Un callejón sin salida

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Joel Filipe (Unsplash)

Hoy en día hay mucha polémica en Europa y leo muchos artículos en los cuales el autor busca culpables a la crisis, señalando a Alemania (junto a los países nórdicos) o a los países periféricos. Estoy convencido de que echar la culpa al otro no sirve para nada y de que no se entienden bien las causas verdaderas de la crisis. Por lo tanto, las recetas o recomendaciones tampoco sirven.

Unos quieren austeridad y otros más solidaridad y más créditos, pero la situación es tan grave que ya nos encontramos en un callejón sin salida. Como podemos ver por ejemplo en Grecia o Portugal, apretar el cinturón agrava la situación porque la economía cae y la ratio de deuda / PIB empeora sobre todo porque el denominador se reduce. Con las medidas opuestas, si siguen gastando el efecto en el PIB es mínimo pero el numerador crece y la ratio también empeora. Además, si el déficit es muy grande la confianza del mercado en la sostenibilidad de la deuda cae y los intereses suben, lo que pone en peligro toda la deuda emitida. Pero cabe destacar que en cualquier situación la ratio deuda / PIB se agrava, lo que confirma la idea de que estamos en un callejón sin salida.

Lo grave es que en toda Europa la gente se comporta como niños, buscando culpables sin entender que la misma construcción e introducción del euro fue ya de por sí un error. Muchas economistas ya predijeron años antes de su introducción que al final el euro acabaría separando a las naciones por las tensiones causadas, en vez de unificarlas (por ejemplo Dr. Jens Ehrhardt en un estudio sobre el euro en febrero 1997). ¡Estamos exactamente aquí, en este punto, enfrentándonos!

No sólo el euro es una mala construcción, sino todo el sistema financiero, con el monopolio del Estado para decidir la forma de pago, la creación del papel dinero sin respaldo real, el privilegio de la banca para crear dinero de la nada y cobrar intereses, el sistema fraccionario con una expansión crediticia y la manipulación total de los bancos centrales de las tasas de intereses y la masa monetaria… Ludwig von Mises (1881 – 1973) mucho tiempo antes de nuestro tiempo ya nos advirtió con sus palabras famosas: ”No hay forma de evitar el colapso final de un boom provocado por la expansión del crédito. La alternativa es sólo si la crisis debe venir antes como consecuencia del abandono voluntario de la expansión del crédito adicional, o más tarde como una catástrofe final y total del sistema monetario en cuestión”.

Todo este sistema va contra el libre mercado y se parece más al comunismo/socialismo, con una economía planificada y controlada. Además, con la obsesión de los políticos por rescatar absolutamente todo (bancos y estados), el principio clave para el capitalismo ya no funciona: “Quien asume riesgos tiene que responder por ellos y asumir la responsabilidad”. Hoy en día vemos a menudo una transferencia de la responsabilidad al contribuyente, lo que distorsiona por completo el libre mercado, dibuja falsos incentivos y pone en peligro la solvencia de estructuras superiores (el Estado cuando asume el riesgo de la banca o la zona euro cuando asume el riesgo de países en quiebra).

Por eso no sólo Europa está al borde del precipicio, sino también EEUU, además de otros. Europa sólo tiene por encima una mala construcción más que los demás: el euro. Estoy convencido que las medidas que muchos ven como una solución (por ejemplo Eurobonos, unión fiscal en Europa, cambio del mandato del BCE, fondos de rescate, etc.) sólo alargarán “la fiesta” a cambio de una crisis más fuerte en el futuro. No se puede solucionar una crisis de sobre-endeudamiento con más deuda: sólo serviría para ganar tiempo a un precio muy alto, como dice Ludwig von Mises.

Como soy alemán quiero también aprovechar la oportunidad y acabar con algunos mitos sobre las “ventajas” del euro para los alemanes que oigo a menudo. Primero, el euro has sido un proyecto anti-democrático porque la mayoría alemana lo hubiera rechazado. Nunca han preguntado al pueblo alemán y ahora exigen que rescaten o respalden algo que nunca han querido tener. Segundo, el euro podría haber beneficiado a las grandes exportadoras alemanas, pero no a la gente. Sin duda los alemanes tienen una moneda menos fuerte con el euro y por lo tanto el poder adquisitivo de los ciudadanos es menor (pagan más por los viajes, los productos importados y el consumo en general). El nivel de vida en Alemania con respecto al resto de Europa cayó desde el tercer lugar en 1995 o el cuarto de 2000 a la posición número 11. El consumo y los salarios se han estancado e incluso bajado durante los últimos 10 años. También tengo mis dudas con respecto a que las grandes empresas hayan tenido tantas ventajas como se dice: por ejemplo, es un hecho que el porcentaje de las exportaciones hacia los países de la eurozona ha disminuido levemente, pero lo más grave es que los bancos alemanes han financiado las exportaciones a otros países, lo que significa que en retorno de productos reales los alemanes han recibido “promesas de pagos” que en mi opinión son en gran parte irrecuperables. Cada negocio puede aumentar sus ventas artificialmente a través de ceder mucho crédito a sus clientes, pero a la hora de cobrar la fatamorgana se derrumba.

Quiero concluir con un dicho alemán: “Es mejor un fin con susto que un susto sin fin”. Hay que aceptar que la fiesta de una expansión crediticia no puede durar para siempre y hay que asumir la responsabilidad sin poner más parches a una situación sin salida sólo para ganar tiempo. Me gustaría tener algunas recetas mágicas (las recetas keynesianas son, como demuestra la realidad, más bien charlatanería) pero no existen y es mejor aceptar la realidad cuanto antes. Lo peor es buscar la culpa en otros cuando la tenemos todos. Hemos experimentado las ventajas de un sistema de bonanza pero totalmente insostenible en los últimos 40 años y ahora parece que estemos entrando en la fase de devolver la “felicidad material” y comodidad que hemos tomado prestada del futuro. Espero que la gente no saque falsas conclusiones al culpar al capitalismo y al libre mercado porque el sistema actual se asemeja más a una economía planificada y dictadura de algunas elites (eurócratas, bancos, empresas grandes y políticos). La libertad tiene su precio, que es la responsabilidad, y deberíamos establecer un sistema que lo respete y que se auto regule y dejar atrás las manipulaciones y distorsiones.