¿Por qué están cayendo las bolsas?

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Los mercados de renta variable están cayendo. Y estos descensos están impulsados por un temor: el de la inflación. “La evolución de la inflación durante los próximos meses es uno de los temas más importantes para los mercados financieros, sometidos a una gran incertidumbre sobre la duración de las presiones inflacionistas que estamos viendo”, asegura François Rimeu, estratega senior en La Française AM.

La recuperación económica de la pandemia se combina con la creciente preocupación por los cuellos de botella y la escasez en las cadenas de suministro. Varias empresas han reconocido el impacto negativo del aumento de los precios de las materias primas en sus márgenes, así como la escasez de semiconductores.

En particular, las compañías tecnológicas y automovilísticas han sugerido que la producción en el segundo trimestre podría verse afectada. Esto podría repercutir en las existencias, el aumento de los precios y la escasez de algunos productos de consumo. Así, no es de extrañar que los movimientos hayan estado dominados por los descensos de los valores tecnológicos, los fabricantes de automóviles y algunos sectores que se reabren tras los confinamientos generalizados.

El problema al que se enfrentan las tecnológicas

Todas las miradas estarán puestas en la producción y distribución de materiales y productos para ver cuánto se ha visto afectada la cadena de suministro. Las empresas tecnológicas registraron fuertes beneficios en el segundo trimestre. Pero las expectativas se están revisando a la baja por los problemas de fabricación y distribución que están surgiendo debido a la escasez de semiconductores.

Además, tal y como señala James Athey, director de Inversiones en Aberdeen Standard Investments, las acciones tecnológicas son increíblemente caras y también muy sensibles a los cambios en los rendimientos de los bonos a través del papel que desempeñan los rendimientos como factor de descuento en el cálculo del valor actual de los beneficios futuros.

“Las acciones tecnológicas han actuado como sustitutos de los bonos, es decir, acciones que suben y bajan con los rendimientos de los bonos debido a la percepción de que el crecimiento de los beneficios no es muy cíclico y, de hecho, puede mejorar si la actividad económica se frena debido a las políticas de bloqueo del gobierno. Los valores tecnológicos de EE.UU. son tan dominantes en términos de capitalización bursátil y de beneficios, que cuando tienen un mal comportamiento es un importante viento en contra para el mercado en general”, explica.

El temor es la inflación

Según Chris Iggo, director de Inversiones en AXA Investment Managers, lo que teme el mercado es que en este entorno se pueda limitar el crecimiento del PIB mundial en el segundo trimestre. “Tras el aumento del 0,8% de los precios de consumo en Estados Unidos en abril (4,2% interanual), la subida de los precios de las materias primas podría prolongar el periodo de inflación por encima de la tendencia, con posibles consecuencias para las expectativas de los tipos de interés”, afirma. Sin embargo, la mayoría cree que esto no será algo estructural.

“Se espera un repunte de la inflación, pero no es inminente.  Aunque es probable que cualquier pico a corto plazo sea temporal, los inversores deberían estar atentos a las primeras señales inflacionistas. También a las oportunidades en aquellas empresas con capacidad para repercutir el aumento de los costes”, recomienda Nigel Bolton, codirector de Inversiones del grupo de Renta Variable Fundamental de BlackRock.

Además, aunque la inflación aumente a corto plazo, es difícil que ello genere un cambio significativo en la política de la Fed. “Es previsible que veamos un incremento de la inflación por encima de las expectativas los próximos dos años. Es lo que la Fed quiere. La cuestión es que lo que va a ocurrir después. No esperamos un new normal entre el 3% y 4%. La Fed puede tolerar cierta inflación, pero no tales niveles. Tampoco los consumidores. La consideramos algo más cíclico que secular”, indica Luca Paolini, estratega jefe de Pictet AM.

¿Qué viene ahora?

Iggo no ve probable un repunte de la inflación a largo plazo. "Los mercados laborales siguen teniendo holgura y el arbitraje mundial de bienes y servicios limitará los aumentos de la inflación a largo plazo impulsados por los cuellos de botella". Tampoco espera cambios en la política monetaria a corto plazo, aunque los mercados se centrarán en la reducción de las compras a partir de 2022.

“Los tipos deberían permanecer bajos y los rendimientos de los bonos probablemente limitados. Ésto dado la fuerte demanda actual de activos de renta fija de alta calidad a largo plazo. La posición macrocíclica sigue sugiriendo sobreponderar la renta variable y el crédito. Pero es probable que los rendimientos estén sujetos a una mayor incertidumbre dadas las fricciones en la reapertura de la economía mundial”, apunta. De subir los tipos, podrían venir los problemas.

