¿Qué riesgos afronta Reino Unido y cómo pueden esos riesgos afectar a su relación con Europa? J.P.Morgan AM responde

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bernhart.koradi, Flickr, Creative Commons

“Parece que últimamente el Reino Unido se ha acercado a Europa, al menos desde la perspectiva de los inversores internacionales”, aseveran Stephanie Flanders y David Stubbs, respectivamente responsable de estrategia de mercados para Reino Unido y Europa en J.P.Morgan AM y estratega de mercado global. Atribuyen este cambio de percepción a una combinación de factores macro y políticos: la incertidumbre política en torno a las próximas elecciones generales (algo a lo que los ingleses no están acostumbrados), el desplome de la tasa de inflación y el comportamiento de la libra figuran entre los más destacados. A continuación, ambos expertos analizan los principales riesgos que afronta la economía británica y evalúan cómo pueden afectar estos riesgos al país y a su relación con Europa. 

Política monetaria

Después de anticipar Mark Carney en junio del año pasado una primera subida de los tipos de interés, ahora en cambio las expectativas sobre tipos han variado sustancialmente desde el verano, debido a la revisión a la baja de las previsiones de inflación. “Como resultado, los mercados han pasado de esperar que el Reino Unido fuese el primero en subir tipos, hacia finales de 2014, a pensar que prácticamente no habrá cambios en la política monetaria hasta 2016. Las expectativas para Estados Unidos también se han retrasado, aunque la primera subida aún se sitúa en algún momento de 2015”, indican los expertos. Flanders y Stubbs interpretan este ajuste así: “Parece claro que los mercados se adelantaron el año pasado al estimar que el Reino Unido ya habría iniciado el ciclo de endurecimiento monetario por estas fechas. Pese a los claros signos de mejora, gran parte de los socios comerciales del Reino Unido en Europa siguen con problemas y la depreciación del euro le está poniendo las cosas aún más difíciles a las empresas británicas”. 

A esto debe añadirse el impacto de la caída del precio del petróleo sobre la tasa de inflación, así como  la ausencia de inflación salarial. El porcentaje de la población británica en edad de trabajar que tiene un empleo alcanza el 73,3%, el nivel más alto desde que se iniciase la serie histórica en 1971. “Sin embargo, esta fuerte evolución no se había traducido en incrementos salariales hasta hace poco”, puntualizan desde la gestora americana. “El inusual comportamiento que ha venido mostrando el mercado laboral británico desde la crisis dificulta que se pueda determinar hasta qué punto tendrá que mejorar el empleo para provocar incrementos salariales que presionen significativamente al alza la inflación”, añaden. 

Flanders y Stubbs estiman que, en lo referente a política monetaria, “el momento de la primera subida de tipos importa menos que el ritmo de las subidas posteriores”. Creen que “lo más probable es que las subidas de tipos del Reino Unido sean mucho más lentas que en el pasado y mucho más lentas que en Estados Unidos”. “Esto se debe en parte a que los hogares británicos están mucho más endeudados que antes —y algo más endeudados que los estadounidenses— pero también a la mayor prevalencia de las hipotecas con tipo de interés variable en el Reino Unido, dos factores que hacen que la economía sea mucho más sensible a las subidas de tipos que la de EE.UU.”, añaden. 

A esto se le ha de añadir que el BoE ha declarado que, probablemente, los tipos de interés se acaben situando en un nivel inferior al del pasado, al prever que los mayores requisitos de capital y de liquidez de los bancos generen un diferencial permanentemente más elevado entre el tipo oficial del BoE y los tipos de interés a los que los bancos prestarán dinero. Debido a estos factores el tipo de interés neutral podría situarse en el rango del 2,5-3%, frente a una media de muy largo plazo del 5%.

Política fiscal

La política fiscal es otra pieza clave. “El factor más importante será el crecimiento de la economía y su relación con el crecimiento subyacente de la producción potencial”, afirman los estrategas. Según las últimas previsiones de la oficina británica de responsabilidad presupuestaria (OBR) —publicadas junto con los Presupuestos— sugieren una evolución muy estable de la economía, con un crecimiento del 2,5% en 2015 y del 2,3% a tres años vista, basándose en el supuesto de que la continua reducción del déficit presupuestario se verá compensada por el repunte de la inversión y del consumo de los hogares. 

