Por qué escoger invertir en compañías asiáticas si se buscan altos dividendos

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Joel Filipe (Unsplash)

Asia sigue siendo la región de más rápido crecimiento del mundo a pesar de la reciente desaceleración de la economía mundial. El FMI prevé un crecimiento del 5,9% en 2013 en toda la región asiática, una cifra que se compara favorablemente con el crecimiento del 1,5% proyectado para las economías avanzadas durante el mismo período. Mientras tanto, las valuaciones de la renta variable se sitúan en niveles atractivos y los balances se mantienen sólidos. A medida que mejore el panorama de crecimiento de la región, esperamos que las empresas comiencen a adoptar una actitud de creciente optimismo respecto de sus perspectivas. Si a esto sumamos un exceso de ahorro para consumo en Asia seguimos convencidos de que es un momento atractivo para invertir en Asia a mediano/largo plazo.

Los dividendos importan en Asia, y esto es lo que efectivamente ha sucedido en los últimos años, cuando en un entorno de bajo crecimiento y bajas tasas de interés, los rendimientos han sido muy codiciados por ser un catalizador sumamente importante de las rentabilidades en todos los mercados mundiales. El segmento de alta rentabilidad por dividendos de Asia ha tenido una rentabilidad relativa superior al índice general, si bien cabe recordar que la rentabilidad pasada no es indicativa de resultados futuros.

Las economías siguen apoyándose en fundamentales sólidos y esto se ve reflejado en fuertes ganancias corporativas. A medida que las ganancias han ido aumentando, los precios de las acciones no han seguido el mismo ritmo, lo que se ha traducido en valuaciones atractivas. Dadas las expectativas de ganancias para los próximos 12 meses (ganancias previstas a 12 meses), los precios de la renta variable parecen atractivos dado que el ratio precio-ganancia por acción es inferior a su promedio de 10 años.

Durante la década de 1990, Asia experimentó un período de rápido crecimiento pero prácticamente sin generación de flujos de caja y esto dificultó la capacidad de las empresas para pagar dividendos. Gran parte de este crecimiento estuvo alimentado por gran cantidad de endeudamiento y algunas de estas inversiones eran marginales en el mejor de los casos, lo que derivó en la crisis financiera asiática de 1997. Desde entonces, las empresas han invertido con criterios más racionales y reducido los niveles de endeudamiento en sus balances. En consecuencia, a partir de 2000 han generado abundante efectivo y hoy día su prioridad es recompensar a los accionistas. Esto es atractivo para los inversionistas en busca de ingresos pues creemos que esto permitirá que gran parte del excedente de efectivo se reparta en dividendos.

Las empresas asiáticas en general no están muy endeudadas, muchas tienen abundante efectivo y la gestión de la empresa ha sido racional con inversiones en bienes de capital. Así pues, con sólidos balances, las firmas asiáticas tienen la capacidad de recompensar a sus accionistas mediante mayores distribuciones de dividendos. El ratio de reparto de dividendos —el porcentaje de ganancias que se distribuye en dividendos— se sitúa en un mínimo histórico de 38%, lo que implica que hay un amplio margen para que dicho ratio mejore.

La desconexión de los últimos años entre rentabilidad del mercado y los fundamentales corporativos subyacentes es poco frecuente. Los mercados se rigen por factores mundiales, tales como los problemas de la deuda soberana en Europa, que han inducido a los inversionistas a comprar y vender títulos de Asia dependiendo de las noticias. El hecho de que la ganancia por acción (EPS) continúe superando al índice pone de manifiesto que al sector corporativo de Asia le sigue yendo bien. Creemos que esto refleja una oportunidad atractiva de compra pues no es habitual ver una división tan grande entre los fundamentales corporativos subyacentes y la rentabilidad del mercado.

Actualmente, las acciones asiáticas están en la extraña posición de ofrecer a los inversionistas un nivel de ingresos marginalmente superior al de la deuda gubernamental correspondiente. A diferencia de los pagos fijos de los bonos, que se mantienen sin cambios, los dividendos de las empresas ofrecen potencial de crecimiento a medida que mejoran las ganancias. En comparación con la historia, los bonos soberanos parecen caros, los rendimientos inferiores al 3% (el precio de los bonos gubernamentales tienen una relación inversa con el rendimiento, de modo que al aumentar los rendimientos, los precios bajan), mientras que las acciones que reparten dividendos rinden alrededor del 3,2%, un nivel atractivo a juzgar por su historia de largo plazo. Creemos que los precios de los bonos soberanos a largo plazo probablemente desciendan en la región. Por el contrario, creemos que los precios de la renta variable aumentarán a largo plazo, lo que sugiere que la ecuación riesgo-rentabilidad para los inversionistas que actualmente buscan ingresos favorece a las acciones asiáticas antes que a los bonos.

