Paralelismos entre la crisis del COVID-19 y la crisis del cambio climático

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Ernesto Lago, flickr, creative commons

Hace justo una semana se celebró el Día Mundial del Medio Ambiente y Simon Webber, gestor del Schroder ISF Global Climate Change Equity ha querido aprovechar la ocasión para hacer una reflexión sobre las lecciones que la actual crisis del COVID-19 puede proporcionarnos porque, en su opinión, es posible que la pandemia encierre importantes lecciones para los votantes y los políticos, pero también es posible que los mercados financieros aprendan algo. En este sentido, el gestor de este fondo de Schroders que este año cuenta con Sello FundsPeople, con la calificación de Consistente, cree que cada vez es más probable que se analice la respuesta política al cambio climático y se determine si es suficiente o no, y que los precios de los activos se muevan en consecuencia.

“Si la inversión para descarbonizar la economía y cumplir los objetivos del Acuerdo de París sigue siendo insuficiente, es probable que los precios de los activos coticen los riesgos de los fenómenos climáticos adversos, incluidos los riesgos para el valor de los bienes inmuebles de baja calidad, el aumento de las primas de riesgo en las regiones del mundo más afectadas y menos preparadas, y una prima para las coberturas contra el cambio climático”, indica.

Por el contrario, si se puede acelerar la inversión en una economía de bajas emisiones, Weber considera que es probable que los mercados reduzcan las primas de riesgo. “También pueden ampliar la dispersión de la valoración entre los activos que desempeñan un papel relevante en una economía de bajas emisiones y aquellos en los que es necesario reducir la vida de los activos y las tasas de crecimiento”, estima. Lo que tiene muy claro es que, sea cual sea el camino que finalmente tome, es probable que el cambio climático cada vez tenga un mayor impacto en los mercados financieros.

Paralelismos entre la actual pandemia y la crisis del cambio climático

En su opinión, entre ambas crisis hay varios paralelismos, y también algunas diferencias. “El COVID-19 cogió por sorpresa a la mayoría de las instituciones y gobiernos del mundo, conduciendo a una crisis sanitaria y económica mundial sin precedentes en la historia moderna. Sin embargo, algunos expertos y líderes de pensamiento como Bill Gates llevaban años advirtiendo que uno de los mayores riesgos a los que se enfrentaba el mundo era una posible pandemia. Esto puede extrapolarse al problema del cambio climático pues, en esencia, se trata de ejemplos clásicos de problemas inciertos a largo plazo que se ven desplazados por otras prioridades a corto plazo más apremiantes. Por desgracia, la incertidumbre puede llevar a la complacencia y ésta a la idea de que prepararse para enfrentar estos problemas implica un desperdicio de recursos e inversiones improductivas”, asegura.

A su juicio, existen otros paralelismos. “Por ejemplo, los países y grupos de población con menores recursos han sido algunos de los sectores más afectados. Ambos eventos son también fenómenos globales, que ponen de relieve nuestras interdependencias y la necesidad de trabajar juntos para resolver los problemas. En términos humanos, el impacto del cambio climático, si no se mitiga, será comparable a una crisis permanente de COVID-19. Un estudio publicado en la revista médica británica The Lancet llegó a la conclusión de que el impacto del cambio climático sólo en la producción mundial de alimentos podría causar más de 500.000 muertes para el año 2050”, recuerda el gestor.

Sin embargo, también hay una diferencia muy importante. “Existían pocos modelos económicos y escasa discusión pública que predijeran la devastación económica que traería hacer frente a una pandemia. En cambio, con el cambio climático, se ha hablado mucho sobre las transformaciones que se producirán en las próximas décadas si no actuamos rápidamente, y ya existe una importante conciencia pública y política. Sabemos que estos cambios climáticos serán devastadores, que se producirán año tras año, y que sólo pueden evitarse invirtiendo de forma consistente para crear una economía descarbonizada”.

También sabemos, como destacan trimestralmente en su Climate Change Progress Dashboard, una herramienta que en Schroders han desarrollado para medir el progreso climático, que el ritmo de las inversiones no ha sido lo suficientemente rápido. “Tal vez el COVID-19 proporcione un ejemplo del impacto devastador que la naturaleza puede tener en nuestra forma de vida, lo que podría ayudar a generar más voluntad política, necesaria para hacer este tipo de inversiones. Esta pandemia ha puesto de relieve el importante papel que pueden desempeñar los gobiernos para facilitar los cambios de comportamiento. Por ejemplo, aunque el impacto del confinamiento ha sido grave, ha recibido un fuerte apoyo popular”, concluye.