¿Qué opinan las gestoras de la rebaja del rating de China?

Muralla
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Por primera vez desde 1989, Moody’s le ha metido la tijera a la calificación crediticia de China. La agencia de calificación de riesgos americana ha reducido la nota de la deuda a largo plazo del gigante asiático de Aa3 a A1, manteniendo una perspectiva estable, al considerar que en los próximos años asistiremos a un deterioro de la fortaleza financiera del país. Moody’s cree que China afronta importantes desafíos que las reformas emprendidas por el gobierno de Xi Jinping no ataja de una manera rápida. Se refiere en concreto al desafío que supone el creciente endeudamiento del país y la ralentización de su crecimiento económico. Las reformas del Gobierno podrían lograr estimular la economía, pero no atajar el problema de la deuda, que seguirá creciendo. De hecho, la deuda pública podría llegar hasta el 40% en 2018 y hasta el 45% a finales de la década.

¿Qué implicaciones tiene la rebaja de la calificación crediticia de China? Pues, en la práctica, parece que pocas. Desde el banco privado suizo Julius Baer reconocen que los efectos de la rebaja pueden afectar a la deuda emitida por los gobiernos locales, si bien se muestran mucho menos preocupados por el impacto en las grandes finanzas chinas. En la misma línea de tranquilidad se pronuncia Luc Froehlich, responsable de dirección de inversiones de renta fija asiática en Fidelity, quien se muestra convencida de que, pese a las presiones crecientes, el Banco Central de China y sus reguladores tienen un control total de la situación y de que el reciente endurecimiento regulatorio de China debería ayudar a deflacionar los mercados de crédito del país y llevar a una estabilización a largo plazo del mercado de deuda chino.

En su opinión, la bajada de rating de Moody´s es otra señal de los retos a los que se enfrenta un país que –a su juicio- “está haciendo malabares con los problemas crecientes de apalancamiento, disminución del crecimiento económico y reformas estructurales” y tendrá implicaciones. Craig Botham, economista de mercados emergentes de Schroders, cree que la principal de ellas será que lastrará la confianza de los inversores. "El impacto de la rebaja del rating de China en el sentimiento de los inversores podría ser mucho mayor que su impacto económico", afirma el experto, quien considera que Pekín se enfrenta al dilema de iniciar en 2018 un proceso potencialmente doloroso de desapalancamiento o diferir el problema hasta que se convierta en demasiado grande para ser ignorado. "No somos optimistas sobre la decisión que adoptará el Gobierno", reconoce Botham.

Hay que tener en cuenta que el mercado de bonos locales de China es el tercero mayor del mundo, con 9,4 billones de deuda viva. La rentabilidad a cinco años de su bono soberano local es del 3% y su correlación con otras clases de activos es baja, en parte porque el ciclo económico de China no está sincronizado con las economías desarrolladas, recuerda Cary Yeung, director de deuda china en Pictet AM. Charles de Quinsonas, cogestor del M&G Emerging Markets Bond y especialista en mercados emergentes de M&G Investments, considera que la rebaja podría tener consecuencias importantes, sobre todo en las empresas estatales, que ahora serían miradas con lupa por parte de los inversores internacionales. Dado que las compañías públicas chinas obtienen múltiples aumentos de calificación sobre la base de que la deuda soberana es fuerte, ahora esto podría dar lugar a que los inversores mirasen con cada vez más detenimiento los fundamentales de cada empresa.

Más importante que el tijeretazo a la nota del país sería la evolución de los problemas que arrastra la economía china como, por ejemplo, el que hace referencia al sector inmobiliario, donde Amundi cree que se está gestando una burbuja cuyo estallido es sólo cuestión de tiempo. Mo Ji, estratega de Amundi, cree que el desencadenante se producirá cuando el precio de los terrenos sea más elevado que la tasa potencial de retorno para los promotores inmobiliarios, primero en las ciudades de más categoría y después extendiéndose a otras de menor importancia. “El pinchazo de la burbuja inmobiliaria traerá consigo el reventón de la burbuja de crédito y, por tanto, provocaría un hard landing tanto de la economía china como de la economía global. Nuestro escenario central es que la burbuja tiene que estallar, aunque el momento del estallido se ha retrasado”.