Primeras impresiones de gestoras internacionales tras la última reunión del FOMC en 2016 y el mensaje que deja Janet Yellen.
Ha tenido que pasar un año desde la primera vez, pero por fin la Reserva Federal ha podido ejecutar su segunda subida en los tipos de interés, del 0,5% al 0,75%. El comunicado emitido por la institución ha añadido la coletilla “el tono de la política monetaria sigue siendo acomodaticio, apoyando por tanto un mayor fortalecimiento de las condiciones del mercado laboral y el regreso al 2% de inflación”. La institución monetaria había preparado largamente al mercado para esta eventualidad, de manera que en los días previos se llegó a poner en precio entre un 95% y un 100% de probabilidades de subida; los 103 analistas consultados por Bloomberg News apuntaron unánimemente hacia una subida de tipos.
Ahora la cuestión será si la Fed pisará el acelerador de las subidas en 2017, dependiendo obviamente del comportamiento de la inflación. Ésa era la clave de la reunión: que Janet Yellen, su presidenta, diera algunas pistas al mercado sobre lo que puede esperar para el año que viene. Sin embargo, omitió cualquier referencia al rumbo de la política fiscal.
“Lo que es más interesante son sus directrices sobre cómo deberían evolucionar los tipos de interés a partir de ahora”, afirma Luke Bartholomew, gestor de Aberdeen, en referencia al famoso gráfico de los puntos (consultar aquí): los miembros del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) situaron de media el nivel de los tipos de interés entre el 1,25% y el 1,5% el año que viene, lo que implicará entre dos y tres subidas de tipos en 2017. “En esta misma fecha el año pasado, las predicciones de la Fed podían parecer bastante descabelladas. Sin embargo, esta vez hay motivos para pensar que las directrices de la Fed son más realistas. La economía está en una etapa más avanzada en su recuperación y los precios del mercado lo están reflejando”, sentencia Bartholomew.
Anthony Doyle, director de inversiones de renta fija minorista de M&G, cree que el FOMC será muy cuidadoso con las expectativas del mercado de aquí en adelante, para no desestabilizar la economía estadounidense: “Una rápida corrección de los bonos de mayor duración, combinada con la apreciación del dólar debido a los atractivos diferenciales entre tipos de interés, llevaría a un rápido endurecimiento de las condiciones monetarias, y por consiguiente tendría un impacto adverso sobre las previsiones para el consumidor americano”.
Donald Trump, la incógnita de la ecuación
“En nuestra opinión, los avances clave el año que viene serán las políticas de la administración entrante. Nosotros y los mercados llegamos a la conclusión provisional de que el presidente electo seguirá políticas pro crecimiento, con estímulos en forma de reforma de los impuestos, mientras que implementará un proteccionismo inferior al que propugno durante la campaña”, explica David Page, economista sénior de AXA IM. Sin embargo, añade el experto, “no compete a la Fed anticipar los cambios en las políticas gubernamentales”, de ahí que sus previsiones para 2017 no se hayan basado en una posible rebaja fiscal.
Para Philippe Waechter, economista jefe de NAM (filial de Natixis Global AM), la actuación de la Fed tiene sentido, dada la situación actual de la economía estadounidense y las previsiones para el corto plazo. “La demanda privada interna en EE.UU. será impulsada por las grandes rebajas fiscales que están en el programa del presidente electo. En tal caso, el rol de la política monetaria cambiará drásticamente. La necesidad de tipos bajos para apoyar la demanda privada se reducirá, gracias a una política fiscal más proactiva”, detalla.
Waechter recuerda que el comportamiento de la institución en los últimos años ha respondido a dos motivos principales. El primero, que “quería recuperar margen en la gestión de su política monetaria. El nivel actual era demasiado bajo en caso de que la economía sufriera un shock negativo”. El experto estima que la subida de hoy refleja este pensamiento, “y no la necesidad absoluta de reducir presiones sobre la economía”.
El segundo motivo que explica la actuación de la Fed en opinión del economista es que “hasta ahora el marco analítico de la Fed estaba basado en el impacto asimétrico de la política monetaria. Se pensaba que actuar demasiado rápido suponía un riesgo para el momento de crecimiento, mientras que actuar demasiado tarde se asociaba a mayor inflación”. Por tanto, concluye Waechter, “la Fed pensó, correctamente, que era mejor actuar un poco tarde”.
Sin embargo, al entrar en juego una política fiscal más proactiva en EE.UU., el experto entiende que las tornas han cambiado: “El margen de la Fed se incrementará y será capaz de incrementar los tipos con un perfil diferente al que fue esperado anteriormente”. Así, Waechter espera “al menos dos subidas de tipos en 2017”. Con la perspectiva de crecimiento más fuerte y un coste más elevado del precio del dinero, el economista calcula que la rentabilidad del bono a diez años podría alcanzar el 3%.
“Pensamos que la Fed mantendrá una postura relativamente «blanda» en los primeros meses del año, ya que la apreciación del dólar y el alza de los rendimientos de los valores de deuda ya han realizado, de hecho, parte de su planeado endurecimiento de las condiciones monetarias”, afirman por su parte los analistas de NN Investment Partners.
En la gestora eluden hablar de la probabilidad de que Trump aplique su programa, pero calculan que, en el caso de que las ejecute, contribuirán a incrementar el déficit público, y esto traerá consigo “un mayor crecimiento y probablemente también una inflación más alta, pues la economía estadounidense ronda ya su nivel de crecimiento potencial”. Por tanto, no descartan la posibilidad de que la Fed suba los tipos a un ritmo más rápido del esperado antes de que se celebraran las elecciones.
“Sí que creemos, sin embargo, que la mayoría de los miembros del FOMC están dispuestos a permitir que la inflación supere moderadamente el nivel objetivo para compensar los años de inflación por debajo del objetivo y cimentar unas expectativas de inflación superiores al objetivo”, afirman los analistas. Éstos consideran igualmente que los miembros del FOMC “podrían estar dispuestos a que la economía operase «a presión» para impulsar la oferta de trabajo o la productividad hacia niveles sostenibles más altos” por lo que, en conclusión, esperan “una respuesta de los tipos de interés de intervención más comedida de lo habitual ante un crecimiento más intenso”.