¿Qué debe hacer China si quiere salvar su crecimiento?

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Wolfgang Staudt, Flickr, Creative Commons

En la fiesta alcista de este año hay un notable ausente: China. En 2012 empezaron las preocupaciones al publicarse datos sobre el PIB de un dígito, y este año al acercarse la tasa del crecimiento peligrosamente al 7%, cada vez hay más expertos temerosos de que se vaya a producir el temido aterrizaje brusco (hard landing). De acuerdo con Joseph Tang, director de inversiones de Invesco Hong Kong, perteneciente a Invesco Asset Management, la situación de debilidad se explica por tres grandes factores.

El primero es el aviso de la Reserva Federal de que planea poner fin a cinco años de políticas acomodaticias. El segundo, que los inversores se han decepcionado con los últimos datos macro. La tercera variable es la actitud del nuevo gobierno chino: “Los actuales líderes están más dispuestos a aceptar menores tasas de crecimiento que en el pasado”, afirma. No obstante, el experto considera que “el Gobierno tiene la intención de reequilibrar las fuentes de crecimiento de la economía a través de reformas estructurales y el desapalancamiento, lo que a largo plazo beneficiará significativamente a la renta variable china”. 

Corrobora esta afirmación Jason Pidcock, gestor del BNY Mellon Asian Equity, perteneciente a Newton, filial de BNY Mellon Investment Management: “Los inversores han evitado entrar en valores chinos a pesar de su valoración relativamente más barata en comparación con otros índices regionales debido a la creciente implicación del Gobierno en la economía”. Pidcock aporta un ejemplo de esta mayor preocupación en los intentos del Gobierno chino por cortar drásticamente la corrupción y el derroche excesivo de los oficiales, algo que ha provocado “que las ventas minoristas en China se hayan refrenado, debido a la menor demanda de artículos de lujo como relojes y vino de alta gama”.

¿Quedan sectores atractivos?

Joseph Tang estima que el análisis bottom-up es “el más apropiado para detectar las ineficiencias del mercado chino”. Centra su búsqueda en compañías que sean capaces de hacer crecer sus beneficios a un ritmo superior al del PIB chino de forma consistente, año a año; también se centra en el análisis fundamental para “determinar la calidad del equipo gestor y de los propietarios, las ventajas competitivas y la evolución de su cuota de mercado, además de la fortaleza de su balance”. Teniendo en cuenta que la recuperación será menos intensiva en inversión que las anteriores, desde Invesco creen que los inversores van a fijarse en compañías de consumo privado, energías alternativas, protección del medio ambiente y servicios sociales. 

Este último sector es clave para el experto: “Aunque China es frecuentemente denominada ‘el taller del mundo’, lo cierto es que su sector servicios también ha crecido rápidamente en los últimos 15 años”. Según la gestora, este sector suponía en 2012 el 45% del PIB y daba trabajo al 36% de los ocupados del país. Según Tang, Pekín considera fundamental estimular este sector: en su último Plan Quinquenal, publicado el año pasado, recogió la intención de incrementar un 4% el mercado laboral entre 2011 y 2015. 

El responsable de Asia para Invesco estima, por otra parte, que el modelo de producción de bajo coste “está llegando a su fin”, y aboga por la evolución hacia una industria menos dependiente de los recursos y de mayor valor añadido, en la que el mercado laboral se está reduciendo por el envejecimiento de la población y la demanda está aumentando al incrementarse la renta per cápita. “Como los consumidores son más ricos, los cambios en el gasto y en el estilo de vida están impulsando la demanda de servicios, ya sea en forma de un mayor gasto en salud, educación, entretenimiento y turismo o en compras online”, afirma el experto. 

Por otra parte, Joseph Tang estima que  también sería un estímulo para el sector servicios la desregulación del sector financiero, dado que las empresas del segmento suelen ser más pequeñas y menos estatalizadas, por lo que la liberalización les facilitaría el acceso a la financiación. El experto de BNY Mellon pone el contrapunto: “El problema es que tras años de financiación barata disponible, las compañías están invertidas en proyectos que serían poco rentables a un coste de capital normalizado. El gobierno se da cuenta de que necesita liberalizar los tipos de interés para arreglarlo, pero va a ser un proceso muy gradual”.