¿Qué cambios introducir en las carteras ante el actual entorno de volatilidad e incertidumbre? Algunas ideas

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Foto: John Schnobrich, Unsplash

No nos encontramos al borde de una crisis, sino que estamos gestionando los desequilibrios y excesos del mercado. Es lo que piensa Toby Gibb, director global de Renta Variable en Fidelity International. “Las valoraciones se movieron en cotas elevadas a lo largo de 2021, el liderazgo del mercado era estrecho y la inflación parecía cada vez más persistente. Junto con la evolución del COVID y China, estos factores hacen probable que las rotaciones y los vaivenes sectoriales continúen en 2022. Sin embargo, las correcciones pueden dar nuevos bríos a los mercados y rara vez son negativas a largo plazo”.

En opinión del experto, el rebote que vimos en 2021 tiene pocas probabilidades de continuar, pero espera que los beneficios sean el principal impulsor de las rentabilidades en 2022 y ejerzan una influencia cada vez mayor en la evolución del mercado a lo largo del año. “Creemos que los beneficios pueden seguir creciendo en términos reales. Así, nuestros analistas pronostican un crecimiento nominal de los beneficios del 6-7% en 2022 y del 8-9% en 2023. Sin embargo, se registrará una amplia dispersión entre sectores y, en este sentido, el poder de fijación de precios será clave para las empresas”, explica.

A su juicio, los sectores de consumo, industria y servicios públicos probablemente registrarán las mayores tasas de crecimiento, mientras que el sector de los recursos naturales podría caer con fuerza tras la rápida recuperación de 2021. “En el cómputo general, las perspectivas para la renta variable en 2022 están presididas por una cautela moderada. Aunque no esperamos que las bolsas ofrezcan las ganancias de 2021, pensamos que pueden anotarse avances entre el 7% y el 9% al calor de un crecimiento de los beneficios razonable”.

¿Qué marcará el futuro?

De cara al futuro, es probable que continúe este entorno más incierto y volátil. Según Pascal Blanqué, director de Inversiones en Amundi, será así a medida que se definan cuatro temas. En primer lugar, la evolución de la variante ómicron, que podría afectar negativamente al crecimiento y empeorar aún más los problemas de suministro. Segundo: la incertidumbre sobre cómo reaccionarán los bancos centrales a la subida de la inflación en un contexto de cierta desaceleración del crecimiento y posible espiral de aumento salarial. En tercer lugar, el retorno del riesgo geopolítico, con Kazajistán y Ucrania en las noticias y el papel de Rusia y China en la región. Y, en cuarto, los problemas continuados en el sector inmobiliario chino. Ante este panorama, el experto ve tres temas clave para los inversores.

Consejo # 1: No añadir riesgo a las carteras

Todo esto es una confirmación de una postura cautelosa en la asignación de riesgos a corto plazo. “No es momento de añadir riesgo, sino de aferrarse a las convicciones fundamentales (estar a la defensiva respecto a la duración, preferir el valor, protegerse de la inflación). Es demasiado pronto para considerar la reciente revisión de precios como un punto de entrada. Desde una perspectiva estratégica, en un mundo en el que se esperan bajos rendimientos, para los inversores es fundamental la diversificación, asignar adecuadamente las inversiones, por ejemplo, en los mercados asiáticos, como China e India y en activos reales que puedan beneficiarse de un entorno inflacionista”.

En su opinión, también deberían favorecerse las estrategias de baja correlación que tengan como objetivo rendimientos absolutos o reales, ya que, con la subida de los tipos y la inflación, la tradicional dinámica de la correlación renta fija/variable tiende a desdibujarse. “Las alternativas líquidas también podrían ayudar a diversificar carteras, mientras que las soluciones más eficientes cobrarán aún más importancia en un mundo de bajos rendimientos. Una asignación táctica también será vital para capturar oportunidades”, destaca.

Consejo # 2: favorecer al value a nivel global

De acuerdo con Blanqué, una revisión modesta del riesgo de inflación (y de los tipos) podría tener un gran impacto para la renta variable en términos de rendimiento y composición. “El S&500 es, en términos generales, un mercado de crecimiento. La gran rotación dentro de los índices y entre los mercados de valor/crecimiento será este año el tema principal en renta variable. Por tanto, los inversores deberían favorecer el value sobre el growth en el mercado estadounidense, y más aún a nivel global. Una mayor inflación y unos tipos más altos reducirán los beneficios de las acciones y apenas serán sostenibles para los valores growth caros. Se favorecerá el value frente al growth tecnológico”, recomienda. El experto también es cauto respecto a grandes nombres sobrevalorados. Prefiere empresas con buena capacidad de fijación de precios.

Consejo # 3: en renta fija, flexibilidad y reducir duración

En bonos, su recomendación es muy clara: flexibilidad y tender a una menor duración. “Los índices de referencia tradicionales de los bonos se enfrentan al problema del riesgo de la duración y bajos rendimientos. Si los tipos suben, estos índices sufrirán pérdidas. Por tanto, los inversores deberían preferir estrategias flexibles en renta fija para aprovechar las oportunidades que ofrece la asincronía entre las dinámicas de los bancos centrales y las divisas. Los bonos no están muertos, pero el valor relativo será la clave de la cuestión”.

Para extraer valor adicional en un entorno de rendimientos reales negativos, Blanqué considera que será crucial buscar oportunidades en todas las curvas y geografías y en activos de mayor rendimiento, como bonos de mercados emergentes. “Los inversores podrían beneficiarse de las perturbaciones añadiendo exposición a renta fija una vez que vayamos dejando atrás las actualizaciones de los rendimientos. En crédito, todavía hay oportunidades, por ejemplo, en high yield, pero aquí los inversores deberían evitar nombres sobreendeudados que podrían tener menor liquidez”, concluye.