Los inversores internacionales vuelven a fijarse en la deuda emergente como una posible herramienta para diversificar las carteras y obtener rendimiento. Por primera vez en los últimos cuatro años, las entradas de capital hacia los fondos especializados en esta clase de activo han vuelto a terreno positivo, con entradas netas de 1.800 millones de dólares. Aún estamos lejos de los 52.500 millones registrados en 2021, pero el cambio de tendencia es significativo si se tiene en cuenta que entre 2022 y 2024 los flujos netos totales fueron negativos, salieron 150.000 millones de dólares.
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