Tras la crisis económica provocada por la pandemia, los nuevos años 20 arrancan con el despertar de un nuevo ciclo. Pero ni el escenario ni las valoraciones son las mismas, por lo que la receta se debe adaptar a los nuevos tiempos.
Tras la crisis económica provocada por la pandemia, la década de 2020 arrancan con el despertar de un nuevo ciclo. Pero ni el escenario ni las valoraciones son las mismas, por lo que la receta se debe adaptar a los nuevos tiempos. Son varias las nuevas realidades que pueden poner a prueba las carteras de asesores y banqueros privados.
1. La era del activismo fiscal
Una de las grandes diferencias con respecto a la anterior crisis en 2008 ha sido la respuesta de gobiernos y bancos centrales. Tanto en rapidez como en tamaño, se ha creado un inmenso colchón en forma de ayudas monetarias para ayudar a la economía a capear la tormenta. Thushka Maharaj, estratega de multiactivos global de J.P. Morgan AM, lo tiene claro: la era de la austeridad fiscal se ha terminado. En su lugar, vaticina una etapa de lo que denomina activismo fiscal. “Hemos visto como los mercados e inversores están dispuestos a aceptar un mayor nivel de deuda en países y empresas”, afirma la experta. Al fin, la política monetaria y la fiscal tirarán hacia la misma dirección.
En opinión de Maharaj, esto tiene pocas implicaciones para el crecimiento más allá de un pequeño impulso cíclico como punto de partida. Donde sí habrá que estar alerta es en la inflación. El riesgo de subida de precios no está en el corto plazo, sino en el medio.
2. ¿Un nuevo papel para los gubernamentales?
Y el punto anterior es lo que nos abre la pregunta: ¿Qué papel le estoy dando a los bonos gubernamentales en mi cartera? Para Maharaj, siguen teniendo un rol, pero ha mutado. De ofrecer protección y rentas a solo protección. “Siguen aportando esa diversificación en momentos de riesgo, pero viene a cambio de un coste más alto”, afirma.
Nos adentramos en este nuevo ciclo en una posición más compleja si cabe que en 2009. Como se aprecia en el gráfico anterior, incluso ese año uno podría haberse refugiado en bonos de gobierno a 10 años y obtenido un retorno decente. Hoy, es exponerse a garantizar una pérdida de capital a 10 años. La parte larga de la curva está especialmente cuestionada, donde se prevé unos retornos a largo plazo incluso interiores que el que ofrece la liquidez.
Frente a la menguante aportación positiva de los gubernamentales, los bonos corporativos se alzan con nueva relevancia. “Vemos al crédito como una clase de activos para todo escenario. La deuda grado de inversión se está posicionando como un sustituto para la duración, mientras que el high yield ofrece un ratio Sharpe mayor que el de las acciones”, argumenta Maharaj.
3. ¿Fin a la excepcionalidad de Estados Unidos?
Otro de los grandes cambios de la nueva década es que podríamos estar ante el principio del fin del excepcionalismo de Estados Unidos. Esto no significa un hundimiento del país, sino que podría haber llegado al fin el momento de otras regiones rezagas. Hay una correlación entre el diferencial entre el crecimiento de Estados Unidos y el resto del mundo con la fortaleza del dólar americano. Y, como veremos en el gráfico siguiente, si esa relación se mantiene entonces la divisa está iniciando una tendencia secular negativa.
Este punto aún es debatible aunque en 2020 hemos visto movimientos en el mercado que invitan a pensar que es factible. Como bien recuerda Vincent Juvyns, estratega de mercados global, el dólar, tradicionalmente un activo refugio, ha caído en momentos de volatilidad de 2020. Por lo que puede ser una señal de ese cambio de tendencia.
4. Lo verde es la nueva tecnología
La gran disrupción por venir no es tecnológica sino verde. Lo han dejado claro los principales gobiernos: la recuperación económica necesariamente pasará por una transición ecológica. No se trata de reconstruir sino de redefinir y adaptarse a la nueva economía. Y si es así como se moverá el dinero, es algo de lo que debe ser consciente el inversor. Porque habrá nuevos ganadores y perdedores. Geográficamente, por ejemplo, es Europa la que está liderando en materia de clima y creando sus propias oportunidades de inversión. “Quizás lo verde sea la nueva tecnología”, plantea Juvyns.
Como con en etapa de transición, la disrupción verde traerá dolor (económico) a corto plazo a cambio del beneficio a largo. Dicho lo cual, Juvyns calcula que el impacto positivo del impulso fiscal bastará para compensar el conste de ese cambio de motores en el PIB.
5. ¿Qué asignación debo tener a alternativos?
Están siendo unos meses negros para los fondos alternativos, que han perdido el favor de los inversores tras varios episodios decepcionantes ante los mercados. Pero para el equipo de J.P. Morgan AM, los alternativos y el crédito serán las grandes sorpresas de la siguiente década. Sorca Kelly-Scholte, responsable de soluciones de pensiones y asesoramiento de EMEA, vaticina que estas dos clases de activos pasarán a ocupar una función core de las carteras.
“Ofrecen alpha, income y diversificación”, sentencia. Pero para exprimir el juego de los alternativos hay que dejar de interpretar a la clase de activos como homogénea. Esa generación de alpha proviene de fondos de capital riesgo, con una mejor perspectiva de retornos que el de los mercados cotizados. El income, en cambio, surgirá de fondos de infraestructura. Mientras que la diversificación lo aportan estrategias hedge fund, con acceso a áreas distintas a los mercados públicos. “No se trata de simplemente elevar una asignación marginal y genérica a alternativos sino de realmente pensar en cómo capitalizar estas opciones”, insiste.