Reflexiones que deben hacerse los que han cambiado el depósito por el fondo de inversión

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Wiertz Sébastien, Flickr, Creative Commons

Aunque en España todavía hay más de 800.000 millones de euros en depósitos, las bajas rentabilidades que vienen ofreciendo estos productos en los últimos años está haciendo que muchos depositantes estén buscando productos alternativos con los que poder generar un retorno que, al menos, les permita superar a la inflación y no perder poder adquisitivo. En los últimos años el goteo ha sido constante. Es una tendencia que pone de manifiesto trimestre tras trimestre la encuesta de confianza del inversor que elabora J.P.Morgan AM, que en todas sus ediciones muestra que, aunque los depósitos y las cuentas de ahorro siguen siendo los productos por antonomasia de los españoles, los planes de pensiones y los fondos de inversión son los que más se están contratando.

Los resultados de esta encuesta los corrobora Gonzalo Rengifo, director general de Pictet AM para Iberia y miembro de la Junta Directiva de Inverco, quien considera que en España se está rompiendo la barrera cultural piso-depósito. “El mercado inmobiliario se ha desinflado sensiblemente desde el punto de vista del interés del inversor, mientras que por la parte del depósito el inversor que lleva mucho tiempo recibiendo rentabilidades de 20-40 puntos básicos está empezando a plantearse activamente invertir en fondos, sobre todo en un entorno en el que la liquidez cuesta dinero”, afirma. El problema es que aquellos que están cambiando el depósito por el fondo de inversión deben tener muy claro el importante salto que están dando.

Financieramente hablando, es la decisión correcta

Lo primero que tienen que saber es que, desde el más estricto sentido financiero, la decisión que han tomado es la correcta si lo que buscan es tratar de preservar su capital. Los niveles a los que actualmente se están remunerando los depósitos provoca una merma en la capacidad adquisitiva del ahorrador y esto obliga a los depositantes a mover su dinero. “La conservación del poder adquisitivo y no la seguridad debería regir toda decisión de inversión”, reflexionan Hans-Jörg Naumer y Stefan Scheurer, analistas globales de mercados de Allianz Global Investors. Mantener el dinero en depósitos o cuentas a la vista solo garantiza una rentabilidad que, poco a poco, hará que el dinero pierda valor por el efecto de la inflación.

Esto es lo que les ha sucedido a los que durante los últimos ocho años han preferido estar en liquidez. “En la eurozona, lo que en el año 2009 costaba 100 euros hoy cuesta aproximadamente 111 euros, mientras que 100 euros reservados en liquidez entonces actualmente serían 102. En Estados Unidos ocurrió algo parecido y lo que costaba 100 dólares en 2009 hoy costaría 116 y ese dinero en el banco se hubiese convertido en 103. Es innegable que, debido a la inflación, ha habido una pérdida de poder adquisitivo que hace que el efectivo haya sido la peor clase de activo", revela Sebastián Velasco, director general de Fidelity para España y Portugal. Esto demuestra que la inflación es el verdadero enemigo de los ahorros.

Es importante comprender las ventajas del fondo

Una vez dicho esto, lo siguiente que debe interiorizar el inversor son las ventajas del producto. Al contrario de lo que piensan muchos de los que han saltado del depósito al fondo, estas ventajas no solo se limitan al ámbito fiscal. Hay muchas más. “Un fondo de inversión permite no sólo diversificar por activos, áreas geográficas, sectores o valores. Cada vez hay una mayor oferta de productos que buscan responder a necesidades de inversión muy particulares: obtención de rentas, apreciación de capital, preservación del patrimonio e incluso ajustarse a un perfil de riesgo y horizonte de inversión concreto”, subraya Ana Guzmán, responsable de desarrollo de negocio de Aberdeen para Iberia y profesora del IEB.

El fondo cuenta, además, con otra serie de ventajas. “Goza de liquidez diaria pudiendo deshacer posiciones en el momento que se necesite. La fiscalidad es la más favorable entre todos los productos de inversión disponibles y su patrimonio está completamente separado de la entidad que lo gestiona, por lo que en el hipotético caso de quiebra de la entidad, el partícipe estaría a salvo”, recuerda Guzmán. Además, el hecho de dar acceso a distintos mercados y que exista un equipo de gestores especializados que no sólo traten de replicar un índice o de batir al mercado sino de evitar aquellas compañías que a corto plazo pueden parecer atractivas por movimientos especulativos pero que pueden no gozar de la calidad necesaria, es otro punto a favor del fondo, indica la experta.

El problema es que –según Gonzalo Algorri, profesor del IEB y socio director de Algorri Consultores- el inversor español todavía no tiene un concepto del fondo demasiado consolidado y entra en él por un coste de oportunidad, al no disponer de una alternativa al depósito. “Tras años de tipos al 0%, si éstos empiezan a subir, el inversor que hoy está en fondos podría considerar razonables niveles de tipos que antes no lo eran, como del 2%. Si el inversor no valora las virtudes del fondo, un escenario de normalización de la política monetaria podría acabar provocando un cierto trasvase de activos del fondo al depósito, lo cual sería una mala noticia para la industria”, asevera. Y también podría ser una mala noticia para el propio partícipe, que podría abandonar un vehículo que es idóneo para él.

Las diferencias entre ahorrar e invertir

Lo que tienen que tener claro los que han sustituido el depósito por el fondo es que este paso obliga a cambios de chip, ya que invertir no es lo mismo que ahorrar. Ambas son dos formas de reservar dinero para el futuro, aunque sus objetivos son diferentes. “Cuando se ahorra, la prioridad es mantener el dinero en un lugar seguro y fácilmente accesible a corto plazo. La posibilidad de perder cualquier importe depositado en una cuenta bancaria es extremadamente reducida. Incluso en el improbable caso de que el banco quiebre los depósitos están protegidos legalmente. Sin embargo, un riesgo mínimo trae aparejadas rentabilidades exiguas, especialmente en momentos de tipos bajos como el actual. El ahorro rara vez supone una vía eficaz para construir patrimonio”, señalan desde Schroders.

La inversión tiene un enfoque diferente. “El objetivo de la inversión es aumentar el capital, colocándolo donde pueda arrojar un beneficio. Aunque el potencial de revalorización del dinero suele ser superior en comparación con la opción del ahorro, la inversión no garantiza la obtención de beneficio e incluso puede perder lo invertido. Asimismo, el valor de la inversión puede fluctuar diariamente, mientras que el dinero en depósitos no varía inesperadamente. Otra diferencia reside en que, mientras ahorrar dinero en un banco puede no implicar costes, en la mayoría de las inversiones se deberán abonar comisiones”, explican desde la gestora británica.