¿Por qué están cayendo los mercados?

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Rednuht, Flickr, Creative Commons

Febrero ha empezado como enero en los mercados, es decir, muy mal. Las bolsas están en plena fase de corrección. La pregunta es por qué. El desplome del petróleo y la crisis de los emergentes, con China a la cabeza, han sido las causas que explican las pérdidas de más del 10% que acumulan los mercados desarrollados desde comienzos de año. Pero en el meollo de la cuestión está a nivel corporativo. “Los beneficios de las empresas están creciendo a ritmos anémicos en todo el mundo y los multiplicadores habían descontado mucho más crecimiento. Las valoraciones de muchos activos están sobrevalorados. Eso es lo que está pasando: volvemos a valoraciones más razonables. No conviene olvidar que la economía real y los beneficios de las empresas mandan sobre la economía financiera y la especulación. El precio justo de las cosas y el sentido común siempre se acaban imponiendo”, asegura David Levy, presidente de Diverinvest EAFI.

¿Es una corrección? ¿Va a durar mucho? ¿Estamos ante un cambio de tendencia de la economía mundial? Son muchas las preguntas y, por ahora, pocas las respuestas. Sin embargo, existen algunas certezas. Una de ellas es el negativo efecto que la caída del petróleo podría tener sobre la economía. Nadie duda de que a medio-largo plazo un barril barato es bueno para la economía, si bien a corto plazo podría tener efectos muy negativos sobre determinados sectores. El breakeven de la curva de costes del petróleo a nivel mundial muestra que los precios actuales de 30 dólares el barril solo son asumibles en Oriente Medio. El resto de actores sufren en mayor o menor medida. Obviamente, el desplome del precio del petróleo tiene un impacto directo sobre muchas compañías energéticas, cuya supervivencia está en juego. El mercado estima que este año el 59% de las empresas energéticas estadounidenses caerán en default este año. Esto significa que 190 no podrán hacer frente a sus obligaciones de deuda.

Pero también puede tener un impacto muy fuerte (y de efectos por ahora impredecibles) sobre las entidades financieras, muchas de las cuales han estado financiando los proyectos de estas empresas, especialmente en EE.UU. No es de extrañar, por tanto, que energía y finanzas estén siendo los sectores más castigados. “Con un petróleo a 40 dólares se calculaba que muchas compañías energéticas podían sobrevivir, pero... ¿y con un barril por debajo de 30? ¿Cuáles podrían ser las consecuencias?”, se pregunta Jeremy Leung, gestor de UBS AM. En el plano macro, el desplome del crudo puede tener un claro impacto sobre los países productores (Canadá, Noruega, Rusia…) y sobre sus economías, cuyo crecimiento es más que probable que se empiece a resentir. De hecho, muchas de ellas ya se encuentran en recesión, lo cual tendrá un impacto sobre el crecimiento global.

Esa ralentización económica también afecta a China, en pleno proceso de rebalanceo de su economía, en medio de una tormenta bursátil y en fase de depreciación de su divisa. De estos tres factores, tal vez el más importante sea el último. “Una rápida depreciación del yuan perjudicará a muchas empresas chinas, debido a la deuda denominada en dólares existente en sus balances. La gradualidad de la depreciación del renminbi es deseable porque el tipo del cambio yuan/dólar actúa como una especie de foco de atención de las expectativas de depreciación de las divisas de los mercados emergentes en general. En este sentido, una rápida depreciación del yuan puede liberar el genio de la depreciación en los emergentes. Si así ocurriese, podría suponer una perturbación considerable, ya que la fuerza determinante de esta depreciación, es decir, las masivas fugas de capitales, endurecerá las condiciones financieras internas y la oferta de crédito en los emergentes”, explican desde NN IP.

Pero quizás lo que más preocupa sea cuál será el impacto en las economías desarrolladas de la ralentización del crecimiento chino. Robert Wescott, miembro del Consejo de Asesoramiento Macroeconómico de Pioneer Investments, cree que el gigante asiático no debe suponer un riesgo muy alto. En su opinión, China podría como mucho restarle medio punto de crecimiento a un PIB americano que parece tender a ralentizarse, aunque está todavía por ver si esto responde a factores coyunturales o no. “La verdadera preocupación es la economía de EE.UU, con las cifras del sector manufacturero de nuevo a la baja en lo que es un muy débil cuarto trimestre para su economía. Cualquier decepción en los datos nos llevaría a replantearnos la asignación de activos, sobre todo después de que la Fed subiera los tipos”, asegura Lukas Daalder, director de inversiones de Robeco Investment Solutions. Ese endurecimiento de la política monetaria podría ser importante partiendo de la altísima correlación que ha existido durante los últimos años entre la expansión del balance de la Fed y la evolución del índice.

Sin embargo, los castigos no solo se centran en las bolsas. También afectan a otros activos de riesgo, como el high yield, donde –según Talib Sheikh, gestor del JPM Global Income-, los diferenciales descuentan unas tasas de impago propias de un entorno de recesión en EE.UU. Esto también ocurre en emisiones BBB, revela Richard Woolnough, gestor del M&G Optimal Income. Si el mercado está poniendo en precio una recesión y se equivoca, lo esperable sería ver un rebote. Eso es lo que muchos esperan. “Los mercados cotizan una probabilidad muy alta de recesión global. Pero el pesimismo parece exagerado. Han sobre-reaccionado a los decepcionantes datos económicos de EE.UU y China. A ello se añade que más de la mitad de indicadores predictivos fiables no está en rojo. Por liquidez, valoraciones y posiciones de los inversores el rebote es más probable que una liquidación prolongada. Cada vez que la economía americana evita una recesión las acciones suben de meda un 30% en doce meses”, señalan desde el departamento de estrategia de Pictet AM.