¿Qué ha pasado en Turquía? Los gestores explican el movimiento brusco de los últimos días

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Michał Dubrawski, Flickr, Creative Commons

Si ya la incertidumbre que dan unas elecciones es suficiente para mantener alejados a los inversores de un determinado mercado, que se celebren en países emergentes, con una menor liquidez histórica, prácticamente asegura la volatilidad. El último recordatorio de que los mercados no dudarán en moverse con fuerza  se ha dado hace apenas unos días en Turquía al calor de las elecciones locales.

Según el recuento preliminar, el partido del presidente Recep Tayyip Erdogan habría perdido el control de su bastión histórico, Estambul. Pese al resultado inesperado, la primera reacción del mercado ha sido tibio. Tanto la divisa como bonos y credit default swaps se mueven en positivo. “Parte de esa reacción es simplemente alivio de que las elecciones han quedado atrás y que la volatilidad de la lira disminuirá”, apunta James Barrineau, responsable de deuda emergente de Schroders.

Es una calma que contrasta fuertemente con cómo se han movido los activos turcos la semana pasada. El viernes la lira turca vivió una de sus peores caídas ante el dólar desde el verano, el miércoles la bolsa turca sufrió su peor día julio de 2016, y la cobertura ante impagos (los credit default swaps) saltó a máximos de octubre.

El gobierno turco intentó contrarrestar con medidas como restricciones sobre la cantidad de liquidez en liras que los bancos nacionales podían ofrecer a sus contrapartes extranjeras antes de las elecciones de este fin de semana. Pero solo lograron crear importantes distorsiones en los últimos días, con rendimientos del bono a dos años que superan el 20%, y el tipo de interés de los préstamos a un día en liras subiendo temporalmente hasta el 1.000% (el nivel más alto desde la crisis bancaria de 2001).

Las alertas estaban a simple vista

Para entender este movimiento tan brusco hace falta excavar en las profundidades del mercado; analizar por qué se mueven de verdad los activos. A gestores experimentados como Diego Fernández, gestor del equipo de renta fija emergente de Goldman Sachs Asset Management, no les sorprende esta volatilidad previa a unos comicios. Al contrario. “Uno pensaría que la influencia de unas elecciones se descuentan meses antes, pero lo cierto es que los inversores tienen una visión más cercana a las dos semanas”, explica el responsable de los fondos GS Emerging Markets DebtGS Emerging Markets Corporate Bond.

Y de ahí que los activos turcos se moviesen con relativa calma hasta hace apenas días y, de repente, con mucha fuerza a la baja. En GSAM comenzaron a comprar cobertura hace un mes, porque sentían que el mercado descontaba un escenario sin tensión política. Si uno se hubiera quedado en la superficie, habría visto únicamente una lira, bonos y bolsas estables, pero el detonante de la corrección se escondía debajo.

Como explican desde Scope Ratings, el gobierno turco adoptó políticas antiliberales antes de las elecciones locales de este domingo para frenar la presión vendedora sobre la lira turca, reducir artificialmente la inflación hasta cuatro veces el objetivo oficial y coaccionar a los bancos para que concedan nuevos préstamos. “Estas políticas son negativas para el crédito, especialmente si continúan después de las elecciones”, aseguran Dennis Shen y Jakob Suwalski, analistas de la firma.

Fernández coincide. La estabilidad de la lira se logró a costa de que Turquía vendiese parte de sus dólares en reserva, un movimiento con unas consecuencias que el mercado infravaloró. Tal es así que las reservas netas de divisas cayeron en torno a los 10.000 millones de dólares durante las tres primeras semanas de marzo, según datos recogidos por Scope Ratings. “Cuando veas a un país liquidando sus reservas de divisas es una alerta roja”, apunta el gestor de GSAM. "Hay muy pocos otros países cuyo nivel de reservas de FX es tan bajo como el de Turquía", afirmaba a Reuters Paul McNamara, director de inversiones de GAM. "Con las reservas hasta este nivel, realmente no tienen margen de error y hay una falta de confianza, y eso debe ser abordado". A esto se suma que el país, incluso tras el susto del pasado agosto, fuese una de las regiones más activas en emisiones de bonos.

"Estas tácticas para forzar la estabilidad de la lira y restringir su venta pueden reducir las presiones especulativas hasta cierto punto a corto plazo, pero harán que la lira sea menos atractiva a largo plazo, recortando la inversión extranjera directa, la cartera externa y los flujos de deuda hacia Turquía", apunta Shen.