La renta fija corporativa emergente actualmente ofrece una prima atractiva respecto al bono estadounidense a 10 años que sí compensa al inversor por los riesgos que asume.
¿Está ávido de rentabilidad en el espacio de la renta fija? La deuda emergente es la última propuesta de muchas gestoras de fondos para este tipo de inversores, siendo el riesgo de subida de tipos en Estados Unidos un añadido circunstancial a una clase de activos que ha ido ganando profundidad y calidad crediticia en los últimos años. Alejandro Arévalo, especialista en renta fija corporativa emergente de Pioneer Investments y uno de los expertos del equipo de gestión del Pioneer Emerging Market Bond Fund, ha defendido las ventajas de este tipo de deuda en una conferencia reciente celebrada en la sede madrileña de Pioneer.
“Mucha gente sigue pensando que la renta fija emergente es de alto riesgo, pero las últimas emisiones han sido en su mayoría de empresas con grado de inversión. También se han incrementado las emisiones de high yield, pero se trata de compañías fuertes con un apalancamiento reducido”, explica Arévalo. Para el experto, la principal ventaja que ofrece ahora mismo la renta fija emergente más allá de las mejoras en el perfil crediticio es que “los inversores se están viendo compensados por el riesgo que asumen”.
Pone a la deuda con grado especulativo como ejemplo: observa que el crecimiento de este segmento, cuya tasa de impago se sitúa en el 2% para 2014, ha sido similar al del high yield estadounidense. Sin embargo, la deuda emergente ofrece una prima más atractiva respecto al bono estadounidense a 10 años, situada entre los 300 puntos básicos (para la deuda soberana) y los 500 puntos básicos (para high yield), que bajo su punto de vista compensa el riesgo y además es una buena previsión para cubrirse de la subida de tipos.
La recomendación general de Arévalo en este entorno es invertir en deuda del segmento corporativo antes que el soberano y hacerlo en divisa fuerte, pues considera que así el inversor está mejor protegido frente a las caídas del mercado y la depreciación de las divisas emergentes. Dicho esto, da una serie de razones para pensar que, en términos generales, la deuda emitida por empresas con sede en países en proceso de industrialización ha mejorado en varios aspectos. El primero, que el número de emisiones corporativas ha superado a las soberanas en 2013. Este incremento de la oferta coincide con el incremento de la demanda, procedente en su gran mayoría – un 80% de los movimientos de capital- de inversores institucionales (gestoras, planes de pensiones…) que, además de por los fundamentales, también están incrementando sus posiciones en deuda emergente por el incremento del peso de ésta en los índices mundiales.
La segunda razón que da Arévalo está relacionada con lo ya expuesto: el incremento de las emisiones ha aportado más liquidez al mercado primario y también más diversificación, al aumentar el número de sectores. Asimismo, la liquidez ha mejorado en el mercado secundario y ha sido gracias al incremento de los brokers locales antes que por la presencia de los internacionales. “En emergentes es muy importante saber lo que está sucediendo, cuando el bróker local vende, el internacional también lo hace”, afirma el representante de Pioneer.
También ha aumentado el nivel de transparencia de las empresas: el experto constata que ahora se publican informes con más frecuencia y cada vez hay más departamentos de relaciones con inversores. “Las compañías entienden que si quieren invertir en mercados internacionales tienen que ser más sofisticadas”, afirma.
Otro hecho digno de consideración para el inversor que busque argumentos a favor de invertir en este tipo de emisiones es que los márgenes del ebitda de las compañías de países en desarrollo todavía son atractivos: en el high yield ascienden al 25% y en el grado de inversión, al 30%. Esto implica que las empresas tienen capacidad para pagar su principal y efectivo suficiente para afrontar periodos de volatilidad. “Lo que sucedió en 2008 enseñó a las compañías a generar flujo de caja para pagar sus deudas” explica Arévalo; anteriormente, la práctica había consistido en encadenar refinanciaciones cuando la deuda llegaba a vencimiento. En este punto sí hay una advertencia: aunque el experto espera que los márgenes se mantendrán en esos niveles, superiores a los de las empresas de países desarrollados (se sitúan entre el 10% y el 15%), avisa de que si caen por debajo del 20% reconsideraría sus planteamientos.
Pese a esta postura a priori optimista, Arévalo es bien consciente del bache que están atravesando los países en vías de desarrollo. De hecho, especifica hasta cuatro factores con los que se explica el mal comportamiento de estos mercados: la caída en los precios de materias primas – destaca que muchos países emergentes dependen de 1 ó 2 para crecer-, la caída de las exportaciones como consecuencia del bajo crecimiento de los países desarrollados, la alta inflación – aunque considera que la reacción de los bancos centrales ha sido eficiente- y, finalmente, el hecho de que 11 países celebran elecciones generales este año y, hasta el momento de los comicios, muchas compañías e inversores han reducido sus inversiones en espera de las normas que aprueben los nuevos gobiernos. “Estos cambios son buenos, porque implican que se está avanzando hacia un modelo de crecimiento sostenible en el largo plazo y se están buscando posibilidades para diversificar la economía”, concluye.