¿Qué hacen las bolsas cuando suben los tipos de interés…

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mgrayrflickr, Flickr, Creative Commons

Predecir cómo van a reaccionar los mercados de renta variable a un escenario de subidas de los tipos de interés es prácticamente imposible. El único proxy posible es echar mano de los libros de historia y analizar cómo se han comportado las bolsas durante los periodos en los que los bancos centrales incrementan tipos, sin olvidar –eso sí- que la política monetaria no es el único elemento que influye sobre las cotizadas y que existen otro tipo de factores que condicionan el entorno. Independientemente de esto, en Vanguard han hecho este ejercicio, analizando cuál ha sido el comportamiento del S&P 500 durante todos los periodos de los últimos 50 años en los que la Reserva Federal de Estados Unidos aplicó subidas de las tasas. Los resultados del estudio son sorprendentes.

El análisis realizado por la firma americana muestra que, en los últimos 50 años, no existe un patrón de caídas de las bolsas durante los ciclos de incremento de tipos. Todo lo contrario. Desde 1967 se han producido en Estados Unidos 11 periodos de subidas del precio del dinero por parte de la Fed. En 10 de ellas la rentabilidad generada por el S&P 500 ha sido positiva. Sólo en el periodo comprendido entre febrero y julio de 1974 el índice ofreció retornos negativos (-15%). De media, la rentabilidad anualizada neta ofrecida por el S&P 500 durante estos periodos de subidas de los tipos de interés ha sido del 10%, estando en línea con la registrada por el selectivo desde 1925 hasta 2017.

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La lógica hace pensar que los periodos de endurecimiento de la política monetaria a menudo tienen lugar cuando la economía muestra un buen comportamiento y el crecimiento de las ganancias es fuerte. Y, por lo tanto, las acciones tienden a registrar rentabilidades respetables durante esas fases. La cuestión es saber qué pasará en esta ocasión. Uno de los aspectos que más temor ha despertado es la evolución de la curva de tipos en EE.UU. Los tipos de interés del tramo corto de la curva están aumentando más rápidamente que los del tramo largo, provocando un aplanamiento de la curva, una tendencia que los participantes del mercado esperan que continúe. El caso es que, a lo largo del último siglo, la inversión de la curva de tipos se ha interpretado tradicionalmente como una señal temprana de desaceleración económica.

Para Adrian Hull, corresponsable de renta fija de Kames Capital, esto no tiene por qué ser así. “Ahora mismo, el sofisticado mundo de la banca central y el objetivo genérico de inflación del 2% ofrecen estabilidad pero, a medida que la expansión cuantitativa llega a su fin y los bonos adquiridos como parte de los programas de compra de activos van volviendo al mercado, nos encontramos en terreno desconocido”. Ante esta situación, el experto cree que es posible que los inversores deban retroceder aún más en el tiempo para intentar predecir las consecuencias de una curva de tipos invertida.

“Un análisis de BNP Paribas revela que, hasta los años treinta del pasado siglo, la curva de tipos casi siempre estaba invertida. Los gilts perpetuos cotizaban con una prima con respecto a los préstamos interbancarios a un día. Básicamente, la gente que tenía dinero no se molestaba en intentar obtener rentabilidades más altas en un sistema bancario mal regulado. Les bastaba con la seguridad de los gilts y dejaban que aquellos que realmente necesitaban el dinero se peleasen por unas rentabilidades más altas”.

“Aunque no cabe duda de que se trata de una visión algo simplista de los mercados de bonos de finales del siglo XIX, mucho menos regulados que ahora, podemos encontrar paralelismos con la situación actual. La regulación exige que un porcentaje del dinero de los fondos de pensiones se invierta a largo plazo en activos seguros, con independencia del coste de los préstamos interbancarios a un día, lo que está generando (como ya ha sucedido en muchas ocasiones y continúa ocurriendo en los gilts a largo plazo) una curva de tipos invertida”.

También piensa que una inversión de la curva no necesariamente significa una nueva entrada en un escenario de recesión económica Amit Lodha, gestor del Fidelity Global Focus. “Una curva invertida no es la antesala segura de una recesión: es necesaria, pero por sí sola no basta. Si fuera tan fácil, se podrían distribuir las inversiones empleando un único indicador”. Según el gestor de este fondo de renta variable global con la calificación Consistente Funds People, en el pasado a los mercados les ha ido bien en periodos en los que la curva de rendimientos se invertía, aunque cambiaban los sectores de mejor comportamiento.

Aunque abundan los motivos para la cautela en el entorno actual, al gestor de Fidelity no le parece que las perspectivas sean totalmente bajistas. La razón principal para su optimismo es que Trump ha sido extremadamente positivo para la confianza empresarial al otro lado del Atlántico. “Los tipos impositivos de EE.UU. son los más bajos desde la década de 1930, la edad media de las infraestructuras es la más alta desde la Segunda Guerra Mundial y, desde el punto de vista de las empresas nacionales, las disputas comerciales hacen que las perspectivas de reinvertir en EE.UU. sean más atractivas. Todo eso sugiere que no podrían darse mejores condiciones para la inversión empresarial y el arranque del ciclo de gasto y, si eso ocurre, volveremos a estar en una fase media del ciclo, más que final”.

Volvemos a lo del principio: cada ciclo de subidas de tipos está enmarcado en un contexto que hace que la política monetaria no sea el único factor a tener en cuenta a la hora de tratar de analizar y averiguar cuál será la evolución del mercado de renta variable en esta ocasión.