Pulso al FMI: los BRICS toman la iniciativa y crean su propio banco de desarrollo

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My Buffo, Flickr, Creative Commons

A los BRICS se les ha acabado la paciencia. Tras esperar infructuosamente una reforma del sistema de voto orientada a equilibrar la cuota de poder en el seno del Fondo Monetario Internacional (FMI) —que lleva meses estancada en el Congreso estadounidense— Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica han dado un paso histórico con la firma de un acuerdo multilateral para la creación de su propio banco de desarrollo y de un fondo de reserva común en divisa extranjera.

Como explica Julien Moussavi, del departamento de Análisis de Amundi, “el objetivo de este banco de desarrollo, que tendrá su sede en Shanghái, será financiar grandes proyectos de infraestructura, primero en los países signatarios y, después, en otros países emergentes. La presidencia será rotatoria y el banco contará con una capitalización inicial de 50.000 millones de dólares entre capital y garantías, aunque el objetivo es alcanzar los 100.000 millones de capitalización”.

Con respecto al fondo de reserva en divisa extranjera, el acuerdo marco firmado durante la cumbre de Fortaleza (Brasil) celebrada a mediados de julio fija su cuantía en 100.000 millones de dólares, de los que China aportaría 41.000 millones, la India, Rusia y Brasil aportarían 18.000 millones de dólares cada uno y Sudáfrica añadiría los 5.000 millones restantes. “El objetivo del fondo de reserva, que podría estar operativo en 2015, es ofrecer protección a los países miembros frente a episodios de brusca depreciación de sus divisas como el vivido en mayo de 2013 tras el anuncio del ‘tapering’ estadounidense”, señala Moussavi.

A pesar de que los BRICS aglutinan a más del 40% de la población mundial y generan casi un 30% del PIB en términos de paridad del poder adquisitivo en 2014, están infrarrepresentados en los órganos de decisión del FMI y el Banco Mundial. Por eso, el experto considera que la creación de estas dos nuevas instituciones es una buena noticia, ya que “suponen un contrapeso para las organizaciones que se crearon tras la firma de los acuerdos de Bretton Woods de 1944”.

No obstante, la situación “genera muchos interrogantes”, explica Moussavi. Por ejemplo, “si los países receptores de ayuda aceptarán la supervisión no oficial de China —que aportará la mayor contribución financiera—, si los diferentes objetivos económicos y políticos de los países miembros permitirán la cohesión interna en estas instituciones y cómo reaccionarán el FMI y el Banco Mundial ante estas nuevas ‘contrapartes’”. De momento, “lo primero será ver si estas instituciones emergentes son capaces de trabajar juntas”.

Moussavi confía en que “la fragmentación de la gobernanza económica mundial en múltiples organizaciones impulsará la voluntad de adoptar medidas coordinadas y eficaces que permitan reestablecer la estabilidad económica y financiera”. En cualquier caso, de lo que no cabe duda es de que “al dotarse de sus propias instituciones, los BRICS ganarán en influencia y podrán reequilibrar la toma de decisiones a nivel mundial”.