Una coyuntura favorable para los bonos gubernamentales

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Joel Filipe (Unsplash)

La coyuntura económica continúa siendo favorable para los bonos gubernamentales de todo el mundo. La actividad económica se ha desacelerado de forma considerable y el aumento del desempleo está afectando seriamente al gasto privado. La caída de la demanda del consumo ha aliviado la presión inflacionista hasta tal punto que se ha disparado el temor a la deflación. Sin embargo, a pesar de que la debilidad de los datos económicos favorece a los bonos gubernamentales, la actitud con respecto a estos se ha visto perjudicada por la preocupación en torno al posible aumento de la oferta, debido al elevado nivel de endeudamiento del sector público.

La coyuntura económica continúa siendo favorable para los bonos gubernamentales de todo el mundo. La actividad económica se ha desacelerado de forma considerable y el aumento del desempleo está afectando seriamente al gasto privado. La caída de la demanda del consumo ha aliviado la presión inflacionista hasta tal punto que se ha disparado el temor a la deflación. Sin embargo, a pesar de que la debilidad de los datos económicos favorece a los bonos gubernamentales, la actitud con respecto a estos se ha visto perjudicada por la preocupación en torno al posible aumento de la oferta, debido al elevado nivel de endeudamiento del sector público.

En los primeros días de marzo los mercados de bonos gubernamentales se vieron impulsados cuando Estados Unidos y Reino Unido iniciaron su política nada convencional de “relajación cuantitativa”. El Banco de Inglaterra fue el primero en poner en marcha esta medida el 5 de marzo, a la que se sumaron rápidamente la Reserva Federal estadounidense y el Banco Nacional de Suiza. El objetivo de esta política no otro que el de incrementar la oferta de dinero y compensar los riesgos de deflación a corto plazo. El efecto inmediato fue un descenso de los rendimientos de los bonos, que aún pueden seguir cayendo a medida que los gobiernos vayan recomprando su propia deuda.

Por otra parte, muchos bonos corporativos ya reflejan en su precio la complicada situación económica. En un horizonte a medio plazo, esto hace pensar que los bonos emitidos por sociedades con modelos de negocio sólidos y balances generales saneados ofrecen valor. Sin embargo, este panorama se ve enturbiado por la incertidumbre acerca del alcance de la garantía estatal y los planes de liquidez. En general, creemos que lo prudente es adoptar una estrategia metódica, por lo que podríamos recomendar un aumento gradual de la exposición a esta categoría de activos. Las tasas de impago van en aumento a medida que la recesión hace mella, lo que agrava el riesgo específico de los emisores y subraya la necesidad de realizar una muy cuidada selección de los valores.

Seguimos apostando por las emisiones de alta calidad tanto dentro de la categoría de inversión como en high yield (alta rentabilidad). En el sector financiero de categoría de inversión, por ejemplo, las perspectivas de la deuda subordinada siguen siendo inciertas, aunque pueden encontrarse buenas oportunidades de inversión en las emisiones senior de bancos que se consideran clave para el sistema financiero. Mientras, la deuda corporativa high yield (de alta rentabilidad) ya descuenta niveles de impagos nunca vistos hasta ahora y aunque la coyuntura económica es, sin lugar a dudas, complicada, puede que este pesimismo sea exagerado y las inversiones en el sector podrían ofrecer recompensas en el medio plazo.

Por lo que respecta a los bonos de los mercados emergentes, esta categoría de activos también se ha visto perjudicada ante el aumento de la aversión al riesgo. Sin embargo, muchas economías de los mercados emergentes tienen unas finanzas mucho más sólidas que hace una generación y su deuda externa es mucho menor. Algunas economías como Brasil están también muy bien gestionadas desde una perspectiva interna. En consecuencia, creemos que un fondo de renta fija de los mercados emergentes activo y bien gestionado, especialmente si está denominado en dólares estadounidenses, podría ser una oportunidad de inversión muy interesante.

En resumen, creemos que el descenso de las tasas de inflación y el aumento de la capacidad de las economías desarrolladas debería ser favorable para las bajas rentabilidades de los bonos gubernamentales. Aunque es probable que en algún momento los gobiernos empiecen a abandonar sus estrategias de recompra, los gobiernos occidentales acaban de embarcarse en dichos programas y su voluntad política de que tengan éxito es muy grande.