Raphael Pitoun (CQS New City Equity): “La mayoría de las empresas no valen la pena como inversión”

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La filosofía de Raphael Pitoun se puede resumir en tres premisas: la búsqueda de compañías excepcionales, modelos de negocio establecidos, y que mantienen el espíritu de una start up en cuanto al foco en la innovación constante. El que fuera director de inversiones y gestor de varios fondos estrella de Seilern mantiene en su nueva casa, la británica CQS New City Equity, esa búsqueda constante y metódica de lo que el gestor denomina Innovation Compounders.

CQS New City Equity desembarcó en España en 2019. Al igual que en su etapa en Seilern, Pitoun capitanea una estrategia de renta variable global, el CQS New City Global Equity Fund, y una de bolsa estadounidense, el CQS New City North American Equity Fund. Ambas con el mismo objetivo: un foco en la innovación. “Mis estanterías están llenas de libros sobre marketing, modelos de negocio… Lo primero en lo que me fijo es en la estrategia de la empresa. Las valoraciones vienen después”, afirma el gestor. 

El proceso de análisis es una labor exhaustiva en el que participan los tres miembros del equipo gestor. “El primer documento que se crea se titula Informe Estratégico. Es muy significativo porque nuestra primera toma de contacto con una posible inversión toca muy poco el análisis de sus finanzas. Buscamos destripar el modelo de negocio y el plan a largo plazo. Buscamos crecimiento sostenible, no solo en los próximos tres años”, explica. Es un proceso que puede durar entre seis meses y un año y no necesariamente termina siendo una posición.

Y el resultado es una cartera concentrada, de apenas 20-30 ideas, y con una rotación muy baja. Porque como defiende el gestor, cada vez más literatura académica apoya la teoría de que el grueso de las rentabilidades de la bolsa proviene de un número limitado de valores mientras que el resto ha rentado por debajo del bono del Tesoro a largo plazo. “La mayoría de las empresas no valen la pena como inversión. En el sentido de que no merece la pena asumir mayor riesgo en ellas”, afirma Pitoun.

Por eso, puestos a ser selectivos, el criterio del equipo gestor es buscar negocios consolidados pero que mantienen una filosofía de start up. “Buscamos compañías capaces de satisfacer al cliente. Aquellas con una relación sana con su consumidor, basada en la transparencia, la sostenibilidad. Una relación win-win. Porque son los negocios cuyos clientes son felices de pagar lo que sea por sus servicios o productos”, desgrana. “Para nosotros la empresa perfecta es la que no tiene departamento de marketing o ventas. Una donde los clientes acuden a ella por su propio pie”.

Para ello el gestor hace dos preguntas al negocio. Primero, cómo está organizado. ¿Se reúnen los miembros del consejo con los clientes? “Sí no es así, nos empezamos a preocupar porque significa que han perdido al cliente del foco”. Y dos, cuáles son los incentivos de crecimiento y si están alineados con la innovación constante. “Una buena pista son las cartas anuales de los consejeros delegados. Dan una buena perspectiva de hacia dónde quiere embarcarse una compañía. Los buenos son los que empiezan hablando primero del cliente, no del accionista”, cuenta. También influye en el proceso criterios de sostenibilidad y ASG. Excluyen valores que creen externalidades negativas.

A pesar de esa fijación por compañías en constante evolución, el fondo no invierte en compañías que no lleven cotizando al menos cinco años. Esto es, empresas establecidas y consolidadas. De hecho, la media de edad de las empresas en cartera es de 40-50 años. 

 “La disciplina en el proceso lo es todo para nosotros”, insiste. “No invertimos en negocios que no tengan un track record suficiente. Simplemente no vemos la necesidad de asumir ese riesgo innecesario”.

Y no es que las valoraciones no importen. “Se me vienen a la mente varias compañías excelentes en las cuales no invertimos por el precio”, reconoce. Y en el debate caro o barato, el equipo gestor prefiere hacer sus propias estimaciones. Más que mirar el ratio de precio-beneficios, ven más útil el flujo de caja a largo plazo. “Somos muy escépticos con el valor del PER. En un mundo donde los activos intangibles son cada vez más decisivos, se ha convertido en una ratio basada en medidas de contabilidad anticuadas”, sentencia.