El mayor riesgo: el de una subida de tipos

De hecho, para Philipp Vorndran y Thomas Lehr, estrategas de mercados de capitales de Flossbach von Storch, el mayor riesgo al que en realidad se enfrentan los mercados sería una subida significativa y sostenida de los tipos de interés, algo que actualmente tampoco esperan.

“El BCE no se plantea una subida de los tipos de interés en este momento, mientras que Estados Unidos parece un poco indeciso. Sin embargo, también en este caso el nivel de endeudamiento es enorme. Por ello, no esperamos una subida sostenida de los tipos de interés a largo plazo, al menos no en el tramo largo”, aseguran. Otra cosa es el tapering. "Aunque la reducción de las compras de activos aún está lejos, parece que volverá a estar en la agenda del banco central estadounidense", advierte Keith Wade, economista jefe de Schroders.

El impacto del precio de las materias primas

Otro aspecto que también conviene analizar es el condicionante de las materias primas. Es indudable el impacto que ha tenido en el mercado las fluctuaciones de las commodities. Los precios de las materias primas han subido un 35 % durante los últimos 12 meses. Y, según Peter van der Welle, estratega de mercados en Robeco, pueden seguir subiendo. Ello debido a una combinación de factores, entre ellos el retorno a la normalidad tras la pandemia.

“Aplicando factores de desarrollo macroeconómico, momentum, valoración y percepción a nuestro marco de asignación de activos, concluimos que las materias primas en general, y los metales en particular, están cualquier cosa menos oxidados. Los precios de las materias primas deben equilibrar la oferta y la demanda actuales. Esto hace que quizás sean incluso más adecuadas como equivalente de riesgo para la segunda mitad de 2021, dada la continua tensión en los mercados físicos a medida que avanza la reapertura económica”, afirma el experto.

¿Es coherente esta subida?

En opinión de Iggo, la subida de los precios de las materias primas es coherente con la fuerte recuperación del crecimiento del PIB mundial y con el actual rendimiento superior de la renta variable. Sin embargo, existen fricciones en el lado de la oferta, lo que está provocando un aumento significativo de los precios de las materias primas que probablemente no se reducirá a corto plazo.

“Habitualmente, los precios de las materias primas suben con fuerza cuando las economías se recuperan de las recesiones y, dado el apoyo que se ha prestado a través de la flexibilización cuantitativa y el estímulo fiscal, existe actualmente un importante desequilibrio entre la fuerte demanda y la inelástica oferta de materias primas en los sectores industrial, energético y agrícola. Las empresas están tratando de reponer sus inventarios y el gasto de inversión es fuerte”, indica el experto.

Además, el estímulo fiscal de los gobiernos dirigido a las infraestructuras y a la energía verde está aumentando la demanda de materias primas y materiales necesarios para la transición energética. “Es probable que todo esto persista durante un par de trimestres, hasta que pueda aumentar la oferta de materias primas y cuando se haya asentado el primer brote de la recuperación mundial. Mientras tanto, habrá preocupación por la inflación y el aumento de los rendimientos”.

El impacto de la vivienda

Las tensiones sobre los precios también se notan en algunos bienes intermedios: los productos transformados, pero aún no terminados. También ahí, la abrupta ruptura de las cadenas de producción el año pasado ha provocado desajustes masivos, y las presiones son constantes en una economía globalizada. Todos los productos equipados con semiconductores se ven afectados por retrasos en la producción, e incluso por subidas de precios. O incluso en el mercado de la vivienda. En el sector inmobiliario, el pilar principal para calcular la inflación y la medida más analizada por la Fed, las señales de advertencia se están acumulando.

“Está claro que las inyecciones de liquidez de la Fed sostienen la demanda. Pero también es el deseo de más y mayor, impulsado por la crisis sanitaria, lo que está tensando la demanda. Sin olvidar una tendencia estructural que también supone un apoyo. Como en todos los países desarrollados, en Estados Unidos se está produciendo un fenómeno de nidificación: las familias se están fragmentando debido al aumento cada vez mayor de parejas separadas, aumentando así la demanda del número de viviendas. Frente a esto, la oferta es estructuralmente menos reactiva, dado el tiempo necesario para construir nuevas viviendas en grandes cantidades”, concluye Olivier de Berranger, director de Inversiones en La Financiére de L´Echiquier.