empleos perdidos globalmente. Según la UNESCO, el 90% de los niños que asistían a la escuela en todo el mundo tuvieron que interrumpir su educación.

Los cierres de fronteras y las restricciones comerciales aumentaron la inseguridad alimentaria. Y la pandemia también fue una crisis de género, ya que las mujeres soportaron una carga desproporcionada, al tener muchas más probabilidades de perder su empleo. Los más pobres se vieron desproporcionadamente afectados por todos estos problemas, ampliando aún más las desigualdades sociales. La repercusión de estos desafíos simultáneos supuso una presión sin precedentes para personas, compañías y comunidades de todo el mundo.

A lo largo de nuestras vidas, nunca habíamos asistido a otro acontecimiento de estas proporciones que haya puesto tan de manifiesto cómo los problemas de sostenibilidad están interconectados de forma tan personal. La sostenibilidad ya no puede seguir considerándose como un problema que solamente afecta a los demás.

2. Las compañías deben colaborar con los diversos grupos interesados para lograr el éxito

Las grandes compañías cotizadas son un grupo de interés con mucha influencia en el desarrollo sostenible. Emplean a la mayor parte de la gente, utilizan la mayor parte de los recursos naturales, generan la mayor parte de la contaminación y son las entidades políticamente más conectadas del planeta. El desarrollo global sostenible no es posible sin el sector privado.

Afortunadamente, en los últimos años, hemos sido testigos de un aumento del capitalismo de los grupos interesados: la idea de que las empresas crean más valor económico cuando tienen en consideración las necesidades de todos los grupos interesados, en lugar de solamente las de los accionistas (diapositiva). Las compañías tendrán más éxito económico cuando apoyen el bienestar social y medioambiental de las comunidades en las que operan y adopten prácticas corporativas sostenibles.

La pandemia ha puesto a prueba esta teoría. Algunos fabricantes desviaron capacidad para producir materiales médicos fundamentales como mascarillas y respiradores. Otros proporcionaron ayuda financiera temporal para los clientes y empleados con dificultades. Y todas las compañías se tuvieron que encargar de crear entornos de trabajo más seguros para sus empleados.

En 2020, un estudio realizado por George Serafeim, profesor de la Harvard Business School y tres analistas de State Street Associates mostró que las compañías que emplearon su potencial para hacer el bien durante la pandemia fueron premiadas en el mercado de valores. Utilizando el procesamiento del lenguaje natural, el estudio evaluó las acciones favorables a los grupos de interesados tomadas por compañías en áreas como la gestión del empleo, la gestión de la cadena de abastecimiento y las operaciones. Descubrió que las firmas con comportamientos que tienen en consideración a los distintos grupos de interesados tenían acceso a dinero institucional y obtenían mejores rentabilidades. Nuestro estudio también indica que las compañías con calificaciones ESG más elevadas fueron más resilientes durante la oleada de ventas del comienzo de la COVID-19 en el primer trimestre de 2020 (Diapositiva). Hasta los accionistas están empezando a reconocer el poder del capitalismo de los grupos de interesados.

3. La gente puede castigar de forma eficaz el comportamiento corporativo

Pueden hacerlo por medio de las elecciones que realiza el consumidor, las preferencias de inversión, las decisiones de empleo y a base de boicots. La confluencia de varias crisis (sanitaria, económica, social y climática) ha supuesto un punto de inflexión para que las personas se pronuncien contra el poder empresarial. Las redes sociales han amplificado las voces individuales en todo el mundo, lo que hace posible boicotear a las empresas que maltratan a los trabajadores, toleran el racismo o el sexismo o dañan el medio ambiente. (diapositiva).

Los trabajadores cada vez tienen menos miedo de dejar el trabajo cuando sus empleadores actúan de forma no sostenible. Y cada vez hay más consumidores que toman decisiones de compra basándose en las puntuaciones de la compañía en el terreno de la sostenibilidad. El COVID-19 fue una llamada de atención para que la gente le diga al sector privado lo que les preocupa. Las compañías deben escuchar y responder (o enfrentarse a las consecuencias por parte de consumidores e inversores).

4. ESG ha venido para quedarse en lo que respecta a los inversores

Los inversores están asimilando estas lecciones. Hoy día, está más claro que nunca que los inversores ya no pueden seguir ignorando las decisiones medioambientales y sociales de las compañías. Los temas ESG se consideraban antes riesgos a evitar. Para muchos inversores, las carteras ESG consistían en excluir de forma pasiva sectores que se percibían como especialmente problemáticos, como el tabaco o el armamento.

Ya no es así. La pandemia ha demostrado que los temas ESG también pueden suponer oportunidades. Ha subrayado una serie de temas de sostenibilidad como el acceso a la asistencia sanitaria, la innovación médica, la seguridad alimentaria, la escasez de agua, la seguridad e inclusión financiera, y la igualdad de género. Y los inversores han descubierto el potencial que supone para el sector privado proporcionar soluciones a estos enormes desafíos globales. Las compañías de diagnóstico fabricaron tests de COVID-19. Los laboratorios farmacéuticos inventaron vacunas. Las compañías de comunicación hicieron posible que nuestras vidas se hicieran virtuales de forma que pudimos trabajar, aprender, comprar y hacer ejercicio desde casa. Las compañías de tecnología financiera ayudaron a las empresas a llevar su actividad online.

El debate sobre inversión sostenible ha cambiado. Aunque los desafíos siguen estando ahí, desde la regulación de la transparencia ESG a la erradicación de posturas de ecologismo superficial, de fachada (greenwashing), creemos que los inversores deben incorporar en sus procesos los temas sostenibles, porque son muy amplios y afectan a todas las compañías. Al integrar las lecciones estratégicas de la pandemia en el análisis fundamental de la compañía, respaldado por la colaboración eficaz con la dirección, los inversores podrán ofrecer mejores resultados a los clientes, mientras apoyan el cambio positivo para las compañías que ofrecen beneficios tangibles a la sociedad.

Nota:

Las opiniones expresadas en el presente documento no constituyen un análisis, un asesoramiento de inversión ni una recomendación comercial, y no representan necesariamente las opiniones de todos los equipos de gestión de carteras de AB y están sujetas a revisión con el tiempo.