El último capítulo en la crisis de Petrobras llegó la semana pasada con el anuncio de que Dilma Rousseff, presidenta de Brasil, había decidido limpiar toda la cúpula directiva de la primera empresa de Brasil, empezando por Graça Foster, presidenta desde hace tres años, y siguiendo por los cinco directores generales de la compañía. La que otrora fuera una de las mayores compañías del mundo, con un peso dominante no sólo en el índice Bovespa sino también en el Merval argentino, ha perdido el 85% de su valor bursátil desde 2008 y está implicada en un desfalco de 8.400 millones de dólares.
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