Actualmente, se estima que el déficit público representará un 5% del PIB en 2015. “Aunque es menos de la mitad de lo que representaba en 2010, sigue siendo más del doble del 2% previsto, en media, para el conjunto de la eurozona”, puntualizan los expertos. Las últimas previsiones oficiales apuntan a que el déficit se eliminará en 2018-19, principalmente mediante recortes aún más drásticos del gasto público real. El problema reside en que son previsiones de la coalición de gobierno actual, y podrían alterarse tras las elecciones.“Si gana el partido laborista, ha anunciado que aumentará los impuestos para reducir el déficit público y que solo se plantea alcanzar un superávit del presupuesto corriente. En otras palabras, podrá endeudarse para financiar inversiones públicas. A primera vista, esto abre una brecha de unos 30.000 millones de libras (2% del PIB) entre las previsiones de gasto público de ambos partidos para 2018-19. Si este planteamiento se traduce en un mayor crecimiento general dependerá en gran medida del exceso de capacidad que registre la economía y de si la productividad británica (producción per cápita) acaba recuperándose”, indican desde J.P.Morgan AM.

Política y divisa, las grandes incógnitas

El próximo 7 de mayo Reino Unido celebra elecciones generales, y Flanders y Stubbs creen que “lo más probable es que ningún partido consiga la mayoría absoluta”. Desde la gestora constatan que “hasta los que creen que ganarán los conservadores ven difícil que David Cameron pueda obtener la mayoría absoluta, dada la ventaja de varios puntos porcentuales que le otorga a los laboristas la distribución nacional de los votantes y el creciente respaldo popular del euroescéptico UKIP”. 

La recomendación de J.P.Morgan AM para afrontar este entorno es muy clara: “Lo mejor es que los inversores intenten no posicionarse y recuerden que la gran pregunta no es si todo es incierto, sino si el incierto resultado de estas elecciones impactará de forma significativa el valor a largo plazo de las inversiones en el Reino Unido. En nuestra opinión, no lo hará o, al menos, no tendrá un impacto mucho mayor que el de otras incertidumbres que planean sobre los mercados mundiales, como la fortaleza de la recuperación estadounidense y la reacción ante la primera subida de tipos de la Fed”. “Es probable que las elecciones provoquen cierta volatilidad en el mercado, pero no provocarán daños duraderos”, añaden. 

¿Qué hay de la probabilidad de Brexit (salida de Reino Unido de la UE)? Cabe recordar que los conservadores han prometido que, de ganar las elecciones, plantearán en un referéndum a la población si quieren que Reino Unido forme parte de la UE o no. “Se trata de una cuestión vital para la economía británica —sobre todo para la City londinense— que marca una clara línea divisoria entre conservadores y laboristas”, alertan ambos estrategas. De cobrar fuerza la posibilidad de Brexit, desde la gestora anticipan que “esta perspectiva podría frenar la inversión en el Reino Unido en las semanas previas a las elecciones y también podría afectar a la libra pero, en cualquier caso, parece evidente que la necesidad de una mayor integración entre los miembros de la eurozona tras la última crisis ha puesto la pertenencia del Reino Unido a la UE en la agenda de todos los partidos políticos, independientemente de quien gane”. 

La otra gran incógnita para 2015 es la libra, que se está viendo presionada en dos direcciones. Mientras que se ha apreciado frente al euro más de un 10% desde el verano pasado, en cambio ha perdido casi un 14% con respecto al dólar. “Y mientras el dólar se ha apreciado con fuerza frente a una amplia cesta de divisas, la libra no lo ha hecho tanto”, añaden los expertos.

“Las principales empresas del Reino Unido generan la mayoría de sus ingresos en el extranjero, aunque se reparten de forma bastante equilibrada entre Estados Unidos, Europa y el resto del mundo. Así que los inversores tendrían que evaluar el impacto de este cambio de manera más granular, por sector y, probablemente, por empresa”, recomiendan Flanders y Stubbs. Éstos especifican que “en el caso de las empresas británicas que importan materiales de todo el mundo en dólares pero que generan la mayoría de sus ingresos de exportación en euros, la combinación actual de un dólar fuerte y un euro débil resulta poco favorable, por decirlo de una forma suave”.

“Es posible que la incertidumbre política frene la apreciación de la libra con respecto al euro, al menos durante los próximos meses. Pero la fortaleza subyacente de la economía británica y las posibles subidas de tipos aumentan la probabilidad de una nueva apreciación”, concluyen los estrategas.