Tragedia griega

Como llevábamos meses anticipando, el problema europeo no ha hecho más que empezar. A pesar de las medidas que se tomaron a lo largo de los doce últimos meses, como la línea de crédito a Grecia de 110,000 millones de euros (157 billones de dólares), los paquetes de rescate a Portugal e Irlanda, nos encontramos en una situación similar a la del pasado año.  Si analizamos los precios que fijan los mercados en el rendimiento de la deuda pública griega a 2 años y a 10 años, la percepción es que estamos incluso peor que en el pasado. Los bonos a dos años están cotizando con un rendimiento superior al 25% de tasa anual, y el diferencial del bono a diez años frente a su referente alemán (en teoría, el de menor riesgo de la Unión Europea) está en 1,306 puntos básicos (o sea, Grecia está condenado a pagar 13% más por año a los tenedores de sus bonos que Alemania). Todo esto en una situación de malestar social muy grande, con grandes recortes a sus presupuestos por parte del gobierno heleno y con unas perspectivas a corto plazo mucho peores. 

En el momento que estoy escribiendo estas líneas estamos esperando un nuevo paquete de financiación al país por parte de la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. El alcance del mismo no se sabe aún, pero lo que está claro es que será cuantioso. Las autoridades europeas no quieren dar su brazo a torcer y dejar que uno de los miembros del Euro pueda reestructurar su deuda, sin embargo, parece que no van a tener más remedio que hacerlo.  En el ultimo fin de semana las prestigiosas publicaciones económicas Barron’s y The Economist apostaban por una segura reestructuración de la deuda, incluso dando la cifra de una quita en el principal que podria ser del 50% si se hiciese en el corto plazo, pero mucho mayor si no se tomaban medidas rápido. 

En los círculos económicos europeos, se está intentando evitar la misma por distintos motivos. El principal, es que los mayores tenedores de dicha deuda son los bancos alemanes, franceses e ingleses, además del propio banco central griego. En el caso de que se produjese el recorte del 50%, todos ellos tendrían que reflejar dicha pérdida de valor en sus libros y la mayoría de ellos entraría en quiebra técnica. El segundo motivo sería el efecto contagio que se produciría en Portugal e Irlanda, donde inmediatamente se pedirían reestructuraciones similares, a pesar de que su situación es diferente. Hoy se publicaban datos de los bancos irlandeses que están negociando con sus acreedores reducciones del principal de sus obligaciones entre el 80 y el 90%, en algunos casos dándoles la opción de convertirles en capital de los bancos a un mejor intercambio. 

Todas estas noticias nos hacen ver que las inversiones en deuda de países es hoy en día más arriesgado que en muchos de los bonos  corporativos de las multinacionales. Está claro que la única salida que tiene Grecia, y posiblemente Portugal e Irlanda, es que los inversionistas que colocaron su dinero en su deuda pública ayuden a la recuperación de los mismos asumiendo una pérdida parcial en su principal. En cualquier situación de reestructuración de una compañía (“Chapter 11” en los Estados Unidos), siempre se renegocia con los acreedores y todos tienen que arrimar el hombro para que la compañía salga adelante. En este caso es la misma situación, el problema es que nadie ve lo público como propio, y se piensa que siempre el estado tiene que asumir las pérdidas de todos. 

El proceso es complicado ya que Grecia debe seguir con medidas de austeridad en el gasto público que ayuden a reducir su déficit, una lucha clara contra la evasión fiscal, y posiblemente una reducción de impuesto al valor añadido para incentivar la economía. En paralelo, e impulsado por Alemania, se debe hacer una reforma completa de todo el sistema bancario de la Unión Europea, una unificación de las leyes laborales para igualar las edades de retiro y los beneficios sociales del mismo, así como una flexibilización de las condiciones para contratar y despedir personal.  Vamos a ver cambios importantes en Europa en los próximos meses: una de las opciones puede ser una mayor integración de la misma. La opción más complicada sería la salida del euro de algunos de los países en problemas y la reestructuración de sus economías a través de una devaluación de su moneda, abriendo la posibilidad de volver al mismo en el futuro.