Vending

jaime
Máximo García

¿Se imaginan máquinas de vending con formularios y prospectus de fondos? ¿Se imaginan una maquina de vending con antibióticos de todo tipo? Yo sé a más de uno que la idea le puede encantar, especialmente la segunda, pero siendo sinceros, algo estaremos haciendo mal si llegamos a eso… y no es algo tan lejano como algunos creen.

La presión regulatoria genera muchas situaciones incomprensibles como que los distribuidores tengan que renunciar a dar servicios porque regulatoriamente no compensen los riesgos que se asumen. Es como si en las farmacias ya no te hablara nadie y tuvieras que despachar con una máquina expendedora o con un robot, no fuera a ser que el asesoramiento del farmacéutico le costara no poder volver a ejercer su profesión o un inspector con exceso de celo acabara multando al personal.

Si el contacto con clientes es un riesgo, ¿para qué entran en contacto con clientes poco rentables?...mejor que lo haga la máquina, “mejor no meternos ahí” piensan muchos con razón. Visualmente los costes se reducen pero financieramente el resultado no es nada bueno: los inversores se convierten en los únicos dueños de su destino, dueños de sus errores y desamparados en sus decisiones.

Cuando muchos empezaron a luchar contra los costes nunca pensaron en el gran desequilibrio que se podía crear con los inversores menos pudientes, los primeros que hay que cuidar…aquellos que mandamos a comprar a la máquina de vending, quedan huérfanos de asesoramiento. Los ingleses ya han puesto nombre a este fenómeno: advise gap y pronto veremos su estreno en los cines de media Europa si nadie lo remedia.