Polar Capital Biotechnology Fund: la clave del éxito, fijarse en las personas detrás de cada innovación

biotecno
Hagerstown Community College, Flickr, Creative Commons

Este fondo, que cuenta con el Sello FundsPeople 2020 por su doble calificación de Blockbuster y Consistente, está gestionado por David Pinniger invierte específicamente en el sector de la biotecnología, una de las ramas del sector salud que quizá ha mostrado un comportamiento más polarizado en los últimos años alternando las fuertes ganancias con las abruptas caídas. Sin embargo, este producto ha conseguido mantenerse estable en ambos escenarios y de ahí que, según los datos de Morningstar, consiga una rentabilidad anualizada del 15% en los últimos tres años y despedir los últimos tres ejercicios con números negros.

El objetivo de este producto, que celebra este año su séptimo aniversario no es otro que el de “crear una cartera bien equilibrada de inversiones en empresas en diversas etapas de desarrollo, utilizando diferentes tecnologías para desarrollar nuevos medicamentos para una serie de enfermedades diferentes”, afirma su gestor, quien reconoce dar una especial importancia en el análisis de las compañías que incluye en cartera a estudiar las personas que están detrás de cada innovación.

Desde su lanzamiento, una de las características que se ha mantenido intacta en este producto de Polar Capital  es su capacidad de concentración ya que los valores en cartera no han superado nunca los 60, lo que es una prueba de la alta convicción que tiene el gestor en la selección de los títulos que la componen. Con respecto a los riesgos, el gestor tiene claro que existe uno intrínseco al sector donde invierte ya que  “El sector de la biotecnología se percibe, con razón, como una clase de activos de riesgo relativamente alto. Por lo tanto, si se deteriora el apetito de riesgo de los inversores, esperamos que el sector reaccione en consecuencia”. Además, reconoce que otro de los grandes riesgos es que se incurran en errores de valoraciones en las fases más tempranas basadas más en las expectativas de los inversores en cuanto al desarrollo de nuevos medicamentos que a otras variables. “de modo que cualquier retraso, contratiempo o fracaso suele tener un efecto significativamente negativo en el valor de la empresa y de la inversión individual”, afirma.