Las empresas tienden cada vez más a repartir dividendos en Asia. En la década de1990, menos del 60% de las empresas con cotización bursátil en la región Asia ex-Japón repartía dividendos, pero esta tasa había aumentado a más del 80% para 2011. Esta tendencia alcista es generalizada en los países de la región asiática. Así pues, la oportunidad radica en que ahora que las empresas asiáticas tienen abundantes excedentes de efectivo, tienen la capacidad de aumentar los pagos de dividendos. Si se compara este ejercicio fiscal con el anterior, el 85% de las empresas que componen el MSCI All Country Asia Pacific ex-Japan bien mantuvo o aumentó su dividendo.

Por países, seguimos pensando que China ofrece la mejor combinación de valor e ingresos en la región y está en mejores condiciones para responder a cualquier futuro brote de volatilidad en la economía mundial. En los últimos años, China se ha convertido en uno de los principales motores del crecimiento mundial, que marca la dirección del mercado tanto en el ámbito regional como mundial. A medida que evoluciona la población del país y crece su grado de urbanización, las clases medias en ascenso están creando una mayor demanda de bienes de consumo, que en su mayor parte se producirán en el mercado interno. A pesar de los atractivos fundamentales de las empresas chinas, el mercado se ha visto afectado por la confianza de los inversionistas y, en nuestra opinión, parecen muy infraponderadas. Los inversionistas buscan crecimiento y el mercado chino probablemente sea uno de los mercados clave para apuntalar ese catalizador, lo que amerita una revaloración del mercado de renta variable. Ahora que el gobierno apunta a un crecimiento del PIB del 7,5%, creemos que se han sentado las bases para una mayor relajación de la política monetaria y, en consecuencia, el impulso de crecimiento en China debería comenzar a ser positivo.

Los bajos niveles prolongados de tasas de interés en el mundo desarrollado durante los últimos años, sumado a la huida de inversionistas hacia activos percibidos como "refugios de seguridad", han impulsado al alza el precio de muchos activos que generan ingresos y ha deprimido los rendimientos. Esto se verifica particularmente en los bonos de deuda pública de países centrales, aunque también se ha desplazado a los mercados de renta fija corporativa. Si bien las acciones aún tienen una ventaja significativa en materia de rendimiento frente a la deuda pública y al efectivo, hay algunos sectores, como el de servicios públicos y el de consumo básico, en los que el rendimiento de la renta variable comienza a ser caro pues los inversionistas corren el riesgo de pasar por alto las valuaciones en la búsqueda de ingresos. Creemos que es posible obtener rentabilidades superiores de inversión mediante la búsqueda de rendimiento a un precio razonable. Esto significa centrarse en nombres que tienen un sesgo de valor, es decir, que están infravalorados a juzgar por sus fundamentales, lo que le ofrece margen para el crecimiento de capital, y al mismo tiempo se espera que aumenten sus dividendos en los próximos años.

Los consumidores en Asia están acumulando gran cantidad de ahorro canalizado mediante depósitos bancarios y tras los recortes de tasas de interés en muchas economías asiáticas, muchos ahorristas están recibiendo rentabilidades reales negativas en sus depósitos en términos ajustados por inflación. En China, la cantidad ahorrada por los inversionistas locales equivale a 14 billones de dólares, o un 184% del producto interno bruto (PIB) del país. Así pues, los inversionistas de la región tienen grandes posibilidades de movilizar su ahorro en activos de alto rendimiento, como son las acciones.

A pesar de las oportunidades, persisten los riesgos. Un rebrote inflacionario podría impulsar las tasas de interés del mercado local al alza  y los gobiernos posiblemente adoptarían una posición menos expansiva al implementar medidas para estimular el crecimiento. Por lo demás, un deterioro de la situación en Europa podría significar una complicación importante.

Es por esto que recomendamos aprovechar las oportunidades de este mercado a través de un fondo de gestión activa, en el cual el gestor escoja empresas que se caractericen por generar flujos de efectivo; estas son empresas que ofrecen una cobertura naturalmente defensiva en caso de mayor turbulencia en la economía mundial.