Por qué es tan importante la disrupción digital para los gestores de activos

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meliesthebunny, Flickr, Creative Commons

Para las empresas, inversores y gobiernos, la economía digital crea tanto oportunidades de cambio positivo como riesgos de que industrias antiguas se vean arrolladas en el proceso. Al mismo tiempo, a las empresas les resulta cada vez más difícil adaptarse y mantener una ventaja competitiva dominante durante largo tiempo. En este contexto, los grandes operadores establecidos harían bien en no ignorar las tendencias disruptivas: las tribulaciones de compañías como Kodak, Blockbuster y Nokia ilustran lo cara que les puede salir la falta de innovación.

De hecho, Cisco estima que una media de cuatro de las diez mayores empresas de cada industria –en términos de cuota de mercado actual– se verán desplazadas por la disrupción digital durante los próximos cinco años. En 1958, la empresa media del S&P 500 permanecía 61 años en el índice. En 1990, dicha cifra se había reducido a 20 años. En la actualidad, el promedio es de solamente 18. Esto es un claro aviso para los directivos de las empresas: a las tasas de rotación actual y proyectada, el 75% de los integrantes del S&P 500 se habrán visto sustituidos por otros de cara a 2027.

La esperanza de vida de las empresas no solo se está acortando: debido al auge de start-ups digitales disruptivas capaces de crecer de forma exponencial, la carrera para llegar a una capitalización bursátil de 1.000 millones de dólares se está acelerando. Según explica Chris Smith, miembro del equipo de gestión de renta variable de Newton (filial de BNY Mellon IM), históricamente, a una compañía del S&P 500 le costaba una media de 20 años alcanzar este tamaño. A Google le costó ocho años, a Facebook seis, a Uber tres, a Twitter dos y a Instagram un año y medio. En 2014, una compañía dedicada a analizar la productividad en el trabajo llamada Slack alcanzó la capitalización de 1.000 millones de dólares en tan solo ocho meses.

“WhatsApp es un ejemplo perfecto de este cambio: según datos de Forbes, la aplicación ganó más seguidores en sus primeros seis años de existencia (700 millones) que el cristianismo en sus primeros 19 siglos de vida. La economía digital ha permitido a las empresas crecer en tamaño con gran rapidez y un coste mínimo, alterando la manera en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos con los demás. Aunque las disrupciones tecnológicas no son nuevas, la economía digital no tiene precedente alguno a nivel de velocidad, alcance e impacto: ha incidido en la práctica totalidad de los sectores de actividad en todos los países”, afirma el experto.

Un rápido vistazo a algunas de las compañías más grandes y conocidas del mundo revela el ritmo y la magnitud de este cambio…

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Las tecnologías digitales permiten un empleo más eficiente de la infraestructura existente. Los conductores de Uber, que suelen proceder de compañías de taxis privados, cobran menos de lo que cobraban antes por carrera, pero al pasar menos tiempo esperando clientes tienen unos ingresos totales más altos. Airbnb utiliza habitaciones libres que antes no se alquilaban, por lo que el parque de viviendas se utiliza de forma más intensiva. Google Maps nos permite encontrar rutas más rápidas y evitar congestiones de tráfico, con lo que utilizamos la red de carreteras con mayor eficiencia. “Aunque las innovaciones digitales suelen proporcionar productos más prácticos y a menor coste, lo hacen en mayor medida mediante la sustitución o redistribución de ventas que a través de ventas incrementales.

Así, un mercado puede pasar de una situación de equilibrio entre pérdidas y ganancias (suma cero) a una situación de suma negativa para “disruptor” y “disrumpido”: para la sociedad no supone una creación neta de riqueza. Tomemos, por ejemplo, a la industria de la música: el 46% de su mercado pasó a ser digital entre 2004 y 2014, impulsado por iTunes, mientras que los ingresos totales del sector cayeron un 35%”, ejemplifica Smith. A su entender, el desafío para los inversores es identificar qué grandes operadores consolidados son capaces de adaptarse, qué productos están en peligro de quedarse obsoletos, cuáles son los posibles disruptores digitales de éxito y qué impacto puede tener esto en la distribución mundial de la riqueza. “La disrupción está por todas partes, y el futuro es incierto. Los planes de hoy pueden quedar obsoletos mañana".